Los vientos pandémicos soplaron con fuerza en Hollywood durante los últimos días, generando dos noticias que ponen patas para arriba lo lógica habitual del negocio. Una es la para nada sorprendente confirmación de que la 72° entrega de los Premios Emmy
, pautada para el 20 de septiembre, se realizará por primera vez en su historia de manera virtual. La otra sí fue una bomba, puesto que el flamante acuerdo firmado entre la cadena de cines AMC (la más poderosa de Estados Unidos) y el estudio Universal para achicar la “ventana de exhibición” -el periodo de exclusividad para la explotación comercial de una película en salas antes de que pueda verse en otros formatos- de un mínimo de 90 días a apenas 17 asoma como el Día D de la guerra sostenida hace años entre las salas y las plataformas de consumo hogareño.
Se esperaba que durante el anuncio de las nominaciones se dijera algo sobre la modalidad que adoptaría la gala de los Emmy, sobre todo porque faltan menos de dos meses para y la Academia de Artes y Ciencias de Televisión de Estados Unidos no había hecho comunicación alguna. Pero hubo que esperar unas horas más para saber que, tal como se preveía, a los ganadores y ganadoras se los verá de la misma manera que a los actores Laverne Cox, Josh Gad y Tatiana Maslany cuando leyeron las ternas el martes al mediodía: en pequeños cuadraditos y a pantalla dividida, con paredes, jardines o bibliotecas de fondo. La del 20 de septiembre será, entonces, la primera premiación que se llevará adelante de manera íntegramente virtual desde que inició la pandemia, marcando un camino que muy probablemente se vean obligadas a recorrer otras entidades que quieran conceder reconocimientos en los próximos meses.
“Este año también será la gran noche de la industria, pero nosotros iremos hacia ustedes”, se lee al comienzo de la carta que, según el portal Variety, los productores ejecutivos de la gala enviaron a los invitados. “No podemos ignorar las circunstancias, y sabemos que el mundo está atravesando un desafío en muchos sentidos. Vamos a producir un evento lleno de calidez y humanidad para celebrar el poder de la televisión para mantenernos unidos. Ustedes son parte esencial de esa historia. En estos tiempos, es una oportunidad para crear un momento relajado, entretenido y disfrutable no solo para ustedes, sino también para los millones que nos vean en sus casas”, justifica la Academia más abajo. Es por eso que “están reuniendo un equipo de primer nivel de técnicos, productores y escritores para trabajar estrechamente con el presentador Jimmy Kimmel y ustedes, y asegurarnos de que filmar en su casa o el lugar donde estén”. Los productores aún trabajan en la dinámica de la gala para definir, por ejemplo, qué irá en vivo y qué grabado, o si los ganadores serán informados previamente o no.
Tampoco se conoce la letra chica del acuerdo firmado entre Universal y AMC, pero sí se sabe que sus consecuencias podrían alterar radicalmente el mapa del consumo audiovisual. Sucede que el achicamiento de la ventana de exhibición de 90 a 17 días marca un quiebre a una voluntad de exclusividad de las salas que ni siquiera el poder de marketing y lobby de Netflix había conseguido. Claro que el mundo es otro desde la llegada del Coronavirus. Apenas se declaró la pandemia, Universal anunció que saltearía las salas con Trolls 2 para lanzarla directamente en VOD en abril, sin imaginar que en tres semanas recaudaría 100 millones de dólares contra los 154 millones de su predecesora durante su recorrido de seis meses por las salas de Estados Unidos. Rápidamente anunciaron más títulos directos a VOD y empezaron a cranear una pos pandemia con lanzamientos simultáneos en salas y streaming, todo mientras los exhibidores comprobaban impotentes cómo los estudios podían ganar dinero sin ellos. O peor: cómo podían ganar aún más dinero sin ellos que con ellos.
Entonces estalló la guerra. Tanto AMC (once mil pantallas en Estados Unidos, Europa y Medio Oriente) como CineWorld (9.600 pantallas en once países) y Regal Cinemas (más de 7.300 pantallas) avisaron que, como represalia a esa “decisión unilateral”, no estrenarían películas de Universal en sus complejos. Pero con el flamante acuerdo esa medida quedó atrás. Es más, anula de raíz su intencionalidad, puesto que la tan mentada exclusividad será incluso menor a los 45 que le ofrecieron a Netflix durante el tira y afloje previo a El irlandés. Luego de ese periodo la película puede ofrecerse en VOD, aunque a un precio “Premium” no menor 20 dólares por visionado durante los 90 días posteriores al estreno en sala –luego sí puede bajar el importe– y con una parte de las ganancias obtenidas bajo esta modalidad para los exhibidores, tal como confirmó en un comunicado el CEO de AMC Adam Aron.
Así como el ejecutivo aseguró confiar en que los espectadores volverán a las salas luego de la pandemia, la presidente de Universal, Donna Langley, celebró ante el portal Variety las buenas nuevas recordando que su principal negocio ocurre en el cine. No obstante, dijo, “esta asociación con AMC está impulsada por nuestro deseo de garantizar un futuro próspero para el ecosistema de distribución y satisfacer la demanda de los consumidores con flexibilidad y opciones”. Bajo estos parámetros, Universal podría disponer --por citar dos tanques pautados para 2020-- de las nuevas secuelas de Rápidos y furiosos y Jurassic World en VOD. Los principales analistas de Hollywood, sin embargo, especulan con que esta medida no se aplicará para títulos de esta envergadura sino para los de presupuesto “mediano”, como por ejemplo Halloween Kills, con Jamie Lee Curtis, o el thriller de espías 355, con Jessica Chastain, Penélope Cruz y Lupita Nyong’o. ¿Cómo será el futuro de esas salas cuyas butacas acumulan polvo desde mediados de marzo? Imposible saberlo ahora, con las piezas en pleno movimiento sobre el tablero.