El anuncio de impulsar un Polo Audiovisual Rosario en los galpones del río es motivo de atención, porque organizaría la producción y permitiría otras posibilidades. En todo caso, lo que se necesita es una voluntad política que acompañe y suscite la discusión. Allí es donde interviene la tarea de los concejales Marina Magnani y Andrés Giménez, integrantes del bloque Unidad Ciudadana, en su intención de una ordenanza dedicada al logro de este objetivo.

“La intención que tengo, y que vengo hablando tanto con autoridades nacionales como municipales, es poder presentar un proyecto de financiamiento ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ya existen antecedentes como Film Andes en Mendoza, donde se organizó un Cluster Audiovisual”, explica a Rosario/12 la concejala Marina Magnani. “Film Andes funciona como un proyecto productivo y también turístico, tiene un enfoque regional. Ese proyecto fue financiado por el BID. Y son proyectos de poca plata si los relacionamos con el armado de un polígono industrial de otras características. Estamos hablando de 500 mil o un millón de dólares, algo que para el EstadP es poca plata”, continúa.

-¿Por qué la necesidad de un Polo Audiovisual?

-Lo que veíamos en el diagnóstico que hicimos al hablar con la gente del sector, nucleada en la Cámara de Empresas Productoras de la Industria Audiovisual Rosario (Cepiar), es que la ciudad no tiene el nivel de tecnología que hace falta para producir al mismo nivel que Buenos Aires, lo que hace que deba recurrirse a la capital y alquilarse equipos. Por eso, si logramos una infraestructura básica, que esté al nivel de donde mejor se produce en Argentina, podés tener un polo propio y generar desde un mismo lugar. Un lugar donde las empresas convivan, compartan, paguen un canon locativo y tengan acceso a esa tecnología. De lo contrario, tenés un circuito donde las productoras y cineastas permanentemente recurren a subsidios o posibilidades para adquirir dinero y el equipamiento de Buenos Aires. ¿Por qué no cambiar la lógica? Generemos la infraestructura y la inversión original acá, y a través de un sistema de canon, de cesión de uso a título oneroso pero más accesible, se pueda tener esa misma infraestructura. Además, no tenemos que quedarnos solamente con lo audiovisual entendido como cine o televisión, sino también abarcar todo un mundo que se disparó muy fuerte los últimos años, que tiene que ver con las redes, los video-juegos, el mundo de la animación, la publicidad; hay una infinidad de posibilidades.

-Que la producción audiovisual sea considerada un bien, ¿no?

-Podemos ser competitivos porque tenemos mucho recurso humano. Podemos generarlo de forma planificada y tener un foco acá, trabajando junto con la Universidad y los institutos de formación, generando becas con otros lugares del mundo. Las relaciones existen. Las tenemos con institutos audiovisuales de Los Angeles, con la maestría de formación audiovisual de Barcelona. Existen los vínculos a través de la Universidad. Por eso, hay que generar un proyecto que incluya la capacitación, la formación individual pero también para las productoras, para que puedan armar un plan de negocios, sobre cómo ofrecer sus productos internacionalmente. Tenemos productoras locales que hacen contenidos para cadenas latinoamericanas, internacionales. Se trata de entender que lo artístico y la producción de contenidos puede ser también un producto rentable y exportable.

-¿Quiénes son los actores interesados?

-Hay algo que me van a criticar, porque no me junté con todos los actores del sector. Si bien Cepiar es una, actores, hay un montón. Pero hablé con quienes podían traccionar o hacer participar al resto. Principalmente, lo que hice fue laburar para conseguir la plata. Hablé con gente de la Secretaría de Producción, con el diputado nacional Marcos Cleri, que es mi compañero, con el intendente Pablo Javkin, y con la Universidad Nacional de Rosario. Si está la Universidad, si está la intendencia poniendo los galpones, si está la firma de Nación, el proyecto ante el BID es sustentable. Hay una línea de financiamiento para experiencias de este tipo. Si están estos tres actores es posible que aparezca la plata. La plata es la condición fundamental para que el proyecto exista, y nos podamos sentar entonces con todos los actores para darle forma. Lo que veo, sin tener una conexión directa con el mundo audiovisual, es que hay muchos recursos que articular. Entre quienes me está dando una mano hay un compañero que es arquitecto y estuvo un año estudiando en una maestría audiovisual en Los Angeles, con un rosarino que es allí el director. O sea, lo podríamos tener dando una charla, gestionar una beca, se trata de articular recursos que existen. Aquí hay una productora audiovisual que trabaja con mujeres, y eso es algo que hoy el mundo está comprando. Y en eso no tenés porqué condicionar tu ideología ni tu compromiso estético. Quizás a quienes producen estos contenidos no les interese esto al momento de producir, pero al Estado le interesa un montón potenciarlo y que genere laburo, divisas, bienes de exportación. Sé que cuando uno habla de plata en el mundo artístico te miran pensando que sos un liberal, pero hoy el estado argentino tiene este problema, necesitamos generar industria, que rompa la restricción histórica de divisas que tenemos, necesitamos generar productos exportables con valor agregado. La innovación tecnológica y audiovisual son cosas posibles para nosotros, y podemos ser competitivos.

-Hace poco hubo un relevamiento realizado por el propio sector y se destacó el potencial productivo; pienso también en la declaración del entonces gobernador Lifschitz, en 2018, del sector audiovisual como industria.

-Es una necesidad del sector. En Rosario no tenés terreno para hacer un polígono de industria metalúrgica o pesada, no tenemos tierra, pero tenés un montón de infraestructura instalada para generar un polígono de industria naranja, que ocupa menos espacio y es más barato. Tenemos lugar para realizarlo, tenemos universidades e institutos, y además un lugar estratégico: Rosario está en el medio del país, tiene una tradición propia. Juntemos todos estos elementos y convirtámoslo en un proyecto que pueda trascender nacional e internacionalmente la aspiración de máxima.