En 2000, un joven uruguayo Martín Sastre, comenzó a estar en el centro del arte mundial cuando un crítico del New York Times destacó un video suyo donde se lo veía persiguiendo a Britney Spears con un cotonete gigante (“mucho antes de que hisopar fuese un verbo”).

Sastre usaba el videoarte como una manera de seguir abriendo el juego del arte pop, proyectando lo camp a otros niveles de impacto global. En 2010 estrenó la película de ficción Miss Tacuarembó basada en la novela de Dani Umpi con Natalia Oreiro; y en los últimos años volvió a trabajar con la actriz y cantante pero no esta vez persiguió a la estrella con un cotonete sino con una cámara. La idea: registrar la popularidad increíble que tiene en Rusia.

El resultado es un viaje que analiza la última etapa de la revolución rusa (o rosa), una forma de explicar cómo es que, en una encuesta para la época del último Mundial, Messi era menos popular que Natalia Oreiro en Rusia. Nasha Natasha, el nombre del documental que se estrena el 6 de agosto en Netflix, retrata a la cantante en una gira en el célebre tren transiberiano, y es casi un manifiesto a ritmo de videoclip, entre paisajes nevados de cuentos de hadas, que eclipsa el machismo de las políticas de Vladímir Putin.

Nasha Natasha parece una secuela de tu primera película, Miss Tacuarembó. Natalia Oreiro parece cumplir el sueño glam del niño gay y su amiga de barrio obrero que quieren convertirse en estrellas de la música.

Hay una relación espejada entre Miss Tacuarembó y Nasha Natasha aunque son diametralmente opuestas: una es una ficción basada en una novela y la otra es un documental, una historia real. Esas relaciones espejadas entre ficción y realidad son muy complejas, a mí me encanta Borges que le gusta mucho ese tema. Cuando terminé de leer la novela de Dani lo primero que pensé es que eso lo tenía que hacer Natalia Oreiro.

¿Cómo conociste a Natalia Oreiro?

A Natalia la conocí en una performance que hicimos en Recoleta con el Movimiento Sexy, que éramos Dani y otros artistas: la performance era festejarle el cumpleaños a Natalia Oreiro, que no sabíamos si ella iba a ir porque era efectivamente el día de su cumpleaños. Preparamos todo como si fuese un cumpleaños y Nati fue y yo le dije a Dani que llevara la novela preparada, porque ya en ese momento pensaba ofrecérsela. A Natalia le enamoró la novela de Dani tanto como yo porque también ella se sintió identificada.Y finalmente la hicimos, y es así, la vida y la ficción, o la vida y el arte muchas veces se empiezan a confundir y se empiezan a parecer.

¿Y cómo surge la idea del documental Nasha Natasha?

Surgió ligada al proceso de Miss Tacuarembó cuando con Natalia nos hicimos cada vez más amigos, y una vez fui a su casa de Palermo y vi un montón de chicos y chicas de Rusia con matrioshkas con la cara de Natalia pintadas por ellas. Eso fue lo primero que me llamó la atención. Y después volví a ir a la casa de Natalia y había más gente de Rusia, gente venía de Moscú hasta Buenos Aires. Y a partir de ahí surgió la curiosidad de cómo pasaba esto. Sabíamos que Natalia era muy conocida en Rusia, pero a ese nivel de que había excursiones de Rusia a Buenos Aires para verla me pareció increíble. A eso agregale que mi familia es rusa: mi abuelo era ruso, el padre de mi madre. Y siempre tuve una curiosidad por Rusia, por eso realidad y arte siempre fueron vasos comunicantes.

Una cuestión común entre ambas películas es la importancia de dos género populares de la TV, como son la telenovela y el videoclip, que generalmente la cultura oficial piensa como menores por lo que tienen de feminino, de camp y de marica, pero para vos en tus relatos son formas de subversión.

Sobre el tema de la telenovela en Miss Tacuarembó también había una telenovela: Cristal, con Jeannette Rodríguez. Siempre hay una frivolización de la telenovela y del universo femenino, de lo rosa. El rosa es considerado un color frívolo, no hay banderas de países de color rosa. Siempre se frivoliza lo femenino: hay personajes en la vida real, históricos o de la historia reciente, como Lady Di, que sin embargo fueron personajes políticos super fuertes. Vivieron su situación de poder invisibilizadas por la catalogación de la femenino como frívolo cuando claramente no lo es. Puede parecer frívolo hablar de poder femenino y hablar de Lady Di, pero conocemos personajes así a lo largo de la historia que usando ese canal ejercieron un poder que de alguna forma empoderaba a otras personas. Cuando era muy chico me acuerdo ver una foto de Lady Di dándole la mano a un enfermo de hiv en una época que se creía que el hiv se transmitía por el aire, se decía que Linda Evans le había hecho un juicio a Rock Hudson porque le había dado un beso y no le había dicho que era hiv positivo; había un estigma espantoso y miedo, una situación parecida a lo que se vive ahora con el covid-19. Leí una nota que a ella le ofrecieron un guante para darle la mano al chico enfermo y ella dijo que no, que no tenía miedo de nada, que no necesitaba los guantes. Y esa imagen desestigmatizó en un apretón de manos a millones de personas. Me parece que es buen ejemplo de lo que se puede lograr a través de ese canal de frivolidad entre comillas y la cultura popular y los medios.

Hay un hilo femenino en tus trabajos

Trabajo con muchos íconos femeninos como la Coca Sarli, Diana de Gales, Evita, un montón de mujeres. Soy de la generación de la Madonna de los 80, de la superexplosión de las superestrellas de esa época, todo lo que te ofrecían superrico a nivel visual pero también conceptual a nivel del género, del pensamiento, muy contestatario pero al mismo tiempo como empaquetado con esa cosa pop que los acercaba a la cultura del consumo. Fueron fundamentales para toda nuestra generación. Y creo que también esa cosa camp que tiene el videoclip, que tiene la cultura pop. Eso de Madonna de sacar el voguing de los clubes gay de New York, de hacerlo super mainstream y estaba todo el mundo bailando vogue en todas partes del planeta, tiene algo de lo trans, que empieza de una forma y termina siendo de otra.

El éxito de Natalia Oreiro en Rusia, como explica tu documental, se inicia con la telenovela Muñeca brava, que además tenía algo de farsa.

Muñeca brava era una parodia de la telenovela. Era un heroína que planteaba todo un tema de transgénero: ella era una chica que por un momento parecía una princesa salida de un cuento, y de repente se ponía el gorrito y salía a jugar al fútbol. Las chicas rusas que hoy tienen entre 25 y 45 años, tras la caída del bloque comunista, sus padres y sus madres, sus familiares tuvieron que salir a trabajar por la crisis, creo que se llamó La Crisis del Vodka, a fines de los 90, que generó un tema económico y después sociológico donde les niñes quedaban solas en la casa. Muchas fans de Natalia, algunas lo dicen en la película, se criaron con ella, Natalia era su única compañera; Muñeca brava se transformó en su mejor amiga. Y lo que pasaba con este personaje que jugaba al fútbol y que era contestatario nunca lo habían visto en la Rusia post-comunista, siendo una sociedad hasta el día de hoy muy patriarcal. Nunca habían visto a una mujer empoderarse de esa forma. Por eso para mí es importante contar la historia de Natalia. Porque viene de un contexto, de una cultura donde las mujeres estuvieron siempre empoderadas

¿Uruguay?

Uruguay se separó de la iglesia en 1905, hay toda una tradición de mujeres profesionales universitarias que salieron a trabajar a la par, tuvieron el voto femenino en los años 20, cuestiones que hacen que la vida de Natalia tenga ciertas características que ella tiene en su propia personalidad y que imprimió en ese personaje que se translada a todas estas chicas en Rusia. Muchas chicas rusas me decían que cuando eran chicas no jugaban a ser la Mujer Maravilla o a ser Barby, jugaban a ser Natalia Oreiro. Y eso transformó a Natalia en un ícono del empoderamiento de la mujer y también en un ícono de la feminidad en sí mismo, una más empoderada. También muchas de las fans de Nati, cuando me contaban sus historias, y les preguntaba cómo habían descubierto la telenovela, muchas me contaban que la veían solas, pero otras las veían con sus abuelas, porque lo que tiene la telenovela es que integra también a distintas generaciones de mujeres, porque tiene la historia romántica de la cenicienta, del chico rico y la chica huérfana, pero evidentemente esta tenía otro condimento, era una chica superexplosiva, que le contestaba a los tipos, les tiraba los platos por la cabeza, eso para ellas era como si llegase un extraterrestre, nunca lo habían visto. Y después quise mostrar que hay un efecto de mímesis, que las chicas se visten como Natalia, se peinan como Natalia, aprenden español para hablar como Natalia; y una chica que no conocía a su padre, salió a buscarlo y lo encontró, porque el personaje de Natalia en la telenovela busca a su verdadero padre. Situaciones a ese nivel, cómo a través de la cultura popular se modifica la vida de las personas a un nivel super molecular, es muy fuerte.

En términos de género se volvió una telenovela muy política.

Sí, y creo que es importante el paralelismo de la vida de Natalia y de sus fans, que está en la película, que ambas pasaron en la infancia cambios sociales muy bruscos, la caída del bloque comunista en Rusia, y en Uruguay la dictadura que obliga a los padres de Natalia a emigrar. De alguna forma esos momentos de crisis, como el que estamos viviendo ahora, de cambios rotundos a todo nivel, de alguna forma marcaron las vidas de ambas, y cuando en la película se muestra el conflicto militar en Uruguay y la militarización predominante de Rusia para mí personalmente es un ejemplo de un choque de dos fuerzas, el choque de dos fuerzas, la fuerza bruta de lo masculino y la fuerza de lo femenino que de alguna forma provocan ahí una tensión de donde surge algo nuevo, y tanto la generación de Nati en Uruguay y las chicas en Rusia salieron más empoderadas.

También está el tema del exilio y el destierro en la película, salir de la propia patria para poder ser y desarrollarse más libremente pasa con mucha gente LGBTIQ.

Dentro de la estructura narrativa, el viaje es el eje vertebral del documental, no solo el viaje como la gira, o el viaje de la vida de Natalia, sino el viaje como concepto, porque uno para refundarse tiene que salir, como para alejarse del yo que a uno le enseñaron, o el yo que a uno le construyeron sin preguntarle que quería ser. Y cuando llegás al destino, al lugar nuevo, a tu otro yo, ahí no sos ni el hijo, ni el sobrino, ni el amigo, ni el primo da nadie, sino que podés ser quien realmente querés ser en ese momento, en ese destino, en ese lugar. Y a lo largo de la vida siempre nos estamos refundando y siempre hay algo de desplazamiento. Todos los desplazamientos tanto en la vida de Natalia como en resto de las historias de refundar tu propio yo siempre son seguidos de una crisis, por ejemplo la dictadura uruguaya. Ella en Rusia descubrió, se podría decir, su Super Yo porque se transforma en un ícono popular. En Argentina, en Uruguay y en muchísimos países es una estrella, pero en Rusia es un ícono cultural, al día de hoy Muñeca Brava la siguen dando en Rusia, como los Simpsons, termina y empieza de nuevo. Ella es un referente social, un ícono que representa al país y que además trasciende cualquier nacionalidad, como dice una de las chicas rusas que entrevistamos en el documental: primero pensaba que era argentina, después le dijeron que era uruguaya, y después se dijo “da igual es Nasha Natasha”, que significa Nuestra Natalia: para ellas Natalia es rusa.

De hecho, Nasha Natasha me hace acordar a Puig, quien en su infancia vio las películas de Hollywood desde su pueblo pampeano y creía que ese era un territorio que existía y al que quería ir, y así vivió viajando, buscando habitar ese glamour femenino de la pantalla con el que se identificaba.

 

Lo de Manuel Puig no lo había pensado. Pero Puig es una persona que me despierta mucha ternura, de alguna manera está presente, porque la historia de él es también la de Natalia y la mía propia: ella se exilió de adolescente en Argentina, y yo desde los 24 viví en Madrid donde pasé casi toda mi vida adulta. Además yo no estudié para ser artista. Hice una carrera universitaria de arquitecto, porque los mandatos familiares iban por ese lado hasta que un día dije que quiero dedicarme al arte. Pero eso me imprimió cierto manejo de lo que me gustaba sin prejuicios. Y en el caso de Natalia es una actriz empezó de muy chica, y empezó a transmitir desde su propia experiencia y creo que es muy puigiano, hablar con voz propia, sin prejuicios y esos referentes más que femeninos yo diría artísticos, de alguna forma cuando somos niñes nos cautivan y queremos emular. Por ejemplo con Natalia en la época de la canción "Tu veneno", que fue una explosión mundial, impresionante, ella de alguna forma canalizó a Betty Page, que alguna vez había visto una foto cuando era chica, Natalia siempre habla de las revistas Susy, que eran de la época de Betty Page, creo que eso resuena por simpatía. Manuel Puig de alguna forma somos todos y todes, quienes queremos dedicarnos a lo que nos gusta sin prejuicios, creo que va más allá del universo femenino, que en este caso se comparte, pero que de alguna manera genera una corriente de entropía de quien lo contempla en en esa cosas prejuiciosa de no moverse en un lenguaje más académico sino más libre, y sobre todo eso que uno está emulando lo que le gustó o lo que se sintió identificado de niñe. El halo de Manuel Puig se puede ver en una cantidad de cine que yo veía cuando era niño, las películas de Almodóvar, y ni hablar de El beso de la mujer araña. Una película puigiana también podría ser El casamiento de Muriel, con el personaje de Muriel que encuentra su salvoconducto de su vida predeterminada en la música de ABBA. Creo que Manuel Puig somos todos... y todes.