Los astronautas de la NASA Robert Behnken y Douglas Hurley abandonaron la Estación Espacial Internacional (EEI) a bordo de la cápsula Dragon Endeavour SpaceX este sábado y, llegaron este domingo a la Tierra tras cumplir con una histórica misión iniciada el 30 de mayo.
La cápsula cayó en aguas del Golfo de México . Así, finalizó la misión Demo-2, con la que se certificará la capacidad de SpaceX, la compañía de Elon Musk, para realizar viajes espaciales comerciales. La empresa, fundada en California por el multimillonario, dio fin a una misión histórica por ser el primer viaje a la órbita en un vehículo de propiedad privada y por convertirse en el primer vuelo espacial tripulado en nueve años desde Estados Unidos.
El viaje de Behnken y Hurley fue el primero desde suelo estadounidense y en una nave comercial hasta la EEI desde que en 2011 concluyó el programa de transbordador de la NASA. Fue el primer aterrizaje en el agua de una nave espacial de EEUU desde la misión Apollo-Soyuz de 1975.
La misión
Behnken y Hurley, que han dormido ocho de las 19 horas que toma el regreso a la Tierra desde la EEI, fueron despertados desde el centro de control con una grabación de audio de los hijos de ambos, según un comunicado de la NASA.
En total estuvieron 62 días a bordo de la EEI, durante los cuales dieron 1024 vueltas a la Tierra, dedicaron 114 horas a la investigación y vieron llegar y salir de la estación espacial a varios vehículos espaciales, según informó la NASA. Behnken participó en cuatro caminatas espaciales con otro astronauta de la NASA, Chris Cassidy, que se encontraba en la EEI cuando ellos llegaron
Así como el viaje de ida fue histórico, el de regreso también lo fue. El desembarco de SpaceX fue la primera vez en 45 años que la gente pudo contemplar el amerizaje de una nave espacial. La última vez había sido el 21 de julio de 1975, cuando la tripulación de una misión Apollo-Soyuz cayó al océano Pacífico, cerca de Hawai.
En 2014 la NASA otorgó a Boeing y a SpaceX contratos por un total de 6.800 millones de dólares para desarrollar el programa comercial de transporte espacial y dejar de depender de la nave rusa Soyuz que ponía en órbita a los astronautas de la agencia estadounidense desde que está canceló su programa de transbordadores en 2011.