El fútbol en cuarentena podría estar peor: sin jugarse como hasta ahora pero además, sin plata. Si las empresas que tienen los derechos de TV decidieran no pagar –porque les resulta imposible mostrar los partidos que compraron hasta 2023– habría un punto de inflexión. Se explica en la frase que dijo el presidente de un club de Primera: “Veremos quién pone la guita cuando no cobren los jugadores”.
Por ahora eso no pasó, pero hubo un amague. Disney –una de las dos corporaciones que maneja el producto televisado– se retrasó en la cuota del mes pasado. “Las compañías están presionando para que vuelvan los partidos y si no sucede dejarán de poner el dinero”, explica el consultor Horacio Gennari, que trabaja para TNT. De sus palabras se desprende la exigencia empresaria. Porque la impaciencia domina el mercado, los sponsors están a la espera, la Conmebol apuró el regreso de la Copa Libertadores para calmar a los auspiciantes y la AFA casi no tiene margen de maniobra. Pero en este campo de alta tensión el único que decide si vuelven los futbolistas a entrenarse, y después si se reanudan los campeonatos, es el gobierno de Alberto Fernández.
Ese retorno a las prácticas será el 10 de agosto para los equipos que están disputando el torneo más importante de Sudámerica: Boca, River, Racing, Defensa y Justicia y Tigre. Una semana después volverían los demás. La vuelta de la competencia local se anunciará el martes en un postergado encuentro entre el presidente de la AFA, Claudio Tapia, y el ministro de Salud, Ginés González García.
En paralelo con semejante desbarajuste pasan cosas. Las condiciones en que regresarían los planteles a las prácticas serán financiadas por la AFA y la Conmebol. La movida se calcula que cuesta unos dos millones de dólares. De esa suma la primera abonará 1,4 millones y la confederación que preside el paraguayo Alejandro Domínguez 600 mil. Los jugadores que dispongan de su auto particular irán en él a los entrenamientos. Los que no –la mayoría juega en el Ascenso– serán llevados por la AFA con transporte propio. Los dirigentes que se esfuerzan por tener los protocolos de la actividad a mano, comentan que se entrenará en grupos de a seis jugadores, con distanciamiento, con todos cambiados desde la casa, sin que nadie se bañe en el club y con la ropa lavada posteriormente en sus casas. Pero ni aún así consiguieron convencer hasta hoy a los funcionarios. La circulación comunitaria del virus en aumento provocó la indefinición de la vuelta.
Uno de los más duros es el viceministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak. Había dicho en una entrevista radial: “Si analizamos la situación en el contexto, con países con dos millones de casos como Brasil, abrir intercambios internacionales para un deporte que si bien a todos nos encanta, se puede pasar al año que viene y no va a pasar nada”. Hace bien en mencionar el caso del gigante vecino. Los dirigentes tomaron nota de sus palabras con preocupación. River visita al San Pablo el 17 de septiembre en la ciudad que hasta hoy es el epicentro principal de la pandemia en Brasil. Los riesgos son altos. Como también lo son en Perú, Chile, Ecuador, Bolivia, Colombia y en menor medida Venezuela, Uruguay y Paraguay.
Es paradójico. Los clubes del país cuyo presidente llamó “gripezinha” al coronavirus y alentó a no usar el barbijo y juntarse en las calles, corren con ventaja en la Copa porque ya volvieron a disputar los torneos estaduales en junio –el de Río de Janeiro se retomó el 18 con Flamengo-Bangú – y el más importante de todos, el Brasileirao, está previsto que se juegue desde el fin de semana próximo. La diferencia de preparación con los equipos argentinos será considerable. Lo mismo si se compara a nuestros representantes con los de Paraguay, Perú y Chile. En el caso de este último, el torneo local se reanudará el fin de semana del 14, 15 y 16 de agosto.
Roberto Digón, vicepresidente de Boca, le recuerda a Líbero: “Dejamos de jugar el 11 de marzo, hace casi cinco meses y en la Copa volveríamos a hacerlo el 17 de septiembre, seis meses después. Lo haríamos sin entrenamientos”. El equipo de Miguel Angel Russo tiene que visitar a Libertad en Asunción. Pese a la pandemia, la posibilidad de que no se pague el contrato de TV por la parálisis del fútbol y el declive en los ingresos, el dirigente destaca el apoyo de los socios y abonados a plateas y palcos de la institución: “Solo el 15 al 20 por ciento no pagaron la cuota porque no pudieron. Los abonados a palcos y plateas saben que no hay fútbol hace seis meses y siguieron cumpliendo”.
Boca, que como River tiene un presupuesto donde el ingreso por derechos de TV representa un porcentaje mínimo – rondaría el 5 por ciento – podría recaudar una suma adicional si prospera una gestión que hizo otro de sus vicepresidentes, Mario Pergolini. Se trata de lo que aportaría un canal de TV propio que introduciría la marca xeneize en China. Digón resalta que pese a esa potencial buena noticia, entre los dirigentes “hubo un cambio de humor en los últimos quince días” porque no se autorizó el regreso a los entrenamientos cómo se preveía para este lunes. También sostiene que “la parte jugosa del contrato de TV se termina en 2021. Queremos renegociar pero es difícil si el fútbol no vuelve”. En este tema coincide con lo que dice Nicolás Russo, el presidente de Lanús: “Nosotros no estamos de acuerdo con lo que se está pagando pero no es el momento para discutirlo ahora. Más cuando se paró el fútbol”.
Se refiere al contrato más importante por los derechos televisivos de la Liga Profesional. Pero hay otro, el que la AFA negocia por las imágenes del fútbol local que se venden al exterior y que venció el 30 de junio. Torneos y Competencias asociada a Argentina Sports Rights Management LLC (ASRM), cuyos accionistas son la plataforma Fanatiz.com y 1190 Sports, el agente de la Asociación Chilena de Fútbol Profesional (ANFP), ofrecieron 13 millones de dólares por cada año de un contrato de cuatro. La propuesta económica se presentará por escrito esta semana y en base a ella se llamará a una compulsa de precios para mejorarla.
Entre los directivos de los clubes sobrevuela la idea de que “si el fútbol no regresa es porque se trata de una medida política. Si vuelve la gente va a decir que es joda. Hay muchos que no saben que el fútbol es una gran industria. Esa es la verdad”, argumentan. Sin cuestiones inmediatas que resolver porque los índices de contagiosidad se mantienen altos y nadie se atreve a sacar los pies del plato, la Liga Profesional canceló la reunión que tenía prevista para el viernes pasado hasta nuevo aviso. “Al no tener la oferta de los derechos internacionales firmada y no haber fecha para programar, de qué ibamos a hablar”, se preguntó el presidente de Lanús.
El fútbol no es uno solo a nivel continental por la manera diferente en que avanzó la pandemia en los distintos países. No hay semejanzas entre la realidad de Brasil, Perú y Chile con las de Uruguay, Paraguay y la Argentina, donde la Covid-19 dejó a su paso niveles de contagios y muertes muy desparejos. “La Copa no se va a jugar en la fecha prevista. La Conmebol anunció que arrancaba el 15 para que no se le caigan los sponsors. ¿Vos creés que van a dejar afuera a River y Boca? Es sentido común”, dice el mismo dirigente que se preguntaba al comienzo de esta nota quién pondría la plata cuando no cobren los futbolistas. Gonzalo Belloso, el secretario general de la Conmebol, anunció en las últimas horas que la Libertadores se reanuda en la fecha prevista y no hay posibilidad de postergación.
El sentido común en ambas orillas del Río de La Plata sí parece que es uniforme. El vicepresidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), Gastón Tealdi, anticipó que “va a ser necesario” postergar la reanudación de la Copa Libertadores. Puso como argumento las diferentes realidades “epidemiológicas” de los países. Cómo entender entonces que podrían jugarse partidos en Brasil que tiene siete clubes –la máxima cantidad- en la principal competencia sudamericana y es el segundo del mundo en infectados. La suma está muy cerca de los 2,7 millones de contagiados. Perú y Chile se ubican séptimo y octavo entre las diez naciones con más casos del planeta. En Sudámerica, que es el epicentro de la pandemia, la Libertadores debería mirarse y no tocarse. Pero la Conmebol tiene que continuar con el show.
Reunión clave entre Ginés y Tapia
El encuentro clave será el martes a las 17 entre Ginés González García y Claudio Chiqui Tapia. Lo confirmó el jefe de Gabinete del Ministerio de Salud, Lisandro Bonelli. Fue optimista, aunque bajo una condición: “Si se aplana la curva de contagios seguramente volveremos rápido a los entrenamientos”. Habló así en el programa El Ascenso x 3 del Club Octubre 94.7 donde puntualizó que “todos tenemos ganas de que el fútbol vuelva, pero debemos seguir siendo responsables. La prioridad es la salud”.
Después amplió el motivo por el cuál la definición del regreso se vino dilatando: “Hay que ser muy prudentes y cautos. Ya sabemos que este virus tiene una gran velocidad y una capacidad de contagio. Toda decisión va a ser incierta. Si somos responsables en términos individuales, seguramente vamos a volver antes a disfrutar del fútbol”.
El funcionario también dijo que la cartera de Salud convalidó los protocolos que presentó la Comisión Médica de la AFA que conduce Donato Villani para que los planteles regresen a los entrenamientos. “Los protocolos ya fueron aprobados el jueves pasado por el Ministerio. Vimos que están bastante acordes a lo que se necesita para evitar los riesgos de contagio” señaló Bonelli. La reunión entre el ministro y Tapia encaminará la salida del parate que causó la pandemia y que afectó a unos 1.700 jugadores cuyos contratos vencieron el 30 de junio. De esa cantidad, la mayoría fueron futbolistas del ascenso: unos 1.300 quedaron libres. O sea, sin trabajo.