“Soy una compositora dark, no escribo cosas muy felices”, reconoce Marisa Vázquez. Se refiere a Arde, su último disco, recientemente nominado a los Premios Gardel, en que aborda desde el tango temas como el gatillo fácil, las violencias de género o el feminismo, entre otros. Vázquez lleva una doble vida como música (cantante y compositora) y como abogada especializada en derecho penal (“una profesión que por suerte todavía me hace llorar”, señala), que también la impulsa a contar las vidas sufridas que encuentra entre foja y foja. Además, fundó el colectivo feminista Tango Hembra, que realizó ya dos festivales.
Arde demoró años en salir, pese a que ya había compuesto una cantidad enorme de temas y que había algunos candidatos inamovibles a integrarlo, como “Zabaleta”, que integró la banda de sonido de la película Ni un pibe menos. “Me pasaba que tenía demasiado y no sabía cuáles elegir, pero al mismo tiempo me faltaban cosas, como la trata de personas”, recuerda. “Uno a veces escribe no de lo que quiere, sino de lo que le sale”, admite. Por eso recurrió a Acho Estol para que pusiera los versos en “Carta a una piba”. En otros tangos también colaboraron (en la música) Mariano Pini, Anibal Corniglio, Verónica Bellini, Juanjo Hermida, Agustín Guerrero y Diego Schissi.
El disco también supone una profundización de su compromiso con ciertos temas. Si en Esa mujer ya aparecía “Por algo será”, dedicado a Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, o “Tácito”, donde se miraban las relaciones desde una perspectiva femenina cruda, los años que pasaron hasta Arde le sirvieron para destilar su obra. “Creo que los artistas tenemos la responsabilidad de contar nuestra época, sus necesidades y carencias, tenemos que ser voz y eco de esas cosas”, señala. “Estos cuatro años de neoliberalismo, de ver arrasados los derechos, las posibilidades y el futuro, me pusieron guerrera, y todo lo que canto también lleva lo que encuentro en mi otra profesión”, cuenta.
Otro tanto le debe a la irrupción de la más reciente ola feminista, que la hizo encontrarse acompañada después de años de sentirse inadaptada al machismo del circuito. “Durante años fui tildada de inconveniente, era la que llamaba a las radios y a los ‘compañeros’ de otros festivales para ver por qué no había mujeres en la programación, nunca pensé que iba a ver esta maravilla de movimiento que nos hermana”.
En alguna entrevista Vázquez dijo que no le interesaba tanto componer para las Zulemas como para los Brian y las Jésicas. “Una escribe para todos, pero quisiera que mi público me sobreviviera”, observa. “Quiero que el tango sea un género vivo, que sus letras identifiquen a los pibes, y que las Jésicas y los Alan estén adentro, porque no seremos elitistas, pero tampoco tenemos la popularidad del folklore”.