Los caminos que conducen a los libros son infinitos. Esta diversidad enfrenta un “doble” problema: la visibilidad y la circulación en un campo donde, al menos en 2019, se publicaron unos 28.000 títulos nuevos. Escape a Plutón, Carbono y el más reciente Pez Banana son clubes de libros, impulsados por escritores y trabajadores vinculados con la edición y la promoción de la lectura, que seleccionan una parte de ese vasto universo en un trabajo de curaduría y recomendación que, en tiempos de pandemia, propone a la lectura como una actividad colectiva y compartida en redes sociales, más allá del hábito solitario.

El escritor Martín Jali recuerda que cuando empezó con Escape a Plutón (www.escapeapluton.com.ar ) en 2012 tenía dos propósitos centrales: “ampliar a todo el país el acceso a ciertos libros y ediciones que solo se conseguían en un circuito de librerías acotado de la ciudad y ofrecer un espacio de curaduría y selección que permitiera trazar un recorte sobre la gran cantidad de títulos que se publican año a año”. Para Jali la figura del curador se volvió más importante. “Hoy se sumó un nuevo desafío, y tiene que ver con los nuevos sistemas de sugerencias y recomendación que llevan adelante las grandes plataformas de contenidos a través de algoritmos que hacen sugerencias a partir de los consumos previos. Es el famoso ‘si te gusto X también te gustará Y’ que proponen Netflix o Spotify y que obturan descubrimientos o lecturas por fuera de determinados patrones –reflexiona Jali-. La propuesta del club pasa por recuperar el riesgo que implica la lectura, enfrentarse a lo inesperado o animarse a descubrir nuevos autores o editoriales que no teníamos en cuenta o estaban fuera de nuestro radar”. Los más de 250 socios de Escape a Plutón pagan una cuota fija de 350 pesos, que incluye los envíos en la ciudad, acceso a la curaduría del club y el obsequio anual, entre otros beneficios, y a eso se suma el valor de los libros seleccionados del mes.

Sebastián Lidijover cuenta que el club de lectura Carbono (www.carbonolibros.com.ar ) comenzó en 2019 bajo el paraguas de cuatro editoriales independientes: Godot, Gourmet Musical, Sigilo y Leteo. “Cuando me junté con ellos surgió esta idea que tenía en la cabeza, que era mezclar dos cosas que estaban funcionando muy bien: las cuentas de Instagram que hacían clubs de lectura y charlaban de eso en los vivos y, por otro lado, el resurgimiento de los newsletters, es decir, mails curados por una persona, de algún tema en particular y con cierta periodicidad –explica Lidijover-. El club de lectura Carbono tiene la particularidad de ser totalmente gratuito y funcionar vía mail. Cada mes leemos un libro de alguna de las cuatro editoriales que lo conforman y los domingos a la mañana envío un mail para acompañar la lectura”. Carbono es el que más personas tiene suscriptas: 4000. Pez Banana –homenaje a uno de los cuentos más conocidos de J.D.Salinger- es el último club de lectura creado en marzo de este año (@pez.banana.club) por Florencia Ure y Santiago Llach. “Se nos ocurrió porque, como les pasa a todos los que tienen relación con el mundo editorial, nos viven preguntando qué leer, desde amigas de mi madre a amigos de mis hijos. Entre Santiago y yo con nuestros diversos trabajos, los amigos que publican y el placer, estamos bastante al día de todas las novedades que van lanzando las editoriales. Y se nos ocurrió que podíamos hacer una curaduría mensual y enviar un libro a los que quisieran suscribirse a nuestro club”, comenta Ure. Pez Banana tiene 500 miembros que pagan una suscripción mensual de 900 pesos, que incluye el envío gratuito.

En Escape a Plutón han leído cerca de 100 libros desde 2012. “Hay libros que generan un impacto mayor, y algo de eso ocurrió en abril. Seleccionamos especialmente para este tiempo de cuarentena Una guía sobre el arte de perderse, en el cual Rebecca Solnit propone enfrentar lo desconocido como una manera de encontrar lo que necesitamos; perdernos para redescubrirnos, ampliar el imaginario y tomar riesgos para alcanzar nuevas travesías y maneras de habitar el mundo. La lectura fue muy movilizante y generó un intercambio muy potente y entretenido”, plantea Jali. En Carbono leyeron siete libros desde octubre de 2019: las novelas Cometierra, de Dolores Reyes; Mi abandono, de Peter Rock y Los sorrentinos, de Virginia Higa; los cuentos Furia diamante, de Valeria Tentoni y Fall River, de John Cheever; y los ensayos Spinetta. Mito y mitología, de Mara Favoretto, y Biblioteca Bizarra de Eduardo Halfon. “Desde el club no vendemos libros; las personas que quieran leerlos tienen que comprarlos en las librerías. Voy avisando con antelación los libros para que tengan tiempo de conseguirlos”, aclara Lidijover. “Al ser un club de lectura que funciona por mail, cada persona puede decidir el ritmo de lectura. De todas formas no suelo contar mucho de la trama en los mails, casi que se pueden leer aunque no se haya leído el libro. Trato de esquivarle al tono erudito o pedagógico, es algo que no me gusta que esté asociado con la lectura. Los mails suelen girar sobre sensaciones o imágenes de los libros, conectándolas con algún otro libro de mi biblioteca al que me haya hecho acordar, para abrir también la posibilidad a otras lecturas”, agrega el creador de Carbono.

¿En tiempos de pandemia se lee más? Lidijover responde que no. “A una gran mayoría de personas nos cuesta conectarnos con la lectura en estos tiempos pandémicos. Quizás lo complicado en realidad no sea conectarnos con la lectura sino desconectarnos de la pandemia –advierte-. En ese sentido los clubes de lectura son de mucha ayuda. Por un lado porque de alguna forma nos ordenan estos días en que todo está tan mezclado, en que no sabemos en qué día estamos y los horarios parecen estar todos dados vuelta. Y por otro lado, porque sentir la compañía de todas las otras personas que están leyendo el mismo libro es una cercanía que en estos tiempos de distancia social se agradece y mucho”. Ure, desde Pez Banana, cree que sí se lee más. “Los amigos libreros me cuentan que están despachando a lo loco. Es cierto que somos pocos los que tenemos la bendición de tener más tiempo, pero como sea, para matar las horas o tranquilizar la mente no hay nada mejor que un libro. Convengamos que Netflix es un chasquibum que no puede mantenerse en el aire por mucho tiempo. Sirve un rato, pero si el rato es largo, mejor alternar con libros. Es imposible no sentir la necesitad de distraer la cabeza, sino estaríamos todos con chaleco de fuerza. Lo que pasa es muy imponente. Los libros son una cuevita de refugio”.