Desde Córdoba

Nacieron en el mismo año, 1949. Uno fue médico. El otro asesino. O peor que eso: genocida de la dictadura más atroz de la historia argentina. Uno, René Moukarzel, está muerto y es uno de los 30 mil. El otro, Gustavo Adolfo Alsina, fue condenado a prisión perpetua el 22 de diciembre de 2010 en el juicio Videla-Menéndez. Su crimen capital fue el estaqueamiento y martirio de Moukarzel, pero goza de prisión domiciliaria desde el 9 de marzo de 2017. El beneficio fue firmado por los jueces Liliana Elena Catucci y Eduardo Rafael Riggi , con el voto en disidencia de Ana María Figueroa. Y si bien la Corte Suprema lo revocó y ordenó que volviera a la cárcel el 2 de julio de 2019, su abogado defensor apeló y "el estaqueador", como se le conoce, todavía no volvió a su celda en el penal de Marcos Paz. 

René "Cacho" Moukarzel nació el 30 de octubre de 1949 en Frías, Santiago del Estero y fue el primero de cuatro hermanes (los otros son Marta, Nora y Carlos). "Se fue a Córdoba a estudiar medicina y se recibió en 1972 --cuenta a PáginaI12 Marta, una activa militante por los Derechos Humanos--. Él siempre destacó. No sólo por su estatura, era altísimo (1,95 metro); sino que era buen alumno, muy inquieto y tenía una voz ronquilla que lo hacía particular. Cómo habrá sido de popular acá en Frías, que cuando se recibió de médico, en el´72, los vecinos cortaron las calles para recibirlo". 

El "Turco", como también lo llamaban, militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT-ERP) y mientras estudiaba conoció a Alicia De Cicco, que era de Cruz del Eje. Se casaron y en mayo del 74 nació María Alejandra. "Cuando se la llevaron a ella --retoma Marta-- la bebé tenía un año y medio. La cuidó la abuela materna, doña Rosa Medina. El abuelo, don "Nino" De Cicco, literalmente se murió de tristeza: Alicia era su hija amada y no pudo con el dolor". Marta Moukarzel habla desde la casa familiar de Frías: "Mirá, yo creo que mi hermano sabía que su destino sería corto, por eso vivió rápido, con el corazón abierto... ¿Sabés lo que me impresionó mucho durante el juicio? Que Alsina, el que lo mató, también tenía 26 años. La misma edad de mi hermano. ¿Cómo alguien tan joven podía ser tan cruel?".


Primero  a la izquierda en la segunda fila, de lentes, Gustavo Alsina

Durante los juicios, se comprobó  que Alicia fue secuestrada por una patota del Comando Libertadores de América --CLA, la Triple A local-- cerca del mediodía del 12 de diciembre de 1975. También, que la llevaron al Campo de La Ribera y que allí el jefe de represores Héctor Pedro Vergez la estranguló con sus propias manos ¿La (sin)razón? "Tenía unos ojos hermosos, pero me miraba feo", le repitió Vergez a varios sobrevivientes. A René "Cacho" Moukarzel, que era médico en el Hospital San Roque y militante del PRT-ERP, lo secuestraron en junio del '74, y después de pasar por la tortura lo mantenían preso en la UP1. Allí su corto destino, como repite Marta, se encontró con el de Gustavo Adolfo Alsina, descendiente de otro genocida del mismo nombre, el de la "Conquista del desierto", el de la Zanja de Alsina. 

Alicia de Cicco

"Yo ví con el periscopio (una carga de birome con una hojita de afeitar pulida en la punta, a modo de espejo) cuando Alsina lo atrapó recibiendo un paquete de sal de los presos comunes a través de la reja", contó Luis "Vitín" Baronetto , quien sobrevivió a la matanza de 31 compañeros, entre ellos su propia esposa, Marta González, poco después de que pariera en cautiverio a Lucas, el segundo hijo del matrimonio.

En la mañana del 14 de julio y con sólo 2 grados bajo cero (la querella presentó el informe del Servicio Meteorológico de ese día del '76), Alsina estaqueó en el piso y desnudo a Moukarzel, frente al Pabellón 14, donde alojaban a las presas políticas. El sitio elegido por el torturador estaba muy cerca de la enfermería y a la vista de varios pabellones de presos comunes. Durante todo el día y parte de la noche, Alsina le arrojó baldazos de agua fría a su víctima. Sabía que Moukarzel era asmático y quería que muriera congelado. También obligó a algunas de las presas a que llenaran el balde en una canilla cercana a modo de tortura para ellas. Aún estaqueado, la víctima les daba fuerzas para que sus compañeras no padecieran represalias por parte del ejecutor. El castigo duró hasta la una de la madrugada del 15 de julio. Moukarzel era un hombre fuerte, un hombre joven, un hombre que quería vivir.

Alicia y René juntos.

Durante el juicio a Videla y Menéndez, fue sobrecogedor escuchar a los sobrevivientes que vieron o escucharon el larguísimo, terrible tormento desde su lugar de encierro: un involuntario, doliente coro de voces que reconstruyeron la agonía de un hombre solo ante su depredador y asesino personal.

La sobreviviente Gloria Di Rienzo recordó que "le habían puesto piedras debajo de la espalda y le tiraban baldazos de agua para que se congelara. Le ordenaban que gritara ¡Viva el Ejército, muera Cuba! El no lo hizo. Creo que no quiso desanimarnos. Qué triste victoria la de los verdugos, cuando la víctima no se rinde".

Otra presa política, Stella Grafeuille, contó: "a nosotras, las mujeres, nos abrieron las ventanas para que lo viéramos morir. El propio teniente Alsina nos amenazó: Esto les va a pasar a todos. Yo no lloré. Sabía que si lo hacía, me iban a matar”. A su turno, Norma San Nicolás les mostró a los jueces, en una recorrida por el penal, cómo "Alsina me llevó de un brazo hasta la ventana para que lo viera... (Allí, la sobreviviente atestiguó: Moukarzel) Era muy largo, sólo ví su torso, la mitad de su cuerpo. Alsina me dijo: Así van a morir todos". 

Soledad Edelveis García  recordó que "cuando se hizo de noche, en el silencio podíamos escuchar cómo el Turco hacía fuerza para respirar. Moukarzel era asmático, así que los estertores y el sufrimiento nos llegaban".

El testigo Fermín Rivera, que estaba en la enfermería, aportó: "Ví cuando lo trajeron medio muerto. Ya era de noche. Lo tiraron sobre una camilla. Yo estaba ahí hemipléjico después de una sesión de tortura. El enfermero (Julio Eduardo) Fonseca lo quiso ayudar, ponerle oxígeno, pero Alsina lo empujó. Que se atienda sólo, total es médico, gritó. Después le pegaba en el pecho y hasta le saltó encima para rematarlo".

Y "cuando el hombre murió, se mataba de risa, le saltaba sobre el pecho y le gritaba, ¡Hijo de puta, al fin me las pagaste!, agregó el propio Fonseca, a su turno. 

Ya de madrugada, "Lo habían tirado patio y lo cubrieron con una capa verde de esas que usaba el Ejército. Dos horas después, llegó un camión y lo tiraron en la parte de atrás envuelto en la capa. Nos dijeron que era un médico santiagueño”, dijo Roberto Aballe, quien en el momento del juicio era ministro del gobierno cordobés y en el invierno del ’76 cumplía con su servicio militar. 

"Más tarde, Alsina entró a las celdas mostrando como un trofeo en alto los lentes ensangrentados de Moukarzel. Gritaba ¡Esto es todo lo que quedó de él!, coincidieron en Baronetto, García, Rivera y Jorge de Breuil. Otros cautivos, como Delia Galará, (sobre)vivía su propia muerte: "esa noche, cuando mataron al Turco, perdí a mi bebé", contó.

El martes 9 de noviembre de 2010, en una audiencia que se realizó en la ex UP1para reconocimiento de los sitios donde se consumaron los crímenes, Marta Moukarzel pudo ver por primera vez sobre el lugar exacto donde mataron a su hermano. A pocos metros de ella, el estaqueador Gustavo Adolfo Alsina no negó haberlo matado. Inmerso aún en su lógica asesina y enterrándose a sí mismo en cada palabra dicha, trató de demostrar señalando paredes, árboles y ángulos inverosímiles, que nadie pudo ver lo ocurrido en ese patio. Nunca desmintió que lo hizo. Sólo quería demostrarles a los jueces y al fiscal, que lo miraban azorados como todos los que presenciamos la escena, que nadie pudo verlo torturando a su víctima estaqueada. Nada más ni nada menos que la muerte artesanal de un ser humano al que ejecutó con sus propias manos.

"Este 2020 mi hermano cumpliría 71 años... Nosotros lo recordaremos mientras esperamos Justicia", dice Marta Moukarzel. Alsina en tanto, sí cumplirá esa edad. Y por ahora en su casa de Olivos, en el partido de Vicente López. De la sentencia a "prisión perpetua en cárcel común por crímenes de lesa humanidad", sólo cumplió seis años.