Desde España
Es una carta de apenas tres párrafos, pero que señala un momento bisagra en la historia de las instituciones españolas. Juan Carlos I, anterior monarca y que mantiene el título de ‘rey emérito’ se exilia voluntariamente en medio de las investigaciones que lo señalan como la cabeza de una trama de cobro de comisiones y blanqueo de decenas de millones de euros.
Lo hace pocos días antes de que quien fuera su amante y una pieza clave en la trama, Corinna zu Sayn-Wittgenstein, acuda a declarar como imputada en una causa abierta en la Audiencia Nacional que podría involucrar el rey emérito, titulo concedido a Juan Carlos tras abdicar en favor de su hijo.
La decisión de Juan Carlos de Borbón se ha conocido este lunes mediante un comunicado de la Casa del Rey que revela que el anterior monarca envió una carta a su hijo y sucesor, Felipe VI, en la que alude a su “meditada decisión” de trasladarse “en estos momentos, fuera de España”.
Las primeras interpretaciones que comenzaron a circular por los principales medios españoles aludían este lunes a que la situación se había tornado insostenible tras conocerse las informaciones sobre los negocios opacos de Juan Carlos, el deterioro que ello ha causado a la imagen de la Corona y la presión llegada desde distintos ámbitos más interesados en preservar la institución monárquica que preocupados por la reputación del penúltimo rey de España.
Hace ya semanas que se conocía que Felipe VI estaba recibiendo presiones principalmente del Gobierno para que se desmarcara de su padre y evitar así que la ola de críticas sobre las actuaciones de éste lo acabara salpicando. La monarquía, la institución sobre la que se asentó el pacto político que dio lugar a la transición tras la muerte de Franco, lleva ya años deslizándose por la pendiente del desprestigio.
A ese proceso de descrédito contribuyeron los actos de corrupción del yerno de Juan Carlos, Iñaki Urdangarín, que lo llevaron a la cárcel, los escarceos extramatrimoniales del por entonces monarca, los costosos regalos con los que agradecía los favores de sus amantes y los detalles sobre la vida sin límite presupuestario de la que el rey emérito disfrutaba. No son pocos los que han comenzado a preguntarse si Felipe VI será capaz de hacer sobrevivir a la institución monárquica tras este nuevo episodio de corrupción con el sello de la familia Borbón.
En la carta remitida a su hijo, Juan Carlos asegura que la decisión de marcharse de España está inspirada en el “afán de servicio a España” y ante la repercusión pública que están generando “ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada”. En el texto, el ex monarca no se defiende ni da explicaciones sobre las acusaciones de cobro de comisiones y de blanqueo de dinero que se le hacen.
El texto tampoco permite desmentir que haya sido su hijo quien le reclamó que diera el paso de marcharse. “Deseo manifestarte mi más absoluta disponibilidad para contribuir a facilitar el ejercicio de tus funciones, desde la tranquilidad y el sosiego que requieren tu alta responsabilidad”, dice la carta remitida a Felipe VI. También recuerda que ha sido rey durante casi cuarenta años.
En el comunicado, Felipe VI reconoce de manera implícita la conveniencia de esta decisión, ante la que muestra “respeto y agradecimiento”. También reivindica la importancia histórica del reinado de su padre, aunque recuerda que la democracia se asienta en el respeto a la Constitución y “el resto del ordenamiento jurídico”.
El momento de comunicar la partida del rey emérito ha sido minuciosamente estudiado. Agosto es el mes por excelencia de las vacaciones en España y suele ser el elegido para tomar las decisiones cuya repercusión en la opinión pública se quiere atenuar lo más posible. No será fácil. El ex monarca tiene por delante una investigación judicial y este lunes, apenas conocida la noticia, las especulaciones giraban en torno a si la intención última no es evitar un posible llamado de la justicia. De hecho, todavía se desconoce en qué país se establecerá. Algunos periódicos afirmaban este lunes por la tarde que el rey emérito ya ha salido de España. Por ese motivo, el despacho de abogados que lo defiende se apresuró a comunicar que Juan Carlos está a disposición de la Fiscalía por si esta lo requiere.
Sin embargo, de momento, Juan Carlos ha optado por la tradición familiar y ha puesto tierra de por medio como su abuelo, Alfonso XIII, obligado a abandonar el país tras la proclamación de la Segunda República en 1931, y su padre, Juan de Borbón, que nunca llegó a reinar, vivió la mayor parte de su vida en Portugal durante el régimen de Franco y se vio obligado a abdicar de sus derechos en favor de Juan Carlos después de que el dictador eligiera a éste como sucesor.