Eliza Capai es una documentalista brasileña preocupada por temáticas sociales y por encontrar formas creativas de producción, narración y distribución. Por eso no sorprende que su nuevo largometraje, Espero tu (re) vuelta sea sobre un tema que caló hondo en el país vecino: la lucha estudiantil en su momento más vigoroso desde la dictadura militar. El film está narrado por tres estudiantes que representan puntos centrales de la lucha. Al mismo tiempo, los tres estudiantes son los responsables de unir las escenas de las tomas de colegios entre 2015 y 2017 en todo Brasil dejando entrever el carácter propio del movimiento. Son tres episodios sucesivos -años 2013, 2015 y 2017- en los que la juventud paulista ganó la calle por distintas clases de reclamos. Si bien las dos primeras luchas se dieron bajo los gobiernos de Dilma Rousseff, el responsable por las medidas fue el gobernador del estado de San Pablo, Geraldo Ackmin, actual presidente del centroderechista PSDB. El elogiado documental tuvo su estreno el 5 de marzo en el Centro Cultural de la Cooperación pero debido al estallido de la pandemia y la consiguiente cuarentena no se pudo seguir proyectando. Desde este jueves, el público argentino tendrá una nueva oportunidad de verlo, esta vez por streaming en la sala virtual de la plataforma puentesdecine.com .

"Yo acompañaba las tomas de las escuelas en San Pablo, que estuvieron muy inspiradas en lo que pasó en Chile pero también en la Argentina", cuenta Capai en diálogo con Página/12. Si bien todo comenzó en 2015, la cineasta se involucró en el 2016 cuando estaba realizando una serie sobre educación e ingresó en la ocupación de la Asamblea Legislativa de San Pablo. "Con la productora Mariana Genescá nos quedamos muy impresionadas por cómo esos jóvenes que venían de escuelas públicas muy precarias, que venían en general, de la periferia de San Pablo, lograban organizarse políticamente de una forma tan efectiva para llamar la atención de la opinión pública y de los medios para la lucha de la educación pública de calidad. Y también quisimos ver qué pasaba con esa generación. Es algo muy distinto de las otras generaciones de lucha de estudiantes en Brasil. Ponían en sus cuerpos la estética. Estética y política caminaban juntos. Hay una lucha muy grande sobre el racismo y estaban los cuerpos ahí hablando de la lucha anti racista. También hay una lucha muy grande contra la fobia al movimiento LGTBQ y esos cuerpos luchan contra eso. Lo mismo por el feminismo”, narra la directora. La cineasta y la productora se formularon, entonces, el siguiente interrogante: “¿Qué está pasando con esta generación?”. “Y de ahí empezamos a hacer la película", agrega Capai.

-¿Cómo analiza el hecho de que las mujeres tienen un rol protagónico en este movimiento?

-Si pensamos que son jóvenes que nacieron más o menos por el 2000, ellos llegaron a ser un gran movimiento. En Brasil, está lo que llamamos "La Primavera feminista", que sucedió en 2015, pero antes de las tomas de las escuelas. Entonces, creo que estas niñas y estos niños miraron y participaron de ese movimiento. Fue un momento que en Brasil empezó a utilizarse en gran escala la palabra "feminismo", desde los medios y en todas las discusiones. Fue un momento no sólo para esa generación que hoy en día tiene 20 años, sino también para las generaciones más grandes como la mía. Empezamos a comprender con una profundidad más grande qué significaba ser mujer en Brasil. Empezábamos a comprender que si tú y yo tenemos la misma formación, la misma experiencia y ocupamos un cargo de trabajo igual, es muy probable que tú recibas más que yo. Y si alguien es negra y tiene la misma formación que nosotros va tener un sueldo menor aun. También comprendemos que somos víctimas de violencias solamente por el hecho de ser mujeres, como sucede con la violencia de género. Entonces, esas niñas -en ese momento eran realmente niñas con 15 años más o menos- empezaron a dar esa discusión en toda la sociedad brasileña y se empezaron a dar cuenta de cómo el espacio de la escuela era un espacio súper machista. Vieron que quienes preparan la comida, son solamente mujeres. Que quienes hacen la limpieza de la escuela son solamente mujeres. Y cómo las mujeres están solamente destinadas a los puestos donde se gana menos.

-¿Y cuando llegaron las tomas de las escuelas?

-Eso es muy interesante porque empezaron a discutir ahí adentro desde una nueva mirada porque una cosa es cuando se discute con alguien y ahí son parte de una causa grande: la educación pública de calidad. Parte de ese mismo grupo, que estaba con muchas ganas de estar unido, empezaron a discutir. Entonces, escuché, por ejemplo, a una chica que en la primera toma que fue parte, se encargaba de la cocina. Y los chicos estaban en la parte de la comunicación. Luego, se dieron cuenta de que esos eran los roles que caben la sociedad. Pero al chico que estaba haciendo comunicación y seguridad, le encantaba cocinar. Y a la chica le encantaba la comunicación. Entonces, se dieron cuenta de que estaban reproduciendo el machismo estructural y empezaron a pensar: "¿Qué podemos hacer aquí adentro para no reproducir eso?". En ese momento, las chicas ganaron una autoestima muy grande. Y de ahí, esos chicos son mucho más conscientes que las generaciones anteriores, especialmente los que estaban ahí en las escuelas. Han discutido profundamente sobre el tema, comprenden de la importancia de ser mujeres protagonistas como para llamar la atención de la falta de protagonismo femenino que hay en toda la sociedad.

-¿Qué grado de aceptación de la sociedad brasileña tuvieron los reclamos estudiantiles?

-Varía mucho en qué momento. Si miramos el caso de San Pablo, que está en la película, al principio, tenían a la opinión pública muy en contra. La cobertura mediática enfocaba -como pasa no solamente en Brasil- en la violencia que había, reduciendo todo el movimiento a esa violencia. En un primer momento, hubo mucha opinión pública en contra. Pero luego se empezaron a difundir mucho las imágenes de la violencia policial. Y es muy chocante cuando ves a un hombre grande con todos los armamentos de la policía militar de Brasil en contra de una chica de 15 años, muy pequeña. De ahí, la sociedad empezó a ver cómo el gobierno trata el tema de la educación pública. Entonces, la opinión pública empezó a estar a favor de los jóvenes. Las escuelas son del Estado. Y el gobernador empezó a tener una caída de popularidad muy grande. Y en ese momento en que empezó a tener esa caída, fue a hablar con los estudiantes y programó para más adelante lo que él llama de "reorganización escolar" que, en realidad, significaría cerrar casi cien escuelas en San Pablo.