Entre los ganadores quedaron el agro, los servicios públicos, la pesca y los bancos. En la esquina de los perdedores, la industria manufacturera, hoteles y restaurantes, comercio mayorista y minorista y actividades inmobiliarias. Ese resultado arrojó la economía argentina en 2016 según informó el Indec la semana pasada. Una de las consecuencias de ese resultado fue la caída del empleo, porque los más afectados resultaron los sectores generadores de mano de obra en favor de segmentos que no lo son.
El valor agregado bruto (VAB) nacional equivale a la riqueza que se genera en el país en determinado año. Ese número consiste en la suma del valor agregado sectorial. “En lugar de medirlo en cantidades, se evalúa el VAB en dinero, en pesos relacionados a la inflación, de manera de observar la transferencia de ingresos entre los sectores”, explicó a este diario Hernán Herrera, investigador de la Universidad de Moreno. Herrera compiló los datos oficiales para evaluar la política económica del macrismo.
El VAB del sector de agricultura, ganadería, caza y silvicultura creció en pesos un 73,7 por ciento en 2016 frente a 2015; electricidad, gas y agua, un 59,6 por ciento; la pesca, un 58,3 por ciento; la intermediación financiera, un 54,8 por ciento, y explotación de minas y canteras, un 42 por ciento. Teniendo en cuenta que la inflación fue del 40 por ciento, esos sectores embolsaron en términos reales desde un 2 hasta un 33,7 por ciento más en pesos que durante 2015. Es decir que mejoraron sus ganancias.
En el otro costado quedaron el comercio mayorista, minorista y reparaciones, cuyo VAB subió 36 por ciento; seguido por actividades inmobiliarias, empresarias y de alquiler, con el 35,5 por ciento; hoteles y restaurantes (32,5 por ciento) y la industria manufacturera (31,7 por ciento). En términos reales, esos sectores perdieron entre un 5 y casi un 10 por ciento de sus ingresos en pesos en 2016 frente a 2015.
La mejora de algunos sectores es la contracara del deterioro de otros, por eso los economistas hablan de una transferencia de ingresos. Con la misma lógica se podría analizar la transferencia de ingresos entre clases sociales, que ofrecería para el año pasado una diferencia en contra de trabajadores y sectores medios y en favor de empresarios y rentistas.
La transferencia de ingresos desde la manufactura y el comercio hacia el agro, los bancos y los servicios públicos se relaciona directamente con un puñado de medidas instrumentadas por el Gobierno de Cambiemos. En primer lugar, la devaluación de diciembre de 2015 junto con la quita de retenciones a los principales cultivos del agro generó un incremento de la renta en los sectores exportadores y un fuerte retroceso en los sectores de ingresos fijos, como asalariados y trabajadores en general y jubilados. La seguidilla de tarifazos hicieron lo propio en favor de las empresas de servicios públicos. La caída del consumo asociada al deterioro de los ingresos perjudicó a la manufactura (que en gran medida abastece al mercado interno) y al comercio y servicios como hoteles y restaurantes. Por último, la política de altas tasas de interés motorizada por el Banco Central generó un negocio fabuloso para los bancos en contra de las pymes.
Este diario consultó a Mariano De Miguel, director del Instituto Estadístico de los Trabajadores (UMET-Citra) sobre la evolución esperada de los ingresos de cada sector de la economía para 2017. “En principio no parece que se vaya a reeditar el combo macroeconómico de fines de 2016, en donde sobresalió la devaluación de fines de 2015 y la quita de retenciones. Incluso el tipo de cambio está relativamente planchado y es probable que haya cierta recomposición del consumo que impacte en el comercio y la industria. De modo que es esperable que en 2017 no se verifique la transferencia de ingresos de 2016, pero tampoco hay ningún indicio que marque que se vaya a revertir lo que pasó el año pasado. Es decir, es probable que no se acentúe, pero tampoco se revierta, teniendo en cuenta que el Gobierno no cuenta con política industrial y que su política comercial es peligrosa. También hay que evaluar cuál va a ser la política cambiaria y tarifaria después de las elecciones de octubre”.