El Gobierno y los acreedores internacionales llegaron a un principio de acuerdo para cerrar la reestructuración de la deuda. Hasta este lunes a última hora no hubo un anuncio oficial pero la reacción del mercado con saltos de más del 10 por ciento en el precio de las acciones adelanta el avance de las negociaciones para canjear los bonos con Ley extranjera.
En el Palacio de Hacienda se espera un comunicado de los acreedores antes de informar detalles de la propuesta final con la que se hará el apretón de manos. Este martes se emitiría ese comunicado de aceptación. Para tener tiempo para definir los nuevos contratos de bonos, el gobierno extendería el plazo de la oferta que está venciendo.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, se encontró este lunes con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner para conversar sobre la evolución de la negociación con los inversores y explicar detalles de la contrapropuesta de los acreedores. Guzmán mantiene desde el inicio de la gestión vínculos estrechos con la vicepresidente y el gobernador Axel Kicillof.
Guzmán también tuvo un intercambio vía remota con el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y el presidente del bloque de diputados del Frente de Todos, Máximo Kirchner.
3 centavos de dólar
Las diferencias monetarias entre lo que ofreció el equipo económico en la última enmienda enviada a la SEC –comisión de valores de Estados Unidos- y lo que pidieron los bonistas en su contrapropuesta es de 3 centavos por dólar (evaluados a valor presente).
La cifra resulta insignificante para los fondos de inversión. Se trata de montos que no justifican en términos económico tener que avanzar en un juicio de default contra el país. BlackRock maneja inversiones en el mundo por 7 billones de dólares. Los 2 mil millones de dólares extra reclamados a la Argentina no representan ni el 0,1 por ciento de esos activos globales.
Por este motivo hace semanas que los analistas financieros mencionan que el comportamiento de los fondos Ad Hoc, Exchange y ACC –los principales acreedores del país- fue absolutamente irracional trabando la negociación. El Gobierno les ofreció estos meses una mejora en el valor de recupero desde la oferta inicial para poder alcanzar un acuerdo de buena fe.
Negociación justa
En el equipo económico plantearon desde el inicio de las negociaciones que la prioridad de la Argentina es lograr una reestructuración que cuide la sustentabilidad financiera. Esto implica que los acreedores no pierdan con este canje sino que moderen su tasa de rentabilidad.
Esta semana podría terminar de definirse el valor de recupero final con el que se cerraría la oferta de reestructuración. Hasta ahora el Gobierno presentó en la SEC un monto de 53,5 centavos de dólar. Los acreedores le pedían cerca de 56,5 centavos. El mercado especula que terminarán acordando en un valor de 54,8 centavos.
Respaldo de otros bonistas
Parte de los acreedores entre los que se encuentran fondos como Fintech y Greylock le afirmaron al equipo económico su aceptación a la propuesta de canje.
Hans Humes, titular de Greylock, es uno de los inversores que menciona que el Gobierno avanzó de forma acertada en cada una de las etapas de negociación para poder alcanzar una reestructuración exitosa.
En una conversación con la agencia Bloomberg, Humes dijo estar “muy impresionado por la paciencia y la forma en que Guzmán y Fernández manejaron este proceso”. Agregó que los fondos agresivos como BlackRock deben reconocer que las diferencias de menos de 3 centavos por dólar en el valor de recupero son insignificantes.
Planteó que sería mucho peor que la Argentina no pueda arreglar el conflicto de deuda y continuar estancada. La posiblidad de repago en ese caso cae en picada.
Aire financiero
La posibilidad de finalizar en forma exitosa la negociación de la deuda abre un nuevo panorama para el país en materia financiera y económica, sobre todo por el probable aflojamiento de las presiones de los bonistas desarrolladas a través de los más poderosos medios de comunicación de la Argentina.
Entre los principales resultados que se esperan a partir del cierre del acuerdo se destaca la menor presión cambiaria (reducción de la brecha entre el dólar comercial y el tipo de cambio implícito en lo bonos).
La brecha fue uno de los principales problemas de los últimos meses para acumular reservas internacionales del superávit comercial.
La diferencia entre las cotizaciones del tipo de cambio comercial y el financiero agravó la reticencia de los exportadores a liquidar sus ventas en el extranjero y fortaleció las maniobras de los importadores para aumentar su demanda de divisas, a pesar de tener un menor flujo de compras por la caída del consumo interno.