El presidente del Banco Nación, Javier González Fraga, reconoció ayer que un individuo que sacó un crédito hipotecario del Gobierno a 30 años puede experimentar un aumento considerable en la cantidad de cuotas que le quedan pendientes si se acelera la inflación. “Si a una persona le quedaban cancelar 200 cuotas, pero en el medio hubo algún desajuste (entre los precios y el salario), va a pasar a deber, por ejemplo, unas 250 cuotas. Lo importante es que lo que paga por mes sigue manteniendo una proporción respecto de los ingresos del individuo”, señaló el funcionario, como si ese incremento fuera indiferente.
Economistas consultados por este diario criticaron el plan de créditos hipotecarios oficial, a través de los bancos Nación, Ciudad y Provincia, asegurando que es un arma de doble filo. “Ante una devaluación brusca o una suba fuerte de los precios, el crédito puede volverse impagable. Siempre existe la posibilidad de que los salarios ajusten menos que la inflación y las cuotas que adeudas se prolonguen por siempre”, planteó Arnaldo Bocco, director de la carrera de economía de la UMET. Agregó que “el riesgo que tiene esta propuesta de créditos hipotecarios es que da por sentado que la inflación va a bajar. El esquema de préstamos para la vivienda chileno es más neutral en términos distributivos que el que se quiere implementar en el país, ajustando las cuotas por inflación”.
González Fraga, pese a las tensiones que genera un esquema de préstamos indexados por inflación, insistió en que la medida es revolucionaria y apunta a atacar la pobreza. “Sin vivienda no hay familia. La familia es la verdadera barrera contra la pobreza, sobre todo contra la pobreza extrema”, mencionó. Indicó que el Banco Nación tendrá disponible estos préstamos a 30 años en dos semanas y que no será un tema exclusivo de la banca pública sino que también lo darán privados. Aseguró que en el país el crédito hipotecario representa el 1 por ciento del PBI y en Chile asciende al 20 por ciento. “Se puede crecer 20 veces”, aseguró.
El plan apunta a impulsar el financiamiento para vivienda de la clase medida, con préstamos por alrededor de 100.000 dólares, con los que se empieza pagando una cuota promedio de 7200 pesos. Para solicitar estos préstamos es necesario tener un ingreso al menos cuatro veces mayor al de la cuota mensual, un monto que puede alcanzarse al sumar los salarios familiares. Cada banco ofrecerá estos créditos con distintas tasas, y el Nación aseguró que cobrará un interés del 3,5 por ciento para sus clientes y del 4,5 para quienes no tengan cuenta en la entidad. Esta tasa es lo que se debe pagar por encima de la inflación; es decir, es el interés real (descontado el efecto de los precios). Con el resultado del aumento de las cuotas con UVA en 2016, si alguien pidió prestado en marzo del año pasado 100 pesos, debería devolver ahora 127,5 pesos (por la inflación) y al menos 3,5 pesos más de interés.
Germán Gómez Picasso, de Reporte Inmobiliario, se mostró optimista con la medida y afirmó que la demanda de estos préstamos será muy grande. “En los noventa, si bien es cierto que la inflación era cero, te prestaban con una tasa real que era de entre 8 y 11 por ciento. Ahora, aunque hay inflación, la tasa real es la mitad. Estos préstamos van a volar. Es la mejor noticia que tuvo el sector de la construcción y el negocio inmobiliario desde 2001”, aseguró. Planteó que “si hay un descalce entre los salarios y la inflación, los bancos están obligados a extender las cuotas. Hay que pensar que a los inquilinos también les ajustan los alquileres. Para la clase media, aunque haya riesgo, este crédito sigue siendo por lejos más atractivo que alquilar”. Dijo que en enero pasado el 22 por ciento de las operaciones de compraventa de inmuebles se hicieron con hipotecas, lo que no ocurría desde hace más de 15 años. “Esto no es como la 1050, cuando la cuota ajustaba en función de la tasa de interés interbancaria y ese aumento podía estar muy desproporcionado respecto del salario”, cerró.