Rescatar la voz de algunas personas que cuentan el día a día de su país y la gran transformación que se fue llevando a cabo. Ese es el motivo de Los caminos de Cuba, documental de Luciano Nacci, que se estrena mañana jueves en Cine.ar. Quienes hablan, abren sus historias, relatan sus pasiones, sus amores y sus tristezas. Todos ellos en ámbitos culturales diferentes, pero todos atravesados por la lucha revolucionaria y la identidad. Nacci decidió alejarse de las ciudades conocidas de la isla para ir al interior de Cuba, al campo, ese lugar que fue tan determinante para el triunfo de la Revolución. Pero es poco lo que se habla de la Revolución. Son historias más bien cotidianas las que cuentan los músicos, los obreros, las tejedoras, a través de las cuales el director recopila muchas opiniones sobre Cuba 60 años después, y qué es lo que ha cambiado.

Nacido en Viedma, Rio Negro en 1990, Nacci es egresado de la Carrera de Dirección de Cine y TV del Centro de Investigación y Experimentación en Video y Cine (CIEVYC) y Licenciado en Enseñanza de las artes audiovisuales (UNSAM). En 2013 fundó Km Sur, productora con la cual realizó programas de TV y cortometrajes, muchos de ellos premiados a nivel internacional. Su opera prima, Los caminos de Cuba, participó en numerosos festivales nacionales e internacionales. Actualmente dirige el Festival de Cine Luz del Desierto que se realiza en Avellaneda, y es curador del Festival Internacional de Guayaquil, además de ser docente audiovisual en el Centro de Formación Profesional de la Ciudad de Buenos Aires.

"Siempre me interesó Cuba y siempre había querido ir. Me había llamado la atención el tema de la Revolución. Desde chico leía bastante sobre el Che Guevara. Después empecé a indagar bastante y a ver documentales sobre Cuba", cuenta Nacci a Página/12. Hasta que un colega y amigo suyo, Pablo Franco, había estado estudiando en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y volvió para contarlo. "Le comenté que quería hacer un documental pero de personas no tan comunes. Ir a retratar el campo y la música cubana, pero músicos que no son conocidos, que vienen trabajando en el arte hace muchos años, pero no Buena Vista Social Club. Me dijo que le interesaba la idea, que le encantó Cuba y quería volver. Viajamos 45 días recorriendo la isla", relata Nacci.

Los caminos de Cuba no es el típico documental sobre la isla. Incluso, el tema de la Revolución apenas si se menciona, aunque lógicamente las vidas de quienes hablan están atravesadas por ese acontecimiento histórico. "A veces, pasaba que cuando hablábamos de la Revolución y preguntábamos, las respuestas eran siempre respuestas que ya habíamos escuchado. Entonces, empezamos a buscar algo más personal. En general, buscábamos saber la vida de cada persona, cómo es la vida en Cuba, cómo lo sienten ellos y que la Revolución quede como algo medio escondido, que está, porque obviamente está atravesado e interpelado, pero más la vida de ellos", explica el documentalista.

-Al dejar de lado la ciudad e ir al campo, ¿encontraste diferencias en la manera de concebir la historia entre el hombre de campo y el de la ciudad?

-Sí, bastante, porque lo que hicimos fue ir para la zona de Viñales, que es la zona más de campo de allá y desde ahí empezar a caminar 20, 30 kilómetros campo adentro para buscar otras historias. Y nos encontramos con personajes que nunca habían sido entrevistados. Cuando estábamos en La Habana y veíamos posibles entrevistas, la gente ya había interactuado muchas veces con la cámara. Entonces, dijimos: "Vamos a encontrarnos con gente que no interactuó con la cámara". Nos metimos bastante campo adentro. Estuvimos como dos semanas porque íbamos conociendo gente. Pasaba algo: hablábamos con alguien y nos invitaba a la casa. Nos quedábamos en la casa dos, tres, cuatro días. Y después de esos cuatro días, pensábamos: "Parece que le podemos hacer una entrevista", porque se generaba un lazo y una confianza. Era como entrevistar a amigos y amigas. Y la idea era que nos contaran un poco de su vida e ilustrar eso en una película documental. Terminó pasando mucho eso con los personajes. Relataron de la forma más sincera posible qué es para ellos Cuba.

-La música juega un rol central en el documental tanto por la que se escucha como por los músicos que testimonian. ¿Buscaste mostrar las distintas facetas de la identidad cultural cubana?

-Sí, de eso hay un poco respecto de la música que se interpreta. Me pasa que yo también soy músico (saqué un disco y ahora el segundo) y Cuba es música. Es más: para entablar mucho vínculo llevé un ukelele, que es un instrumento hawaiano que no está mucho en Cuba. Hay cuatro, hay guitarras, pero ukelele no hay mucho. Si vas a las casas de música es un instrumento bastante escaso. No sé por qué será, además del bloqueo. Pero iba directamente por la calle tocando el ukelele y se nos acercaba gente a hablar y a entablar conversación. Es más: agarraban el ukelele, que no lo sabían tocar, estaban dos minutos y ya lo tocaban mejor que uno. Era una cosa de locos. Entonces, era imposible dejar la música afuera. Más a mí, porque me atrae un montón y también por el hecho de que Cuba es música. Hay una Cuba que es musical de acuerdo al turismo, porque es un país súper turístico y que se tiene que vender así. Hay una Cuba para el mundo y después hay una Cuba. Nosotros buscamos la Cuba, no la Cuba Varadero sino la Cuba interna, la que tanto no se ve. Pero la música siempre está. Entonces, no se podía dejar de lado.

-¿Se podría decir que antes que contar la gran historia de Cuba enfocaste en pequeñas historias cotidianas?

-Sí, se basa mucho en las historias cotidianas, pero que también forman parte de la gran historia de Cuba. Nada más son las que no tuvieron voces, pero no por eso quiere decir que no la cuentan. Para mí, tienen mucha injerencia porque también hay voces legendarias que vivieron la Revolución, pero desde otro punto de vista, desde otro lugar, porque estaban interpelados de todas formas. Cuando fue la Revolución Cubana de 1959 y empezaron a hacer la campaña de alfabetización, eso llegó al campo, llegó a todos lados. Entonces, esa gente se vio afectada a favor con los derechos ganados.