“Hoy cumplo cincuenta años, que es como cumplir quince pero sin espejos”. La frase le pertenece al poeta estadounidense Allen Ginsberg y fue escrita en una postal personal enviada hace varias décadas. La recuerda en el presente, al cumplir ochenta años, su destinatario, el argentino Miguel Grinberg, protagonista del nuevo largometraje documental de Federico Rotstein, que luego de estrenarse en el Festival de Mar del Plata –donde ganó el premio a la Mejor Película en la sección Banda Sonora Original– y de circular por varios eventos cinematográficos debuta online este jueves en la plataforma CineAr. Esos ochenta abriles se celebraron el 18 de agosto de 2017 y en aquel momento, en estas mismas páginas, Mariano del Mazo describió a Grinberg como “un escriba bastante inclasificable, un brote de los años 60 que se movió entre la música, el periodismo cultural, la poesía, la ecología y cierto misticismo de ramos generales. Su mayor virtud, tal vez, es el sentido de ubicuidad: una intuición de pionero que lo depositó oportunamente en situaciones que hoy resuenan legendarias”. Siguiendo esa línea de pensamiento, Satori Sur funciona como una suerte de Zelig o un Forrest Gump con IQ +130 en el cual el héroe parece haber estado siempre en los lugares y momentos apropiados, haciendo lo justo y necesario e incluso más. Y donde todo, desde luego, es absolutamente verdadero. En la película de Rotstein, el fundador de la legendaria revista Eco Contemporáneo, el traductor de Ginsberg y otros autores beatnik, el primer exégeta de Spinetta, entre otros impulsos que dejaron y siguen dejando una profunda marca cultural en nuestro país, descorre los velos de su mente para recuperar recuerdos íntimos y colectivos. También abre las compuertas de su departamento especial, al que llama cariñosamente “el submarino”, en cuyos abigarrados anaqueles descansan pasiones pasadas que siempre están volviendo al presente. Más tarde, en el estudio radial desde donde se transmite el programa Rock que me hiciste bien, recordará los tiempos seminales del rock nacional, y en una comunicación a distancia intentará conversar con el cineasta experimental Jonas Mekas, otra de las personalidades con las cuales compartió cierto tiempo y espacio.
“La idea de hacer algo con Miguel surge a partir de Laura Bruno y Martín Oesterheld”, cuenta Federico Rotstein desde la pantallita del Zoom. Los dos productores de Satori Sur tienen un proyecto en constante construcción llamado Mapa del Rock , un sitio web con un gráfico de CABA (en el futuro se extenderá a toda la provincia de Buenos Aires y el resto del país) con el cual puede interactuarse y acceder a información de lugares como los Estudios Phonalex o el bar La Perla, entre muchos otros. “Está muy bueno y todos pueden participar. Por ejemplo, si tenés una foto de Sumo en Cemento podés enviar el material. Laura y Martín tenían ganas de hacer algo con Miguel y ahí fue que me contactaron. Fui a conocerlo sin tener ninguna película en la cabeza, pero lo que habíamos consensuado era que no queríamos hacer un típico documental de entrevistas sino algo más de registro, un poco observacional, aunque no estrictamente eso. El tema con Miguel es que es un tipo que tiene muchísimo para contar y resultó claro desde un primer momento que lo más importante era hacerlo hablar”. Rotstein, codirector junto con su hermano Sebastián del largometraje Terror 5, recuerda que una de las cosas que más le llamó la atención de Grinberg fue su memoria, “casi como 'Funes, el memorioso'. Miraba una foto y decía ‘esta imagen es de julio del 54, una noche que fui a cenar con tal, tal y tal. Me sorprendió la relación que tiene con los recuerdos y la idea central de la película surge un poco de ahí, de tratar de relacionar a este tipo con tanta vida, con tanto pasado, con su presente”. Escritor, poeta, traductor y periodista. En ese orden lista Wikipedia los roles encarnados por Miguel Grinberg en su vida. Podrían agregarse los de meditador, investigador, historiador, promotor de shows, viajero, gestor, entusiasta, entre muchas otras actividades que definen su vida. Sus múltiples vidas. Fundada en 1961 por él mismo y Antonio Dal Masetto, la revista Eco contemporáneo fue un intento de posicionar las nuevas corrientes literarias y poéticas del continente americano en una Buenos Aires “demasiado europeizada”, según palabras de Grinberg en una charla al aire libre, en Parque Centenario, mientras camina junto a Juan Carlos Kreimer, otro de los integrantes de ese grupo de jóvenes que irrumpía en la vida cultural de Buenos Aires.
En medio del ascenso imparable del Yankees Go Home, Grinberg y su grupo fueron los primeros en traducir y darle prioridad a los textos de Ginsberg y otros autores estadounidenses ligados a la generación del 60. “Para él, los Estados Unidos formaban parte inexorable del movimiento americanista”, define Rotstein. “Hay algo que hablábamos mientras hacíamos la película y es que Miguel siempre fue un marginal. Cuando arranca con la revista los medios intelectuales no lo aceptaban, tampoco la izquierda. Hay también un tema en la manera en que se planteó el rock en términos políticos durante esos años. Y tipos con Spinetta, toda la banda de Moris, también se plantaron en un lugar medio lateral. No fueron militantes y obviamente tampoco apoyaron la dictadura. Es como que en la grieta hegemónica, Miguel siempre estuvo un paso al costado. Ahora también sigue siendo alguien con un discurso marginal: su orientalismo, por ejemplo, no responde a ningún canon contemporáneo”. ¿Cómo traducir a Ginsberg? Escribiéndole varias cartas y ofreciéndose a hacerlo. Satori Sur, cuyo título proviene de una de las novelas nunca escritas por Grinberg, detalla esa correspondencia, que termina en un agradecimiento del poeta y un pedido de que no tradujera sus fucks con eufemismos o el uso de asteriscos para suavizar la lectura. ¿Cómo registrar el pasado? “Al principio no me quería dejar filmar dentro de su departamento, por lo cual es un momento pensé en usar ese espacio vedado como eje del documental”, continúa Rotstein. “Pero un día me dijo ‘vamos’ y así desarmó toda esa idea. Lo genial fue que, sin relación alguna con la película, coincidimos casualmente con los productores en Nueva York. Y fue allí donde surgió la idea de escribirle a Jonas Mekas, quien nos invitó a pasar por su casa. La idea de hacer un Skype con Miguel se caía de madura y al final se terminó armando ese concepto de la película de unir esos dos espacios llenos de recuerdos, el de Grinberg y el de Mekas. Lo interesante es que son dos tipos que están siempre hablando del presente, de mirar para adelante. Ambos tienen esa ideología de que el pasado es un ancla. Sin embargo, guardaron hasta la última fotografía que sacaron”.
Hay una secuencia bella y secretamente emotiva en Satori Sur: Mekas recorre los estantes donde una infinita serie de carpetas, ordenadas temáticamente, recopilan las fotos tomadas a lo largo de toda una vida. El objetivo es buscar esa imagen en la cual aparece Grinberg. En un primer momento no logra hallarla, permitiendo así que sus manos descubran una galería de recuerdos fotográficos ante la cámara de los documentalistas. Más tarde, el realizador nacido en Lituania y fallecido el año pasado en su ciudad adoptiva de Nueva York, el director de esa obra maestra llamada As I Was Moving Ahead Occasionally I Saw Brief Glimpses of Beauty, intentará comunicarse a la distancia con Grinberg. Con éxito relativo: la comunicación vuelve a cortarse una y otra vez, las voces se congelan y aceleran al punto de la incomprensión, las palabras llegan incompletas. “La tecnología no funciona, mi amigo. Estamos en una continuación de lo mismo, distorsionados. A merced de la tecnología”, dice Mekas sonriendo. Rotstein confirma que no hay nada en esa escena creado en montaje y que durante el rodaje, cuando iba haciéndose evidente que los problemas técnicos iban de mal en peor, comenzó a ponerse muy nervioso. “Son momentos incómodos, en cualquier situación, pero imaginate en la casa de Mekas. Pero él solo la empieza a dar vuelta y termina prácticamente hablando de la película que yo estoy filmando. Ahí dejé de preocuparme, porque era claro que le parecía perfecto que esa fuera la escena en la cual iba a aparecer. Paradójicamente, un problema tecnológico insalvable lo puso de buen humor y revitalizó la película”. El director de Satori Sur relata una anécdota que no quedó en el montaje de la película: el film The Brig (1964), dirigido por Mekas a partir de una pieza teatral de Kenneth H. Brown y filmado clandestinamente en el Living Theatre neoyorquino, fue proyectado “para nadie” en un café clausurado, suerte de happening en contra de la censura, antes de ser exhibida en los prestigiosos festivales de Venecia, Londres y, finalmente, Nueva York. Grinberg, desde luego, también estuvo allí.
Spinetta, Moris, Tanguito, Los Seasons, Guinsberg, Mekas, Henry Miller, Alejandro Jodorowski. La lista de encuentros, contactos, relaciones es infinita. “Hay cosas que quedaron afuera, porque inevitablemente teníamos que tomar un segmento de su vida y nos concentramos en la juventud, terminando en la época de la dictadura de Lanusse. Pero años más tarde, por ejemplo, fue jefe de prensa de las distribuidoras Columbia Pictures y 20th Century Fox en Argentina y fue él quien promocionó La guerra de las galaxias. Hay una foto con Spielberg que quedó en la secuencia de títulos. Conoció a Bob Fosse. ¡Es un tipo con tantas vidas!”. Imágenes y sonidos. La banda de sonido de Satori Sur fue compuesta por Juan Ravioli, quien “está sacando unos vinilos que compilan a bandas actuales haciendo reversiones de temas de intérpretes que tocaron en el Aquí, allá y en todas partes”, los legendarios recitales de poesía y música organizados en 1966 por Grinberg y Susana Salzamendi y que contaron con la participación de los músicos que frecuentaban el bar La Cueva. “La primera idea que tuvimos fue utilizar esas canciones, pero nos dimos cuenta de que no terminaba de funcionar y, finalmente, Juan compuso varios temas que hacen las veces de leitmotivs: hay uno para Grinberg, otro para Mekas. Aunque también hay dos canciones, ‘Amor de primavera’ y ‘Rebelde’, que se escuchan en distintas versiones”. Rotstein cuenta que del guion escrito originalmente no quedó prácticamente nada en la película terminada y que fueron ocho armados de edición, realizados a lo largo de seis meses, antes de llegar a la versión final. Además, “era muy importante el uso del material de archivo, porque es una película que está todo el tiempo trayendo de vuelta el pasado. ¿De qué manera mostrar, por ejemplo, cómo fue para Miguel el bombardeo a Plaza de Mayo? ¿Dejo que él lo cuente con sus palabras, lo muestro con imágenes de un noticiero o, como quedó finalmente en la película, se lo ve acompañado de una música que tiñe las imágenes de cierta intencionalidad”.
El título original de Satori Sur era otro distinto: “Ritos paralelos”, a partir de los diarios de Grinberg sobre su paso por Nueva York, Memoria de los ritos paralelos. “Era algo que hacía sentido, pero fonéticamente no nos gustaba. Por un lado, no se entendía si era ‘paralelos’ o ‘para lelos’ y, además, sonaba muy a disco de rock nacional”. A pesar de ello, no parece inoportuna la idea de líneas, acontecimientos o construcciones que corren de manera paralela y al final, de alguna forma, terminan convergiendo. Una metáfora que podrían definir la/s vida/s de Miguel Grinberg. “Lo que admiro de él es su voluntad de hacer cosas y de acercar personas. Es un tipo que potenció a todos los que tuvo alrededor. Hacía cuarenta años que no lo veía, pero Mekas lo recordaba. Es un tipo gracias al cual tuvimos acceso a mucha cultura marginal. ¿Qué hubiese pasado si él no hubiera estado ahí, viendo lo que pasaba en La Cueva y armando esos recitales? Es alguien que ayudó mucho y que fue muy generoso con el resto. En su momento, gracias a la correspondencia, logró armar una red de personas mucho antes de que existiera Internet y las redes sociales. Fue alguien que siempre vio más allá, incluso un mundo globalizado antes de que ocurriera”.