La causa por un supuesto encubrimiento a Ibar Pérez Corradi se convirtió en un verdadero escándalo a raíz de las filtraciones de las escuchas telefónicas a Oscar Parrilli y, de hecho, a Cristina Kirchner. Se trata de espionaje político puro y duro, perpetrado por el gobierno de Cambiemos a través de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Fue la ex SIDE la que impulsó el expediente armando un sumario contra Parrilli, luego tuvo a su cargo las escuchas, puso a un hombre propio a oír 24 horas lo que hablaban la ex presidenta y su colaborador, luego pidió una extensión de dos meses de la intervención telefónica, se llevó los audios al edificio central de la calle 25 de Mayo y produjo la transcripción de todo lo que hablaban. Pero no se trata del único hecho: se filtraron también escuchas, concretadas por la AFI, que la jueza María Romilda Servini de Cubría mandó a destruir por inexistencia de pruebas. La AFI no las destruyó y aparecieron en los medios. La gravedad de lo ocurrido aumenta porque los audios y transcripciones filtradas no tienen nada que ver con Pérez Corradi ni con algún delito, sino que se trata de conversaciones políticas y personales de una ex presidenta. Por lo tanto, llama la atención que no haya impacto en el Ejecutivo, renuncias, destituciones, ni siquiera repudios de Cambiemos a un hecho categórico: funcionarios del Gobierno, desde la AFI, armaron precausas, sumarios y causas para escuchar a una ex presidenta y alimentaron filtraciones de sus diálogos privados. Es como si Donald Trump espiara a Barak Obama o Mariano Rajoy a Podemos.
La transcripción el domingo en Infobae de nuevas escuchas aumenta el escándalo. Tampoco en esos textos hay nada que tenga que ver con Pérez Corradi o con algún delito. Son diálogos sobre la UIA, el gobierno de Mauricio Macri o el peronismo, es decir que se hizo un espionaje político y una utilización política ilegal.
Sorprende incluso la respuesta de la UIA a la ex presidenta. La agrupación de los industriales no se negó a contestar cuando se le pidió opinión sobre dichos de CFK que se originaron en un gravísimo espionaje ilegal. Se trata de un atropello institucional.
Quien tiene la investigación por las escuchas y las filtraciones es el juez Rodolfo Canicoba Corral. Todo indica que habrá imputaciones a la AFI sobre todo por las escuchas realizadas en el marco de la precausa que autorizó Servini y que la magistrada ordenó destruir. En ese caso, el espionaje ilegal es flagrante porque es material que siempre estuvo en poder de la AFI y apareció en los medios de comunicación.
Queda evidenciado que la mano que está detrás de todos los casos es la misma: la ex SIDE, manejada por el hombre más allegado a Mauricio Macri, Gustavo Arribas. El mismo que vive en el departamento del Presidente.