Karina abre las puertas del salón en Tres Isletas, busca la leche en polvo, pone a calentar el agua. Juan, en un barrio de las orillas platenses, ordena las pelotas, guarda prolijamente los conos y las redes de aquellos entrenamientos. Promete a los suyos un campeonato de penales ni bien pase el temblor. En Ranelagh, José y Patricia pintan un mural donde Diego Maradona tendrá la melena que le prestará la copa de un árbol. Los chicos esperan que Viviana les mande los pasos de una coreografía difícil, los practican una y otra vez. Se preparan los celulares de la pandemia, las ediciones de entrecasa.
La vida comunitaria y las tareas del cuidado dibujan un mapa de dimensiones imposibles. Entrenadores de barrio, cocineras de madrugada, mamás cuidadoras. Una radio propagando las noticias de la esquina. Toda Latinoamérica es una red de energías que nadie ha convocado.
A través de dos siglos, a lo largo y ancho del país, se escriben miles de estas historias. Cocinas familiares, patios de polvo y aljibe, clanes y tribus, barrios recién estrenados, mutuales y colectividades despertaron y siguen despertando pasiones y vocaciones. Habitamos la gigantesca trama de instituciones que nuestro pueblo creó a su medida.
Paulo Freire en Brasil, Alberto Morlachetti y Graciela Frigerio en Argentina, le pusieron palabras, pero sobre acciones, a esta pedagogía de los márgenes. Gracias a ella, Juanito Laguna encontró, fuera de las instituciones, las referencias y abrazos que necesitaba. Sin embargo, para las élites de la Argentina, este recorrido es intrascendente. Juanito Laguna necesitó, y sigue necesitando, su conmiseración. El problema de la Argentina es que Juanito Laguna no hizo, ni hace, suficiente mérito.
A contracorriente de esta filantropía de cabotaje, la comunidad de iguales abriga, abraza y sostiene. Imagina respuestas, ligas de fútbol, centros de apoyo escolar, copas de leche y casas del niño. Este trabajo cotidiano, hecho de ternura y presencia, hace posible algo que llamamos infancia aún en el basural de la desigualdad. Cada día, miles de líderes y referentes sociales se cargan al hombro esta tarea. No es trabajo, es amor, dicen las damas de caridad mientras ofrendan su ropa usada, sus culpas de clase. Los trabajadores comunitarios descreen de esa definición, buscan la propia. La pandemia ofrece algunas pistas: estas personas cumplen un rol social, pero también económico. Hoy, en las organizaciones comunitarias de la Argentina, sus trabajadores saben que lo que hacen es amor y es trabajo.
Una ciudadanía desprevenida está descubriendo el valor de este trabajo. Ya sabe que sin las organizaciones comunitarias resultaría imposible transitar esta tragedia. “La crisis económica multiplicó la importancia de las organizaciones sociales, que actúan como primer sostén”, reza un reciente artículo de este mismo diario a raíz del mapeo de organizaciones que está realizando el Observatorio del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) junto al área de Políticas Públicas de FLACSO y el CEUR-CONICET.
El Estado de la democracia conoce la potencia de este trabajo. Ha acordado, tanto a nivel nacional como provincial y municipal, la ejecución de cientos de programas a través de organizaciones que aportaron su capilaridad y potencia transformadora. Sin embargo, nuestras leyes y reglamentaciones no han previsto que esta capacidad proviene de trabajadores y trabajadoras que aún esperan ser reconocidos. Cada día, en miles de casas y cocinas comunitarias, se produce el milagro que aún no tiene ley.
Los proyectos que se están presentando en estos días en el Congreso de la Nación buscan declarar de interés público y dotar de un régimen especial al trabajo comunitario. Se trata de saldar una deuda histórica, de dar coherencia a nuestros aplausos. Estos hombres y mujeres tienen algo de heroico, pero no dejan de ser habitantes de este mundo. Son trabajadores que brindan servicios y producen bienes económicos. Es amor, y es trabajo.
Para conocer la Agenda NIÑEZ Y COMUNIDAD: . http://equiposweb.com.ar/proyectos/ . Para conocer la propuesta de Régimen especial para trabajadores comunitarios: Régimen laboral del trabajador/a comunitario/a. Exp. 3789-D-2020
La autora es Diputada Nacional