Somos un río invisible de mujeres que sostiene en el cotidiano la vida de las comunidades y que sufrimos en carne propia el avance del extractivismo: la soja que empujó el ganado al humedal; el agronegocio que transformó la forma de producción de vacas; el acopio industrial de pescado; el eje hidrovía Paraguay-Paraná; el sistema de puertos privados; el puente Rosario-Victoria; el mercado inmobiliario que amenaza nuestra vida en las islas sin ningún control.
Hoy la quema es el emergente de la situación estructural del modelo agroindustrial extractivo, que ahora se prepara para una nueva fase de arrasamiento de nuestra Pacha, que incluye la producción a gran escala de porcinos para exportar a China, nuevos eventos de la biotecnología (CRISPR-Impulsores Genéticos), duplicación de la producción de bioetanol y biodiesel para ampliar la matriz de la biomasa alimentaria para los agrocombustibles, promoviendo + desmontes + agrotóxicos + fertilizantes sintéticos, a lo que se le suma el manto de un proceso de innovación tecnológica denominado Ag Tech - Agricultura 4.0 que reconoce como mentor a Bill Gates y su plan Ag One para la agricultura mundial .
Las quemas salvajes muestran la pelea con fuego de los enormes intereses que quieren dominar el escenario del porvenir del humedal.
La quema de la tierra es laceración del cuerpo nuestrx. Nosotras sentimos la tristeza de la quema y el sufrimiento del río. En nuestra identificación con la tierra pulsamos su padecimiento, porque los que conviven con nuestro cuerpo corren: estampidas de nutrias que huyen desesperadas de unas llamas que las incineran. Todo negro, tierra quemada, humo asfixiante.
Nosotras somos una palabra hablada que dice que estamos unidas luchando por lo mismo, a pesar de la pandemia con su agenda de aislamiento, estamos conectadas, encontrándonos, para reconocer al extractivismo como la mano del patriarcado capitalista, que nos quita nuestro río y trabaja de la misma manera sobre nuestros cuerpos femeninos y femenizados.
Las mujeres del río nos dimos cuenta de que en las quemas hay una historia (acá queman desde que llegaron las vacas en 1582), también hay una estructura del capitalismo extractivo, y hay unos malditos que prenden la mecha. Para nosotras las feministas, la dominación de las mujeres tiene una larguísima historia, una estructura histórica y compleja, y un maldito que va y te mata.
Para arrasar con la tierra primero tuvieron que desplazar a las poblaciones isleras. Así, junto a los feminismos comunitarios, indígenas y populares, comprendimos que este vaciamiento del territorio recae sobre las mujeres, que somos las que tejemos los lazos comunitarios.
Antes había pequeños pueblos por los humedales. Un factor decisivo en la desaparición paulatina de estas formas de vida ha sido el puente que une Rosario y Victoria (año 2000). Fue cuando cortaron el río por la mitad, y entonces dejó de pasar la lancha de transporte de pasajeros, que era una comunicación indispensable para la vida cotidiana.
Además, de la economía feminista hemos aprendido sobre la identificación productiva que hace el capital, de nuestro cuerpo con la naturaleza. La identificación del cuerpo de las mujeres y de la trama femenina/feminista que sostiene las comunidades, con el despojo extractivo del territorio, es la identificación productiva de cómo opera el capital para extraer valor. Ya siempre lo venía extrayendo en el trabajo doméstico y de cuidados invisible de las mujeres. Si a eso le sumamos que la comunidad está obligada a desplazarse porque no tiene servicios, ni educación, ni salud, le queman el campo vecino y se le quema la chacra y los amenazan, las familias se van a los barrios pobres de las ciudades.
¿Qué es el Río Feminista? Una metodología de hacer esto que vamos siendo…
En el Río Feminista con nuestra práctica, activismo y reflexión colectiva, vamos atando cabos que vinculan el despojo extractivo y la quema de los humedales, con las historias de vida y las luchas y resistencias invisibles de estas que somos, las mujeres de las islas.
Vamos construyendo una mirada feminista desde nuestro lugar concreto y corporal, que narra las historias de vida, anuda las luchas y reúne las voces de nuestra memoria política del río. Juntamos nuestra experiencia microscópica de mujeres en la construcción comunitaria del territorio de los humedales, con la investigación y el mapeo de los actores del saqueo.
¿Qué es el Río Feminista? Somos una invitación…
Un sueño, un proyecto, un propósito de rescatar/revivir la memoria política del río, que es un territorio en agonía. Nosotras decimos: se quema la isla, se quema Victoria, nos estamos quemando. Tenemos preguntas: ¿cómo sostenemos los hilos qué quedan? ¿Cómo nos posicionamos frente a la enormidad de los intereses en juego? ¿Qué hacemos con el monstruo y sus agentes y amigos?
¿Qué alcanzamos a ver, en este reconocimiento de memorias políticas, que nos ayude a pensar qué vamos a hacer?
Nosotras decimos que la quema es el emergente, es la consecuencia de no tener una mirada feminista antipatriarcal del río.
Estamos recuperando nuestras memorias y contagiando palabras en la comunidad. Las palabras son depredadas, arrasadas, extraviadas. Estamos poniendo en los medios de comunicación de Victoria y en los relatos cotidianos palabras que no estaban. Para poder definir nuestra situación, traemos palabras viejas y otras nuevas, para dotar de sentido el presente y e iluminar la vida amenazada.
Somos en múltiples voces. ¿Qué somos? Somos en asambleas. Somos estas grupas de mujeres que atamos y desatamos luchas, las ponemos en evidencia, nos dotamos de politicidad. ¿Quién nos roba el río? Sacamos preguntas a la esfera pública, interrogamos a les representantes del pueblo. ¿Aún se puede de otra forma? El puente Rosario-Victoria nos hace pensar que sí. Hasta ahora, el puente/camino ha sido cancelador de la vida del río y vena abierta de América Latina. Sin embargo, los pueblos de las dos orillas, lo usamos para unirnos contra la quema y salvar a los humedales. ¿Cómo nos organizamos? En redes, decidimos de formas asamblearias horizontales, vamos por las preguntas, confiamos y nos queremos, desciframos los mapas de la dominación, hacemos articulaciones que tengan centros operativos y no centros políticos. Vamos descubriendo una potencia amorosa de transformación.
*Victoria, Entre Ríos.