El acuerdo de Argentina con sus acreedores externos fue festejado por los economistas de casi todo el espectro ideológico. Sin embargo, meses atrás, la gran mayoría señalaba que la crisis del coronavirus complicaba las negociaciones, creando el ambiente para su postergación. La atención dispersa de los acreedores y la elevada incertidumbre para tomar decisiones, eran los argumentos esgrimidos por los economistas “serios” para darle aire a esos fondos de inversión. Por suerte, Martín Guzmán desoyó sus consejos y continuó la negociación en medio de la pandemia.
"La negociación de la deuda debe pasar al 2021" señalaba Carlos Rodríguez el 24 de marzo (Ambito). “Con esta volatilidad y caída de los activos, Argentina baja en la prioridad de los inversores y es más difícil que se enfoquen”, Miguel Kiguel de Econviews (Cronista, 11 de marzo). “La atención que se puede recibir se ve dispersa, con lo que si bien para algunos puede ser un punto a favor a “aceptar” condiciones no favorables con tal de cerrar el punto, es un juego peligroso, y hasta pensado de manera simplista”, señalaba la consultora Portfolio Personal Inversiones (Cronista, 11 de marzo).
“Si bien el actual precio de los activos podría significar que la oferta argentina resulte más tentadora para los bonistas, en un contexto de incertidumbre es poco probable que se tomen decisiones importantes de parte de los grandes fondos”, destacaba el informe de marzo de PxQ (Ambito, 16 de marzo). El economista jefe de la consultora Elypsis señalaba que "la atención y los intereses de los acreedores están puestos en otro lado que tienen que atender y por lo tanto tendrán menor capacidad de diálogo que la que el Gobierno requiere” para que “se llegue a un acuerdo exitoso" (Ambito, 22 de marzo).
Coincidía Mauro Mazza de Bull Market Brokers, al señalar que “pasamos de ser eje de discusión a ser uno más en la lista de países con problemas. No creo que ningún fondo acepte estas condiciones macro para aceptar cualquier quita" (Ambito, 22 de marzo). Miguel Boggiano de Carta Financiera también pronosticaba que “en ese contexto, la Argentina es una parte muy chica para los fondos. Es irrelevante que la Argentina mejore la propuesta: va al default” (Noticias, 18 de marzo). También Porzecansky afirmaba el 15 de marzo a Clarín que “es un momento pésimo y no habrá ninguna sensibilidad. Es probable que Argentina desemboque en default”.
Una de las pocas voces discordantes era la del CESO que en su informe de marzo sostenía: “Si el flujo financiero hacia la Argentina no se va a incrementar, ni va a colaborar para relajar la restricción externa, tiene poco sentido posponer la negociación para cuando los acreedores tengan mejores condiciones de negociación o hacer una oferta benevolente que no colabore significativamente a reducir la presión sobre las cuentas externas de la Argentina. En suma, el coronavirus refuerza la posición de una oferta de reestructuración agresiva sin demasiadas dilaciones”.
@AndresAsiain