Ángela Torres empezó su carrera en los medios cuando tenía 10 años. Debutó como actriz por la puerta grande, en la famosísima serie infantil Patito feo. Luego no dejó de entrar y salir del teatro, el cine y la TV: participó de varios hits, como Solamente vos, Esperanza mía o la película de Gilda. Y en 2018 llegó su primer protagónico, en la comedia musical diaria Simona. Hoy, Ángela Torres tiene (nada más que) 21 años y sabe lo que quiere: cantar sus propias canciones y estar con sus amigues. De hecho ya tiene listo su primer álbum, el EP La Niña de Fuego.
Ya había sacado algunos singles cuando todavía era una adolescente, pero el álbum propiamente dicho era una cuenta pendiente. Y se hizo esperar porque fue fruto de una gran búsqueda: Ángela quería que el dico fuera bien suyo, y para eso tuvo que mirar mucho hacia adentro (batallando sus propias inseguridades), hacia afuera (inspirándose en amigos y otros artistas) y hacia atrás (encontrándose con su herencia familiar).
"Fue una búsqueda muy larga y personal. No quería hacer nada que no me saliera de adentro, nada que sintiera impuesto; necesitaba que fuera genuino, y por eso tardé tanto", cuenta por videollamada desde su casa. "Mi primer tema, que fue La vida rosa, salió desde ese lugar auténtico. Y hoy lo escucho y lo sigo sintiendo muy verdadero, me sigue representando todo ese sentimiento adolescente", dice y se ríe.
Para encontrar su voz y su sonido, la joven artista primero tuvo que encontrar la inspiración y la seguridad. Haber hecho en los últimos años muchos amigos en el mundo de la música le dio el envión necesario. "Toda mi vida estuve en un círculo más de actores. Hacerme amigues músiques y verles en el escenario, el abrazo con la gente que querés después de tocar, ir a festivales, todo me ayudó a animarme y encontrar mi sonido."
Un amigo que la inspiró puntualmente fue Louta, con quien la química musical fluyó instantáneamente desde la primera vez que entraron a un estudio juntos. "Me inspiró muchísimo. Lo que hace en vivo me trasmite algo que nadie más puede. Y es muy seguro de lo que hace. Compartir con él me ayudó mucho a encontrar esa seguridad que necesitaba."
La nieta de fuego
Otra persona que tuvo que ver muchísimo en la creación del álbum fue su difunta abuela, la legendaria actriz y cantante Lolita Torres. La niña de fuego, de hecho, es una canción originalmente suya, y el título de una película que protagoniza. Ángela pertenece a una familia de artistas y el escenario es un lugar que le es familiar desde siempre, pero es loco cómo fue la de su abuela, quien falleció cuando ella era un bebé, la presencia que más vibró en el proceso de crear su álbum.
No solo la homenajeó desde el título, sino que también introdujo un fragmento de la canción en la presentación en vivo de su single Aló, desde su casa. Una interpretación que dejó a todo el mundo boquiabierto. "A mi abuela casi no la conocí personalmente, y siempre me flasheó que fuera mi abuela. Con lo que a mí me gusta cantar, verla a ella cantar así, su presencia.... La veo en videos y no puedo creer que soy su nieta", cuenta Ángela, con inocencia.
La figura de Lolita fue, de alguna manera, la que terminó de cuajar el sonido, el concepto y la lírica detrás de La Niña de Fuego, que aún no tiene fecha de publicación. "Es muy loco cómo apareció como principal referente de estas canciones sin proponérmelo. En el estudio les mostré la canción Niña de fuego a los productores y al instante entramos todos en la misma vibra. Todo empezó a fluir." Los productores son nada menos que el brasileño Ibere Fortes y Alizzz, el español detrás de éxitos de Rosalía, Becky G y C. Tangana. Para trabajar con ellos, Ángela viajó a Barcelona.
La voz propia
Ángela escribió sus propias letras y encontró en la dinámica de estudio el complemento que le faltaba y una manera de sortear las dificultades que siempre la asaltaron a la hora de componer. "Desde chiquita escribo muchos cuadernos. Ahí aparecieron muchas canciones sin que me diera cuenta. Componer siempre fue un tema, porque yo además no soy música, no es que para hacer una canción agarro la guitarra", explica.
Pero al llegar al estudio español, cerró seis canciones en seis días. "Todo fluyó al instante, yo viendo como trabajan ellos, ellos cebándose con lo que les traía… no paraba de bajar la data. Se generó un clima de mucha ilusión trabajando, y a mi la ilusión es un sentimiento que me encanta."
Los singles que ya pueden escucharse dan ejemplo de un álbum que tendrá un sonido cohesivo y refinado entre el trap, el R&B y la influencia española. Rosalía y Ariana Grande, dos de sus heroínas musicales, se hacen notar como referentes en estas canciones. Pero la escena argentina es lo que más la convoca y enorgullece: sus playlists, dice, están constituídas casi en su totalidad por artistas mujeres argentinas, y sin proponérselo. Y eso le encanta: "Zoe Gotusso, Lara 91k, Nicki Nicole, Malena Villa… ¡se está armando algo muy picante!", celebra.
Hasta ahora se pueden escuchar y ver los videos de Aló y Guapo. La primera tiene un video que mezcla la vida en aislamiento y la realidad virtual, como un fiel reflejo del momento de su creación. El segundo presenta a Ángela bailando y divirtiéndose con algunos de sus amigues más cercanos. Algo que siempre es importante y emotivo pero que cobra una dimensión mucho más profunda en los tiempos que vivimos.
"Estoy quedando demente/ Con toda esa mierda que se inventa la gente/ No les importa cómo uno se siente/ A veces quiero llorar, ya no quiero pensar", empieza Guapo, que es "la canción más personal" del EP. "Es el tema que más me representa. Habla de que hay mucha gente opinando sobre vos, y eso duele, pero que hay que mirar todo el amor que una recibe y lo luminoso que es estar con gente que te quiere."
La amistad
Guapo está inspirada, precisamente, en los buenos momentos compartidos con amigues. El grupo de pertenencia es todo para ella. "Todo lo que no es trabajo es amigos. Y ahora, con la música, ¡el trabajo también es con amigos! Esos momentos son mi inspiración. También me inspiran el amor y el desamor: nunca estuve tan inspirada para escribir como cuando tuve penas de amor."
Para su amiga Ofelia Fernández, tal vez su relación más comentada mediáticamente, solo tiene elogios y admiración. Sobre su calidad humana y también sobre su rol político. Ángela es feminista, siempre se manifestó explícitamente sobre lo que cree correcto y, por el contrario de la mayoría de la gente, le toca aprender delante de todo el mundo.
Siempre se hizo cargo. Desde que usó un pañuelo verde para cantar el himno nacional en los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2018, decisión que le valió varios cruces con todo el sector más conservador, incluído Eduardo Feinmann. Hasta el menos feliz episodio donde fue acusada de apropiación cultural por hacerse las trenzas afro.
"Sobre ese tema sigo aprendiendo. Claramente cuando me las hice no sabía todo lo que las trenzas podían significar para ciertos grupos de personas. Sigo aprendiendo porque no es un tema fácil, pero obviamente voy a empezar por no volvérmelas a hacer", cuenta con humildad.
La televisión y la música
A Ángela el feminismo le cambió la vida. Para alguien que viene del ambiente de la TV y que creció delante de las cámaras, fue fácil acostumbrarse a discursos que hoy podemos identificar como nocivos: competencia y celos entre compañeras, colegas varones que ganaban más que ella por el mismo trabajo e incluso "sugerencias" sobre su peso, siendo apenas una adolescente.
"Yo trabajo desde muy chica y el ambiente de la tele es complicado. Mucho machirulaje, y en aquel momento prácticamente solo hombres en el lugar de toma de decisiones. En el momento no me di cuenta de que estaba mal, pero me dijeron que tenía que adelgazar si quería conseguir un protagónico. Yo igual era feliz haciendo eso, estaba cumpliendo mi sueño que era actuar y estaba ahí porque quería", cuenta.
También la pone feliz cruzarse con mujeres mayores con las que trabajó de niña, y con las que en su momento hubo situaciones desagradables de celos, envidia y pelea de egos. Eso también era parte de la silenciosa opresión patriarcal, mucho antes de que la palabra sororidad se popularice.
Hoy siente que tanto ella como las demás cambiaron de actitud. "Veo que esos manejos ya no se dan tanto y ahora la relación entre compañeras en el arte es otro, y me pone muy contenta. Es lindo poder perdonar y ver que hay mucho más apoyo. Todas estamos aprendiendo."
Amiguera como es, Ángela está feliz de sentir una especie de comunidad, de apoyo tácito, entre todas las mujeres que están en la misma que ella. Y se emociona: "Ahora siento que todas somos amigas. Antes era distinto, parecía que las mujeres en el arte nos teníamos que comparar, competir entre nosotras, sentir envidia. Hoy siento algo muy poderoso entre nosotras. Desde el cariño a través de las redes hasta como te miran si te cruzan en una fiesta. ¡Hoy nos miramos distinto!"