Una multitud expresó este jueves en Beirut su indignación contra la clase política libanesa, acusándola por las potentes explosiones que devastaron parte de la ciudad y en medio de la visita al país del presidente de Francia, Emmanuel Macron. El mandatario, bien recibido por los manifestantes enardecidos, pidió reformas al gobierno porque, caso contrario, el país "se seguirá hundiendo". El Líbano atraviesa su mayor crisis económica en décadas. La cifra de víctimas por los estallidos del martes, según el gobierno causados por un incendio accidental que alcanzó un depósito de 2.750 toneladas de nitrato de amonio en el puerto de la capital, ascendió al menos a 157 fallecidos y más de 5 mil heridos, cifra que podría aumentar a medida que avancen las tareas de rescate. Las pérdidas por las explosiones se estiman en 15 mil millones de dólares, y 300 mil personas se quedaron sin techo, aseguró el gobernador de Beirut, Marwan Aboud. El gobierno ya confirmó que solicitará ayuda al FMI. A los problemas económicos se suman los sanitarios: por el colapso en hospitales, que siguen recibiendo heridos por las detonaciones, se pronostica un fuerte rebrote de coronavirus.
Sin quitarse en ningún momento el tapabocas, Macron aseguró en su recorrida por las calles de Beirut que va a proponer "un nuevo pacto político" y pidió a los principales dirigentes libaneses "cambiar el sistema, terminar con las divisiones y luchar contra la corrupción". Macron, quien vio en primera persona la destrucción del puerto, dijo que la visita era "una oportunidad para tener un diálogo franco y desafiante con las autoridades políticas y las instituciones" del país árabe, una excolonia de Francia. El mandatario europeo dijo que su país trabajará para coordinar la llegada de ayuda, pero advirtió que "si no se hacen reformas, el Líbano se seguirá hundiendo".
Más tarde, al visitar uno de los barrios más afectados por las detonaciones, una multitud se congregó en torno al mandatario y expresó su ira contra todos los partidos políticos del Líbano, incluyendo el grupo islamista Hezbollah, cantando "Revolución" y "El pueblo quiere derribar el régimen", eslóganes de las masivas protestas del año pasado. Para muchos libaneses, el desastre del martes fue la gota que rebalsó el vaso tras soportar durante décadas a un grupo relativamente acotado de líderes políticos, en un país parlamentario donde los cargos más elevados están reservados a representantes de comunidades religiosas.
Macron llegó al país asiático en medio de múltiples promesas de ayuda internacional. Decenas de países anunciaron y otros ya concretaron el envío de aviones o barcos con equipos e insumos médicos. Por su parte el gobierno de Jordania dijo que en las próximas horas construirá un hospital de campaña en Beirut con 160 médicos, decenas de camas y dos quirófanos.
En tanto, el jefe de la Administración de Aduanas del Líbano, Badri Daher, confirmó en una entrevista con el canal LBC que habían enviado cinco o seis cartas en los últimos años a la justicia para que se retirara el nitrato de amonio del puerto, que estaba allí desde 2013 luego de ser confiscado a un barco de Georgia. Daher dijo que todo lo que podía hacer era alertar a las autoridades de la presencia de materiales peligrosos, y que incluso esa era una tarea que no le correspondía ni a él ni a sus predecesores.
El pequeño país con costa al Mediterráneo sufre un alto desempleo y una crisis financiera, monetaria e hiperinflacionaria que dejó a muchos libaneses sin los ahorros de toda su vida. Las autoridades declararon el estado de emergencia en Beirut, liberaron una partida presupuestaria de 100 mil millones de libras libanesas (unos 56 millones de euros) y crearon una comisión de investigación que debe aportar sus conclusiones sobre las causas de lo ocurrido.
El ministro de Economía Raul Nehme aseguró que los esfuerzos económicos no son suficientes, y por ese motivo el país pedirá ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI). "La capacidad del Estado es muy limitada, y también lo es la del Banco Central y la de los bancos. No estamos nadando en dólares", señaló en una entrevista con la cadena de televisión Sky News Arabia.
Pero los problemas no terminan ahí. La emergencia sanitaria derivada de las explosiones hacen temer una disparada de casos de coronavirus en el país. Así lo señaló el ministro de Salud, Hamad Hassan, quien aseguró en declaraciones a la radio oficial libanesa que la necesidad de dar prioridad a la atención de los más de 5 mil heridos que causó la devastadora explosión podría generar un "aumento de los enfermos en los próximos días". Los hospitales de la capital libanesa quedaron colapsados en las horas inmediatamente posteriores a la tragedia, con miles de personas llegando con heridas de distinto grado a la espera de ser atendidas.