Los días de encierro y streaming provocan novedades bienvenidas. El ciclo La Previa, que organiza La Usina Social los viernes y domingos en IG Live con la conducción de Tomás Quintín Palma, arriba hoy a la televisión y en formato especial. Artistas diversos, célebres y muchos emergentes, dialogan con el entrevistador y dan forma a un envío renovado, que podrá verse los viernes a las 23 por Somos Rosario, y a través del canal 520 de la plataforma Flow en todo el país. Los martes a la misma hora también podrán verse por Somos Santa Fe y Rafaela. 

“Con algunos ya tenía un vínculo, había un diálogo previo. En la casa de (Hernán) Casciari, por ejemplo, estuve un par de veces. Es por eso que cuando dialogás, a veces acceden a mostrar alguna vulnerabilidad o algo que tal vez no harían con quien no hubiese relación. Pero eso no quiere decir que seamos amigos”, aclara Tomás Palma a Rosario/12.

Versátil, irreverente, Palma tiene un pie acá y otro en Buenos Aires, aun cuando “vine a Rosario a pasar la cuarentena por 15 días y ya llevo 130”. Los medios los atravesó a todos y las redes le vienen perfecto. Ingresa amable en la intimidad del entrevistado, le habla con confianza y modos imprevistos. Así, por ejemplo, a Andrea Rincón o Pedro Saborido. Lo mismo con Sebastián Wainraich y Soledad Pastorutti. De esa manera, también con Casciari.

“Está el recurso de la falsa espontaneidad, y lo uso mucho en las redes sociales. Parece que el tipo improvisa pero en verdad tiene un guión. Me acuerdo de haber ido a ver a (Alejandro) Dolina hace unos años y el tipo caía con papeles en la mano. Después de 20 años, cuando puede ponerse a hablar sin necesidad de ningún papel, sin embargo los usa. Esa introducción tiene mucho suspenso”, continúa.

--De todos modos, se nota que te dejás llevar por lo que sucede.

--Uno está todo el tiempo en constante actividad, es una esponja permanente, chupando lo que dicen personas, películas, libros. Pero en verdad hay un libreto. Apelo al ejercicio de la asociación libre, a escuchar al otro, para que la conversación no pase por las cinco preguntas previstas. Así como cuando estás en un bar hablando con alguien, vas divagando, de una palabra a otra. Esto implica también estar dispuesto a equivocarse y que salga mal. Hubo notas en donde yo dije cualquier cosa y el entrevistado también. Lo positivo es que además de errores, hay aciertos. Me acuerdo con Señorita Bimbo o con Casciari, en donde pensás ‘acá está pasando algo’. Tiene que ver con la importancia de conectar con el otro, en un discurso que sea superador. Muchas veces terminé emocionado con algunas de las conversaciones.

--De alguna manera, lo relaciono con tu trayectoria. Estas entrevistas no fueron pensadas como televisión, y sin embargo ahora sí. Hay una reinvención casi imprevista.

--Estas cosas que uno hace tienen esto de no saber en qué vas a estar trabajando en seis meses. Es un vértigo, distinto a la idea de planta permanente y más parecido a una planta que se mueve (risas). A veces me encuentro haciendo cosas que no sabía que iba a hacer, pero tiene que ver con decisiones que tomé y con mi deseo. Eso es algo que comparto también con Casciari: uno se entrega a los proyectos y empieza a llegar por el deseo. Desde ya, tiene que ver con la coyuntura, y obviamente desde un lugar de privilegio y de clase media, que me lo permite.

Las entrevistas respetan el formato vertical de Instagram, y completan la información visual con aspectos ligados a la figura en cuestión. La interacción funciona, con la relevancia puesta en el ámbito íntimo del entrevistado o la entrevistada, al que llega la imagen pero también la palabra de Tomás Palma. “Hay una idea muy interesante, la de ‘atención flotante’, de Freud, en donde el analista estucha al paciente sin juicio de valor y sin moral. En mi Instagram subo algunos videos con Simón, tiene 5 años y dice unas maravillas totales. Tratamos de no exponerlo mucho, pero cuando hablo con él es un juego total, de libertad, donde nadie nos corrige. Eso es algo que a veces aplicamos con las charlas, sin estar con el dedo señalando ‘mirá qué racista, qué viejo choto, o tiene complejo de Edipo’. En todo caso, que el juicio de valor lo haga, si quiere, quien esté mirando. También es un lujo que te permite esta pelotudez del celular, en donde lo escuchás y ves al ‘Puma’ Goity desde su casa, con 120 días de encierro, diciendo ‘no aguanto más, ya me leí todos los libros, esto es un embole’. Es algo que tal vez no declararía de esa manera en un estudio de televisión. La situación permite también algún exabrupto o barbaridad, que no estarían permitidos en otros ámbitos porque serían políticamente incorrectos.”