Un día como hoy, pero veinticinco años atrás, dejaba este mundo Jerry García. Cantante, compositor, banjista y guitarrista larguero, versátil, lisérgico, que había llamado a su grupo Grateful Dead. Algo así como muerte agradecida o muerto agradecido, tras hurgar en el Britannica World Language Dictionary. Un osado cruce con lo inexorable del destino, que no solo ya se la agarró con él sino también con tres de los cuatro tecladistas de la banda californiana: Ron McKernan, Keith Godchaux y Brendt Mydland (en ese orden). Jerry fue entonces cuarto dead de los Grateful, y el momento le llegó pasadas las 4 AM del 9 de agosto de 1995, con 53 años recién cumplidos, y un mes después de haber dado el último show de su vida, en el Soldier Field de Chicago. Pudo haber muerto antes. Y varias veces. Una, bien temprano, cuando su hermano Tiff le clavó un hacha sin querer en la mano derecha y le destruyó el dedo corazón. Otra, cuando casi ve a su papá biológico morir ahogado, mientras éste pescaba en el Russian River de California. Y la tercera, la más directa y premonitoria, cuando un coma diabético casi lo aniquila en 1986, poco antes de grabar In the Dark, uno de los mejores y más populares discos de la banda. Y de la posterior gira con Bob Dylan, que derivó en el irregular Dylan & The Dead.
Pero al final lo terminó fulminando lo que a muchos: un ataque al corazón. Y por las mismas razones que a muchos: el cigarrillo y las drogas... Nada novedoso en ello, claro. Sí en sus efectos, porque casi 30 mil personas fueron parte de despedida final de Jerry en el Golden Gate de San Francisco, y todas lo lloraron a morir. Lo cantaron. Cuando algo así pasa, como con Lennon, como con Zitarrosa, es porque algo pasó. Y lo que pasó, en el caso de este hijo de gallegos cuyo nombre completo era Jerome John García, fue una vida totalmente entregada al rock and roll y a sus buceos más profundos. Junto a los multifacéticos Grateful Dead, sobre todo, con quienes publicó 22 discos en estudio durante treinta años (1965-1995), además de generar las más largas e improvisadas zapadas en vivo que se hayan visto y escuchado en la historia del género. Pero también mediante sus variopintos proyectos paralelos. Desde la Jerry García Band hasta New Riders of the Purple Sage -grupo que armó con David Nelson y John Dawson-, pasando por Legion of Mary, o sus dúos con Merl Saunders y con el mandolinista David Grisman, en los que también mostró los dientes.
Se lo puede recordar entonces picando archivos sobre lo dicho. O liberando púas para dejarlas correr sobre algunos discos clave de los Grateful. Una buena opción es Steal Your Face, grosso compendio en vivo publicado en un LP doble de 1976, donde brillan gemas del tándem Hunter-García (“Stella Blue” o “Ship of Fools”, entre ellas). Otra, más tardía en el tiempo, es indagar en In the Dark, el disco de la tapa con las caras invertidas mirando hacia arriba (o hacia abajo, depende el punto de observación). Así se puede traer a Jerry hoy, a casa. Así, o apelando a la última novedad. Es que, tras cincuenta años escondido vaya a saber en qué recoveco, Warner desempolvó un material que, bajo el nombre de The Angel's Share, desclasifica y revela casi tres horas de grabaciones inéditas, directamente vinculadas a Workingman´s Dead, excelente quinto disco de los Grateful, y predecesor inmediato de otro que no le fue para nada en zaga: American Beauty.
El viejo y a la vez flamante material está poblado por 64 tomas desechadas, pertenecientes a ocho de los temas del disco. Seis de ellas -versiones instrumentales incluidas- corresponden a “Uncle Jonh´s Band”, la canción de aires beatle que abre el disco; ocho a la balada folk “High Time” y catorce a la pieza que, a juzgar por la cantidad de tomas realizadas en el Pacific High Recordings de San Francisco, fue la que más costó: “Dire Wolf”. “¡Guauu! ¡Suena fantástico! ¡Como si estuvieras en el estudio sentado frente a Jerry!”, define bien uno de los fanáticos deadheads, en los comentarios que siguen a la lista subida a youtube. “Cuando termine la pandemia, quiero que este álbum se reproduzca en todo el planeta”, dice otro, un tanto más volado. Como yapa, el sello reeditó el disco original, remasterizado; y publicó por primera vez el show que la banda dio el 21 de febrero de 1971, en el Capitol Theatre.
Los archivos inéditos, en tanto, fueron hallados entre las sombras, en decenas de carretes de dieciséis canciones, dentro de unas cajas “sin rótulo”. Allí permanecieron indemnes desde marzo de 1970, cuando la banda grabó Workingman´s… con su mejor formación: Mickey Hart y Bill Kreutzmann en baterías, Phil Lesh en bajo, Ron “Pigpen” McKernan en teclados y el jazzero Bob Weir en guitarra rítmica. Las tomas manoteadas al olvido incluyen también charlas entre los integrantes del grupo, o entre estos y sus productores del momento (Bob Matthews y Betty Cantor-Jackson), con quienes se los escucha cruzar ideas sobre arreglos, ritmos y partes de canciones. Entre palabras, se oye decir a Jerry “Manténgala unida, malditos”, en una de las tomas del “New Speedway Boogie”, otra gema de la era. Precuelas de aquel trabajo, al cabo, que representa una llave exacta para entrar al mundo Grateful. A ese universo de bluegrass con brisas gallegas, de folk y psicodelia, de country-rock, de jazz y ácido, de motos y roadies, de whisky… Y permanecer un largo rato allí, como un deadhead cualquiera, viajando al espacio a través de los solos de Jerry. Capturando su esencia más genuina.