Los vecinos de la Villa 21-24, el populoso asentamiento del sur de la Capital en el que viven apiñadas aproximadamente setenta mil personas, siguen sufriendo cortes de luz, problemas de agua y cloacas colapsadas. En medio de la pandemia y con más de 3100 casos confirmados de coronavirus en la barriada, que abarca los barrios de Barracas, Nueva Pompeya y Parque Patricios, las deficiencias de infraestructura hacen cada vez más difícil sostener las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio. Hay familias que viven sin heladera, estufa o celular porque se les quemaron debido a los problemas de tensión. Otros pasan días sin poder higienizarse por la falta de agua. "No tener agua o luz, que son fundamentales para enfrentar el virus, nos afecta muchísimo", advirtió la coordinadora de la Secretaría de Salud de la Junta Vecinal de la villa, Dagna Aiva.
Los problemas en la 21-24, el asentamiento más grande de la Ciudad, no son nuevos. Vienen desde hace décadas. Y aunque hay fallos judiciales que obligan al gobierno porteño tanto a solucionar las falencias y peligros del deficiente servicio de electricidad de esta villa en particular, como a proveer de agua potable a los vecinos de todos los barrios populares, ambas sentencias han sido incumplidas por la gestión de Horacio Rodríguez Larreta. En cualquier caso, lo que ha cambiado es que la pandemia ha visibilizado, si acaso había algún funcionario distraído, cuán esenciales son los llamados servicios básicos: electricidad, agua, sistema de alcantarillado.
En los últimos meses sufrieron 33 cortes de luz y 6 incendios por desperfectos eléctricos. Además, estallaron 5 de los 7 transformadores que hay para las 64 manzanas del barrio.
"La situación sigue estando igual. Vecinos sin agua y vecinos sin luz. Lo último que se estaba programando con Edesur era un saneamiento que no va a cubrir la necesidad que tenemos. Hay cinco manzanas muy damnificadas, que son la 14, 15, 18, 19 y 20 que están sin agua. Y por el momento no hay mesa de trabajo con Edesur ni con Aysa. Estamos a la deriva y viendo qué acción colectiva vamos a tomar porque no tenemos respuestas", advirtió Aiva a Página/12.
Y agregó que los cortes "afectan muchísimo la vida de todo nosotros. Muchas de las personas tienen bombas y tienen que juntar agua en los tanques. Y si no tenemos luz tampoco tenemos agua. Es terrible vivir en esta situación. No tener agua, no tener luz, las cloacas colpasadas, y no tener trabajo ni espacio para que los pibes se recreen, no poder salir en este contexto edilicio que tenemos... se hace muy difícil una cuarentena como corresponde" explicó la referente barrial. Y agregó que los edificios que hay en los barrios son la mayoría" inquilinatos donde ni los vecinos ni los chicos tienen siquiera un patio para sentarse. Tienen que usar los pasillos, Es muy difícil estar viviendo de esta manera. Aunque los problemas son históricos, en plena pandemia es mucho más difícil y doloroso".
María Zubieta, referente del sector Loma Alegre y encargada desde hace 8 años del comedor Madre Teresa de Calcuta, donde da de comer a más de 300 personas por día, dijo que "hay días enteros que no tenemos agua, o nos falta la luz. La semana pasada porque la luz iba y venía en el comedor se nos quemó un freezer. Con los cortes a mucha gente se le quemaron electrodomésticos que pudieron conseguir con mucho sacrificio. Y nadie se hace responsable por esas pérdidas".
Para Zubieta, que vive hace 22 años en la villa, lo que hay es "un abandono del Estado. A pesar de los reclamos, y los años que se viene luchando en el barrio, las respuestas son muy lentas. En Loma Alegre hay telarañas de cables, cables podridos, y lo que hacen es parches sobre parches. Nosotros necesitamos soluciones de fondo, que haya buena distribución del cableado, que las cámaras estén como corresponde". La referente barrial, que estuvo internada por coronavirus y quedó con secuelas, remarcó que en las condiciones actuales "la cuarentena se hace muy difícil".
"Cuando hay corte de luz en una manzana, las personas van a otra manzana, a lo de un familiar o un amigo, y no saben si están o no infectados. Sin luz ni agua y con el frío se hace muy complicado. En nuestro caso, cuando se corta la luz tengo que buscar algún vecino para llevarle la comida del comedor porque no puedo darme el lujo de tirar ni un tomate. Y el problema es que durante el día podés tener luz, aunque muy baja porque nunca llega a 220 (voltios), y a la noche se te corta, o al revés", remarcó.
La titular de la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria de la Facultad de Ingeniería (FIUBA), María Eva Koutsovitis, recordó a este diario que "en 2019, junto a las organizaciones que integran la Junta Vecinal realizamos un relevamiento sanitario y eléctrico exhaustivo que incluyo 550 viviendas relevadas, 110 determinaciones de presión y muestras de la calidad del agua de consumo, que evidenció que el 70% del barrio se encontraba en riesgo sanitario crítico y el mismo porcentaje en emergencia eléctrica".
Al respecto, el legislador porteño del Frente de Todos Santiago Roberto dijo que "nos genera mucha preocupación el abandono por parte del gobierno porteño a los vecinos y vecinas del Barrio 21-24, que no reciben ninguna ayuda y ni siquiera tiene los servicios básicos garantizados. Este es un reclamo que venimos haciendo al gobierno de Larreta hace casi 5 meses, cuando comenzó la cuarentena".