Desde 2017, Lautaro Perotti protagoniza Próximo, obra de Claudio Tolcachir donde se pone en debate el papel de la tecnología en las relaciones afectivas. Allí, junto con su colega Santiago Marín, recrea la historia de una pareja que se conoce a través de internet. Y sin querer, algo de premonitorio hubo en esa trama, al punto que en medio de una gira del espectáculo en Madrid estalló una pandemia que obligó al artista a reconfigurar su oficio a través de las pantallas.
Así nació ¿Cuándo me lo ibas a contar?, pieza dirigida y escrita por Perotti e interpretada por Andrés Ciavaglia y Noelia Balbo, quienes se conectan por Zoom, desde Buenos Aires y Barcelona respectivamente, para convertirse en Raúl y Elena, dos ex cuñados que mantienen un vínculo de amistad a pesar del paso del tiempo y la distancia. Veinte minutos de videollamada entre ambos alcanzan para capturar la atención del espectador. “Tenía programado para este año distintos proyectos, y me agarró la cuarentena en Madrid con ganas de hacer cosas”, explica el director que ya había usado la plataforma como herramienta pedagógica, y quiso ir más allá. “Sentía curiosidad de ver cómo podía contar una historia por Zoom. Y desde lo argumental me interesaba pensar cómo se podía generar un thriller con este medio. No me entusiasmaba hacer algo filmado sino la idea de contar algo en vivo, con el riesgo que tiene el teatro, en el sentido de que cada función es distinta. Y de esa manera, con la intención de experimentar, surgió esta obra”.
-¿Cómo fue el proceso de trabajo a través de Zoom?
-Muy fructífero. En esta plataforma se mezclan los géneros. Por un lado, hay mucha proximidad con lo que es la actuación y dirección de actores en los medios audiovisuales, porque se trabaja para una cámara y eso requiere de otra energía. Y por otro lado, también hay cosas del teatro, como el hecho de que sucede en vivo y de que no hay una edición donde el director marca los ritmos y los tiempos. Y teníamos que conjugar todo eso: saber cómo manejar los tiempos y la información desde la actuación, y a su vez cómo actuar para una cámara y no para una platea. A mí me resultó muy práctico. Los argentinos ya estamos acostumbrados a transformar la dificultad en una posibilidad, y me parecía que si me quedaba detenido en las limitaciones tenía un justificativo para no hacer nada. No me quería resignar a eso.
-¿Y qué evaluación hace de la experiencia?
-Creo que cumple el objetivo de poder seguir haciendo algo parecido a lo que es el teatro. Y aunque no lo reemplaza, esta es la manera en la que podemos expresarnos hoy, y además es un permanente descubrimiento, porque ves que hay cosas que varían, como el saludo que se hace al terminar la función. En este sentido, me conmueve mucho escuchar que la gente, en vez de aplaudir, dice: “el teatro hace bien” o “el teatro vive”. Eso me hace pensar que, además de los teatreros que estamos sin trabajar, hay mucho público, sobre todo en la Argentina, ávido de ver teatro. Y, de alguna manera, siento que a través de la pantalla nos estamos empezando a encontrar. Eso me motiva y me atrae.
-A propósito, Próximo habla precisamente de esta posibilidad que habilita la tecnología para poder “encontrarnos” a la distancia.
-Sí. Es impresionante la vigencia que ha tomado la obra. Por eso con Claudio y Santiago estamos muy ansiosos de volver a hacer funciones, porque un debate que se abría muy habitualmente con el público era cuán ciertas y sinceras son las relaciones que se establecen a través de la tecnología. Si son buenas o son malas. Si aíslan o conectan. Me parece que cuando volvamos a interpretar esta historia el mundo va a ser otro, y me inquieta saber cómo va a ser la reacción de la gente después de la experiencia que vivió en estos meses.
-Hay un debate al interior de la comunidad teatral que pone en cuestión el concepto de teatro virtual. Están quienes lo perciben como algo paliativo para el actual contexto, y los que advierten un riesgo en ese formato. ¿Cuál es su mirada al respecto?
-Me resulta raro resistirme o poner un freno a algo que es inevitable. Porque hoy no hay otra posibilidad. La situación es gravísima. Los actores, directores y escritores necesitamos trabajar. Pero también las salas de teatro necesitan un ingreso y seguir manteniendo el lugar, como nos pasa en Timbre 4, para cuando podamos abrir las puertas. Es un poco ingenuo pensar que alguien puede reemplazar el hecho teatral con alguna de estas cosas. Pienso que en tal caso nacerá otra posibilidad de escribir y actuar historias. Pero el teatro va a seguir, porque resistió guerras mundiales, bombas en las salas y dictaduras. Sobrevivió a todo. Y es muy importante para quienes lo hacemos, pero también para quienes lo ven y lo disfrutan.
* ¿Cuándo me lo ibas a contar? se transmite los sábados y domingos a las 18, y las entradas pueden adquirirse en Alternativa Teatral o en www.timbre4.com .