Ayer 7 de agosto la Iglesia Católica hizo memoria de San Cayetano, y gran parte del pueblo argentino también acudió al santo, patrono del pan y del trabajo, para pedir justamente el sustento de cada día (el pan) y el dignificante de toda vida (el trabajo).
Cayetano de Thiene fue un hombre del siglo XV, de familia acomodada, que transitó su vida en lo que hoy conocemos como Italia. Luego de doctorarse en derecho civil y canónico fue ordenado sacerdote y eligió como misión en su vida “servir a los más pobres”. Su lema fue “nada para sí, todo para el prójimo”. Fundó diversas instituciones para lograr ese fin, una de las más reconocidas es la organización Monte di Pietà (que posteriormente se convirtió en el Banco de Nápoles) cuyo objetivo era combatir la usura, uno de los grandes males económicos que sufren los/as de abajo.
La devoción por San Cayetano en nuestro país parece que comienza en el siglo XIX de la mano de María Antonia de la Paz y Figueroa, una mujer que donó todos sus bienes y dedicó su vida al servicio de los más pobres. Consiguió un terreno en la zona de Liniers, Buenos Aires, y ahí se construyó el templo donde hoy cientos de miles de argentinos/as acuden a pedir trabajo. La popularidad del Santo se disparó, lógicamente, luego de la crisis de 1930, y desde ese momento no ha parado de crecer. Somos testigos año tras años de esa fe popular que moviliza a gran parte de nuestro pueblo para llegarse a San Cayetano. Sabemos que en tiempos de crisis esa multitud aumenta.
El 7 de Agosto del 2016 cientos de miles de personas organizadas en los movimientos populares protagonizamos un hecho inédito. En lugar de caminar hacia el Santuario de San Cayetano, caminamos 13 kilómetros desde el Santuario de San Cayetano hacia la Plaza de Mayo a exigirle al gobierno de Mauricio Macri paz, pan y trabajo. La marcha estuvo encabezada por la CTEP, la CCC y Barrios de Pie, y acompañada por sindicatos como la CTA, SUTEBA, UTE, etc. El Página/12 de ese día cuenta que “el acto en Plaza de Mayo fue cerrado por tres oradores, Esteban Castro, de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular; Amancay Aradura, de la Corriente Clasista y Daniel Menéndez, de Barrios de Pie. Los tres lanzaron fuertes críticas al gobierno. Los oradores reclamaron 'un salario universal complementario' y la declaración de la 'emergencia social'. A su vez, Castro resaltó la figura del papa Francisco, a quien definió como 'el Papa compañero, quien nos dijo que había que hacer la reforma agraria cuando estuvimos en el Vaticano'.”
Ayer se cumplieron 4 años de esta marcha que marcó un antes y un después en la vida de los movimientos populares de Argentina y en la vida de los/as trabajadores/as de la Economía Popular. Un hecho fundamental que afianzó la construcción de unidad de los/as de abajo frente a un gobierno de saqueo, miseria y hambre encabezado por Mauricio Macri. De esos 13 kilómetros, y del sueño y esfuerzo de muchos/as nació la UTEP, la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular. Un hecho novedoso por ser el sindicato de todos aquellos hermanos y hermanas que se inventan su propio laburo, asociado, autogestivo, comunitario y sin patrón, trabajadores y trabajadoras que aún no tienen todos los derechos que le corresponden.
De esa unidad salieron la Ley de Emergencia Social y el salario social complementario, la Ley de Emergencia Alimentaria y la Ley de Barrios Populares. Conquistas fundamentales para sostener la vida de cientos de miles compañeros y compañeras que son obligados a habitar las periferias económicas, sociales y geográficas.
San Cayetano es conocido también como “el Padre de la Providencia”. Justamente el término “providencia” tiene dos grandes definiciones que en nuestro pueblo argentino están íntimamente ligadas sin contradicción alguna. Por un lado es el cuidado que Dios tiene de la creación y de sus criaturas, y por el otro es una disposición anticipada o prevención que mira o conduce al logro de un fin. Como dice siempre nuestro Secretario General, el Gringo Castro, el pueblo no separa la fe de la lucha. Entre las características más sobresalientes de nuestro pueblo se encuentran la generosidad, la solidaridad y justamente la lucha. No es propio de nuestro pueblo quedarse sentado de brazos cuidados aguardando que Dios, San Cayetano o el Estado se ocupen del cuidado de la vida, de los vecinos y vecinas, de la comunidad.
Esta pandemia puso al descubierto una vez más el esfuerzo de nuestro pueblo por cuidar de sí mismo, especialmente en los barrios populares, asentamientos y comunidades. Expuso una vez más la importancia de la organización popular, de la conciencia política y de la tozuda esperanza de que “todo terminará bien” a pesar de las críticas, los ataques y las fakenews de los profetas del odio.
Hoy los movimientos populares celebramos el esfuerzo de 4 años de unidad, hacemos memoria de las conquistas obtenidas, de esas políticas reales que le cambian la vida a millones de compañeros/as de cada rincón del país. Lo hacemos en un contexto complejo y difícil, por los estragos que está causando el COVID-19 y los estragos que causó el gobierno de Macri. Lo hacemos en un contexto de grandes avances, voluntades y conquistas, como el ReNaTEP, el Potenciar Trabajo, los acuerdos con los acreedores de la deuda, el relanzamiento del ProCrear, etc.
Hoy los movimientos populares miramos a nuestro costado y nos encontramos juntos/as, con nuestras diferencias, enriqueciéndonos, discutiendo y a veces enojándonos. Nos encontramos de pie, cocinando, construyendo, levantando, arrimando, sosteniendo, produciendo, sembrando, cosechando, fabricando, marchando, peregrinando y cantando. Unidos como pueblo atravesados por esa solidaridad de los/as de abajo. Organizando la providencia, construyendo el porvenir.
*Movimiento Evita UTEP