Cuarentadoros, ilusioneras, aguantadores de mi patria; seres, seras y seros que siguen contándole tooodas las noches el mismo relato a su puericultado; niñes que preguntan a sus progenitudes qué quiere decir “pasear”; mascotas que se han vuelto psicoanalistas de sus otrora humanos adoptantes; hinchas de Boca, River, Racing o Flandria que sueñan con cánticos tribuneros en castellano mientras degluten, fin de semana a fin de semana, las amargas tribulaciones del fútbol liechtenteniano; fanáticos de la rivalidad, para quienes ahora el clásico de los clásicos es “Nefli vs. Amazonpraim”, romántiques que buscan enamorarse de alguien que viva a menos de dos cuadras como condición sine qua non: todos ustedes reciban mi más sincero codo.
Les decía, hace pocos días –creo que siete, pero disculpen, mi ritmo circadiano está algo alterado, así que quizás haya sido hace dos años o tres minutos–, que estaba sorprendide por la actitud expresidencial francorrajante; no entendía por qué se fue y nos dejó así; tendía a pensar que se trataba de un exdespechado:
"¿No me votan, no me quieren más? Ahora van a ver: me rajo a Europa para olvidarlos, para no tener que verles la cara de crisis, para que no me echen la culpa de todos sus males y todos mis bienes, y, por sobre todas las cosas, para que no me juzguen”.
Este párrafo, digno de un teleteatro setentista –de esos que duraban cinco años–, podría haber reflejado la realidad de los hechos. Y así hubiera sido si el autoeyectado se hubiera llamado a silencio. Pero no. No fue así. No se fue para olvidarnos, sino para que lo recordemos y, digámoslo con la gravedad del caso, para seguir interfiriendo en lo que conocemos como "política nacional", aunque él lo llamaría “mi caprichito”.
Así, habla de libertades, de reforma judicial y de tantas otras cosas, y pretende, desde su lujosa cuarentena europea, dirigir eso que algunos llamarían “su espacio”, y otres, “su banda”.
La historia y la literatura son pródigas en casos de grandes líderes que, desde su exilio, eran referentes obligatorios de los destinos de su lejano pero no por eso menos añorado país. Recordemos la bellísima novela El recurso del método, de Alejo Carpentier, o señalemos –es inevitable– los tiempos en que el general Juan Domingo Perón residía en España, y allí iban todos y todas les que querían tener voz y voto en nuestro país, para lograr su aval o, al menos, la foto en la puerta.
Quizás, el Ex Sumo Maurífice quiera sentirse a la altura. No lo está. Ni de lejos. Ni siquiera sería “el que se sacó la foto”.
Sus adláteres, lejos de correr a verlo, apenas si dedican parte de su tiempo a anotarse en la carrera sucesoria y la otra parte a intentar la imposible justificación de la escapada: con el futuro meme “reuniones impostergables”, pasando por la digna de un cuento de ciencia ficción “ejercer su cargo de la Fundación FIFA”, para llegar a la número uno del top hit: “Mauricio fue a trabajar”.
¡Naaaaaa...! Las diferencias entre el exilio de Perón y la fuga de Macri son tantas que podrían dar lugar a un libro que nadie estaría interesado en escribir, ya que nadie lo compraría, pues todos, al menos en la Argentina, las conocemos de memoria o de olvido.
Como "el arte se anticipa a la realidad”, terminamos esta nota con la letra de Fugao a París, canción de RS Positivo (Rudy-Sanz) que intenta parodiar un clásico de nuestro acervo cultural tanguero. Además, podrán ustedes ver el video en el cual “el bisnieto de Gardel” lo interpreta –y, si gustan, suscribirse al YouTube de los autores.
Fugao a París (Rudy-Sanz) -parodia-
Malcriao por la guita que heredó del viejo
dejó Buenos Aires, rajó del país
el tipo se ha ido, bandeado de apremios
nos dejó engrampados, y ahora está en París.
Algunos amigos están enojados
se fue calladito y sin avisar
sospechan que el quía está hasta las manos
por las autopistas y por espiar.
Partió de Buenos Aires, se fue sin saludar
bien llenas las valijas, con ropa pa esquivar
pa esquivar la Justicia, en eso es un “carpeón”
porque él sabe que, en Suiza, no hay extradición.
¿Cómo hará, Cambiemos, su cuenta corriente
ahora que el jefe los abandonó?
Alguien me ha contado que están impacientes
buscando un reemplazo que no apareció.
Las ganas que tienen los jueces de verlo
ya tienen el traje a medida para él
quién sabe, esta vuelta, lo encanen en serio
y ¡chau, manolarga... cantale a Gardel!
Hasta la que viene.