Las explosiones en el puerto de Beirut que dejaron 158 muertos el martes pasado fue lo último que decidió soportar el pueblo del Líbano. Durante la tarde del sábado hubo un levantamiento popular que derivó en la toma de varios ministerios. La situación fue controlada por las fuerzas de seguridad que reprimieron a los manifestantes. La gente también se congregó en la plaza central de la ciudad. Allí expresaron su hartazgo con el gobierno al que culpan por la catástrofe. Para descomprimir la situación el primer ministro libanés Hassan Diab dio un mensaje televisado a todo el país donde propuso adelantar las elecciones legislativas. "Asumimos nuestras responsabilidades y sabíamos que el país estaba en un estado de colapso político, financiero y administrativo", admitió Diab, citado por el diario L'Orient-Le Jour. "Sin embargo, solo podremos salir de la crisis estructural en Líbano organizando elecciones legislativas anticipadas para producir una nueva clase política", agregó.Tras la explosión que dejó devastada buena parte de la ciudad , más de 300.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares.
“El día del Juicio”
Los libaneses ya venían soportando el peso de una crisis económica inédita. La explosión en al capital fue la gota que derramó el vaso y relanzó un movimiento de protesta que había comenzado en octubre pasado. La crisis del coronavirus fue la causa por la que el movimiento perdió fuerza. Cerca de la Plaza de los Mártires, epicentro tradicional de las marchas en la ciudad, se produjeron enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Los manifestantes lanzaron piedras hacia la policía que respondió con gases lacrimógenos. "Estamos oficialmente en guerra contra nuestro gobierno", declaró una activista, Hayat Nazer.
La consigna con la que se reunieron en la plaza céntrica miles de personas fue: "El día del juicio". Los ciudadanos reclamaron a la clase dirigente que se responsabilice por la catástrofe del martes. Instalaron guillotinas de madera y agitaron sogas. "Venganza, venganza, hasta la caída del régimen", clamaron mientras las fuerzas de seguridad intentaban impedir a algunos grupos avanzar hacia el Parlamento. Al igual que durante la crisis del 2001 en Argentina, los bancos fueron uno de los blancos elegidos por la ciudadanía. Desde el año pasado el gobierno impuso duras restricciones para retirar y transferir de dinero. "No podemos más. Somos rehenes, no podemos salir del país, no podemos sacar dinero de los bancos, el pueblo está muriendo de hambre, hay más de dos millones de desempleados", expresó Médéa Azoury, una manifestante de 45 años.
Mientras las fuerzas de seguridad se concentraban en mantener el orden, unas 200 personas lideradas por oficiales retirados del ejército tomaron la sede del ministerio de Relaciones Exteriores. Rebautizaron el lugar como la "Sede central de la revolución". El exgeneral Samir Rammah exhortó a través de un megáfono a levantarse para perseguir a todos los corruptos. Detrás de él los manifestantes descolgaban y pisoteaban el retrato del presidente Michel Aoun. El ejército, enviado como refuerzo, desalojó el lugar horas más tarde usando balas de goma y gas lacrimógeno. Otro grupo de personas también intentó tomar la sede central de la Asociación de Bancos y la incendiaron antes de ser desalojados por el ejército. Varios ciudadanos irrumpieron también en el ministerio de Economía, así como el de Energía, símbolos de la mala gestión de los servicios públicos. La Cruz Roja libanesa informó que fueron trasladadas a hospitales cercanos 63 personas heridas. Otras 175 recibieron asistencia en el lugar.
“Pónganse de acuerdo”
Con el caos creciendo en las calles, el primer ministro anunció que adelantaría las elecciones legislativas. Diab sostuvo que solo los comicios iban a permitir salir al país de la crisis en que se encuentra. "Pido a todos los partidos políticos que lleguen a un acuerdo sobre la próxima etapa", añadió el jefe de gobierno. El político formó su gabinete en enero tras la renuncia de Saad Hariri a finales de octubre bajo la presión de las protestas. “Estoy dispuesto a seguir asumiendo mis responsabilidades durante dos meses hasta que se pongan de acuerdo", indicó Diab. Y dijo que presentaría su propuesta el lunes al Consejo de Ministros.
Aún no fueron esclarecidas las causas de la gigantesca explosión en el puerto. La catástrofe dejó más 6.000 heridos, dentro de los cuales 120 siguen en estado crítico, según el balance del sábado del Ministerio de Salud libanés. Además, 21 personas permanecen desaparecidas, y 43 sirios murieron, según su embajada en el Líbano. El presidente informó el viernes que no iba a propiciar una investigación internacional. A su vez, afirmó que la explosión podría haber sido causada por negligencia o por un misil. Una veintena de funcionarios del puerto y de las aduanas fueron detenidos, según fuentes judiciales y de seguridad. Cinco diputados opositores renunciaron desde el día de la explosión, entre ellos tres de un partido cristiano cuyo secretario general murió en la catástrofe.
El Líbano se encuentra en pleno naufragio económico tras haber caído en cesación de pagos de su deuda. El gobierno llevó a adelante tensas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) donde el organismo planteó duras condiciones para habilitar un préstamo. Hasta el momento fueron incapaces de ponerse de acuerdo. Las ayudas internaciones comenzaron a llegar desde hace algunas días. El presidente de Francia Emmanuel Macron, que el viernes viajó al país , encabeza las tratativas. El domingo tendrá lugar una videoconferencia para reunir donaciones coorganizada por la ONU y Francia. Sin embargo hasta la fecha sólo llegaron 39 millones de dólares desde la Unión Europea.