Timothy Dalton tiene la risa de un villano de pantomima. Rica, profunda y juguetona, explota desde el chat de Zoom mientras el equipo de prensa pide que corra mi cámara para mejorar la luz, alejándola de una hermosa pared blanca para fijarla en una pila de ropa para lavar. La risa explota otra vez cuando ve una aspiradora rota.

La generosa carcajada surge otra vez cuando le digo al actor de 74 años que mi hijo de 10 años estuvo espiándome mientras veía la deliciosamente surrealista -pero prohibida para menores de 18 años- Doom Patrol (HBO), y que dijo de la performance de Dalton como Niles "Chief" Caulder que "¡su voz es un spoiler masivo! Quiero decir, ¿el elegante caballero inglés en una cosa de acción estadounidense? ¡Enseguida sabés que va a terminar descubriéndose que él es el malo! Incluso cuando ahora parezca uno de los buenos..."

"¡Bien por tu hijo!", se ríe Dalton. "Después de que filmé mi primerísima escena para esta serie, un miembro del equipo dijo '¡Yo no confiaría en vos ni una pulgada!' Pero para encarnar al tipo malo es esencial que se sea disfrutable verlo. Tenés que darle una guiñada: ¡ojo, está atrás tuyo!".

Conocido por interpretar a un James Bond melancólico y medio quemado durante la declinación de la franquicia en los años ochenta, Dalton ha desplegado una convincente guiñada en cada personaje, desde su debut en el cine como Felipe II de Francia en El león en invierno (1968) hasta su voz como Mr. Pricklepants en Toy Story 3 y su convincente giro como el manipulador Sir Malcolm en la serie de la cadena Showtime Penny Dreadful (2014 - 2016).

Dirigida a fanáticos de películas como Deadpool, Doom Patrol es una de las series basadas en comics más estilizadas e ingeniosas en la oferta de televisión de hoy. Aunque viene cubierta de capas de pantomima -incluyendo un sarcástico narrador que rompe la cuarta pared diciendo con desprecio "más superhéroes en TV, justo lo que el mundo necesitaba"-, el verdadero poder del show reside en su credibilidad emocional y la complejidad de sus personajes. Provoca constantemente a los espectadores con la absurda idea de los buenos y los malos, a la vez que le da a cada personaje una vuelta de tuerca que flexiona los poderes del bien y del mal dentro de sí mismos.

El programa -cuya segunda temporada se estrenará el 4 de septiembre- se basa en el comic de culto creado por Arnold Drake y Bob Haney para DC Comics en 1963, y al que Grant Morrison le dio un aire más tripero en los años ochenta. Presenta a una pintoresca banda de descastados con superpoderes, incluyendo a una glamorosa estrella del cine de los años 50 que se disuelve en una aterradora masa cuando sufre estrés (April Bowlby), un piloto de pruebas gay poseído por un letal espíritu eléctrico (Matt Bomer), un cyborg (Joivan Wade), un cerebro en un robot (con la voz de Brendan Fraser), y una piba rebelde con 64 personalidades diferentes, cada una con su propio superpoder (Diane Guerrero). Los fans del género de superhéroes mas edulcorado deberían evitar esta serie que viene con cabras mágicas pedorreras, SeX-Men (una broma sobre el argumento de Drake de que los X-Men fueron un robo de Doom Patrol), globos flotantes en forma de naglas y algunos insultos compuestos muy creativos, algunos intraducibles del inglés pero siempre muy elaborados.

La segunda temporada de Doom Patrol llega el 4 de septiembre.

Operando como una familia disfuncional, estos personajes traumatizados viven juntos en una mansión en ruinas, bajo el cuidado casi paternal del científico en silla de ruedas que interpreta Dalton, Niles Caulder. Es un personaje turbio, que va y viene en flashbacks en penumbras a través de la primera temporada; es secuestrado por un "Mr. Nadie" (una referencia a la Odisea de Homero), y el equipo está lanzado a una misión para rescatarlo. Tiene mucho más tiempo en pantalla en la segunda temporada, que Dalton describe como "emocionalmente más rica, más extraña y más profundamente humana" que la primera tanda de capítulos.

Cuando se trata de discutir su propia complejidad humana, Dalton es un entrevistado más cauteloso, aunque siempre infaliblemente cortés. Cuando la conversación sobre su propio interés en los comics (no ha leído ninguno desde que tuvo en sus manos The Dandy y Beano, cuando tenía siete años) lleva a preguntar qué clase de niño era él, farfulla "¡No examino qué clase de niño fui!". Y luego remarca enérgiamente: "Fui un pibe normal, metido en los deportes, bastante inteligente... crecí para ser actor".

Según dice, aunque los actores no siempre son normales, son menos dados a experimentar los mismos extraños sueños de cuarentena que el resto de las personas. Porque como ya viven en un mundo de fantasía, suelen soñar más con la realidad. "Aun si alquilaste una linda casa o un buen hotel mientras estás trabajando, eso no es tuyo", dice. "Las fotos no son tuyas. No tenés tus libros alrededor. Vas a trabajar muy temprano, cuando aún está oscuro. Todos tus colegas están vistiendo ropas de otros, pretenden ser otros... y vos también. Entonces, 18 horas después, todo termina y volvés a casa cuando ya todo está oscuro y buscás algo de comer. Entonces empezás a tener sueños sobre tu historia, y te volvés un poquito inestable, un poquito alterado, un poquito loco".


Los detalles sobre el pasado de Dalton son algo esquemáticos. Si se mira online, internet dice que el actor nació en Gales y creció en Derbyshire. Su madre fue (quizás) estadounidense y su padre estuvo (posiblemente) en el grupo ejecutivo de Operaciones Especiales durante la Segunda Guerra Mundial, antes de dedicarse a la publicidad. El joven Dalton fue a Rada a los 16 años y rápidamente tuvo sus comienzos en el escenario con el grupo Birmingham Rep, donde grandes británicos como Paul Scofield, Derek Jacobi y Albert Finney también tuvieron sus inicios en la profesión.

Pero quizá no todo eso sea cierto. Dalton dice que, tras un breve período de ser "molestado" por las cosas "totalmente ridículas, una estupidez total" que se presenta como su biografía en Wikipedia, se ha sentido capaz de ver "la pared de mentiras que de algún modo me protegen. Aunque sea también una falta de respeto hacia una vida. El lugar donde viví está mal, y el hecho de que estuve en la Fuerza Aérea también está equivocado. Aunque es cierto que aprendí a volar, cuando estaba en la escuela", se suaviza. "Quiero decir, tenés que recordar que yo estaba en la escuela durante la Guerra Fría. Teníamos que vestirnos con ropa de fajina y botas pesadas media hora a la semana y fingir que éramos soldados".

Cuando tenía 17 hubo una competencia en la que podías ganar un lugar garantizado como oficial de la Real Fuerza Aérez y que te enseñaran a volar. "No tenía ningún interés en ser oficial, pero sí quería volar", dice Dalton. Finalmente ganó y fue enviado a un campo de vuelo en Skegness. "Me enseñó a volar un ex piloto de Spitfire que participó de la batalla de Gran Bretaña. Fue una experiencia absolutamente maravillosa, me sentí libre en tres dimensiones. Semejante disfrute, tanta excitación... No estoy seguro de cuánto de eso puse en mi carrera, pero me enseñó a dar saltos dentro de nuevos mundos, nuevas áreas de vos mismo, que de eso se trata la actuación. Pero pienso que siempre lo tuve dentro mío. Siempre estuve buscando un desafío, siempre busqué algo nuevo".

Dalton dice que su búsqueda de horizontes siempre cambiantes encontró un excelente espacio en la televisión moderna, que le dio un rol protagónico en Penny Dreadful y en Doom Patrol. "En el cine y el teatro siempre sabés dónde estás yendo. Sabés el final. En la televisión, los guionistas están siempre cambiando sus ideas a medida que todo avanza. Trabajás, descubrís, trabajás... paso a paso. Te metés en callejones ciegos, tenés momentos desagradables despertándote a las 3 de la mañana. Pero a medida que todo va cerrando es un viaje muy estimulante. Con Caulder, si hubiera sabido que iba a empezar a ser malo en pocas horas, podría haber empezado a ser muy agradable en el comienzo. Se puede conducir a la gente, ¿sabés?"

Antes de la entrevista hubo una advertencia de no preguntarle a Dalton por su vida personal (que incluye matrionios con la actriz inglesa Vanessa Redgrave de 1971 a 1986 y con la cantante y compositora rusa Oksana Grigorieva de 1995 a 2003) o por su rol como James Bond en The Living Daylights (1987) y Licence to Kill (1989). No tengo ningún deseo de meterme en su vida amorosa, pero es frustrante tener prohibido el debatir a Bond. Aunque en su momento fue injustamente desdeñado (un crítico escribió que le faltaba "la masculinidad o el encanto" de sus predecesores; Roger Ebert dijo que Dalton había fallado en entender que se supone que Bond debe ser "absurdo"), más recientemente su performance tuvo un nuevo aprecio. Es incluso más difícil resistirse a sacar el tema de 007 cuando dice que estuvo leyendo El factor humano, la novela de espías escrita por Graham Greene en 1978, durante una "pesadillesca" cuarentena.

Estoy entre los fans que admiran el retrato de Dalton del espía como un personaje oscuro y dañado. Nunca me gustó el aire casual de Roger Moore y Sean Connery, todos esos guiños y el sexo y la muerte. Resultó preferible la decisión de Dalton de volver a los libros de Fleming y ver a Bond como un personaje bastante difícil, no un tesoro nacional; uno que mataba por dinero y trataba a las mujeres como hermosos accesorios descartables.

Dalton se ha formado con héroes heridos. Se lo vio en la pantalla chica como el (fiel al texto) ingenioso, melancólico y (nada fiel al texto) apuesto Mr. Rochester en la adaptación de Jane Eyre realizada como miniserie por la BBC en 1983. También se lo vio como Heathcliff en la adaptación de Cumbres borrascosas que hizo Robert Fuest en 1970. Es un tipo de personaje al que también supo darle gran efecto en la serie Hot Fuzz.

Los inquietos fantasmas -oscuros pero empáticos- de ambos roles soplan a través de su representación de Niles Caulder. "En un nivel podés definirlo como un individuo egoísta y absolutamente despiadado", dice. "Pero entonces, más allá de lo que haya hecho, realmente ama a estas personas. Quiero decir, en otro nivel los ama porque él los hizo. Y tenés que recordar que quizá él les dice cosas terribles para desviar a los malos. Ama a su terrible, terriblemente peligrosa hija. La ama lo suficiente como para conceder lo que ves que concede en la segunda temporada."

Definitivamente, es el momento para señalar los maravillosos personajes femeninos de Doom Patrol. Hay un gran momento en la temporada uno que es la pura fantasía de revancha del movimiento #MeToo, cuando la actriz de Hollywood Rita va a pedir un papel a un ejecutivo de estudio, y éste se palmea la rodilla y la pregunta cuán hambrienta está por obtener ese rol. Estresada, ella se convierte de manera inevitable en una masa y lo sofoca. Cuando la secretaria del hombre escucha el disturbio y entra a la oficina, no grita: como una buena compañera militante de género, la secretaria ve la escena y le dice a Rita que su jefe claramente ha tenido un ataque cardíaco y que "vos no estuviste nunca aquí".

"Sí, esa escena es muy interesante", dice Dalton, que dice que esta actitud también se extiende fuera de la pantalla. "Cuando estaba con Pisay Pao, que interpreta a la madre de la hija de Niles, tuvimos encuentros y contratos legales sobre lo que podíamos y no podíamos hacer, qué queríamos y qué no en el plano físico. Me enojé bastante con eso". Inicialmente él sintió que no necesitaban ningún tipo de contrato, "porque yo estaba determinado a estar seguro de que ella estuviera OK y yo estuviera OK. Pero en realidad estaba equivocado en enojarme, porque era algo a nuestro favor. Cualquier cosa que dijimos que no queríamos hacer -sobre el sexo y el amor y los cuerpos- no se hizo. En estos días todo es mejor".

A través de su carrera, Dalton debe haber visto mujeres que fueron maltratadas. "Sé que a las mujeres no les gustaba cuando les pedían que se sacaran la ropa o hacer tomas desnudas. Lo hacían, pero no les gustaba. Siempre estaban enojadas por eso. Bueno...", hace una pausa. "Es una generalización. Pero muchas veces he visto mujeres enojadas, incómodas. Y debo decir que a mí tampoco me gustaba. La mayoría de las veces no era necesario. Hay un montón de porno online. Creo que si la gente quiere ver cuerpos desnudos pueden ir online y verlos. Aquellos que estamos tratando de hacer un trabajo serio y bueno... ¿por qué tenemos que ofrecerle a la gente sexo gratuitamente? No es necesario. Es ridículo poner a gente en situaciones en las que están avergonzadas o en las que están preocupadas por lo que sus hijos o maridos van a pensar de ellas. El trabajo no está pensado para hacer que las actrices o actores estén infelices. Se supone que es por el bien de la audiencia y es bueno para nosotros".

Otros actores de la serie elogiaron el profesionalismo y el compromiso de Dalton. Bowlby ha dicho que trabaja regularmente más horas para asegurarse que las tomas están bien. Le pregunto qué es lo que lo lleva a trabajar hasta las 3 de la mañana y pedir sus propios Uber cuando sus compañeros ya están plácidamente dormidos. "¡Tenemos que preservar al niño en nosotros!", dice. "Tenemos que preservar nuestra inocencia y trabajar bien. Siempre tengo ansiedades. Siempre estoy preocupado por hacer las cosas bien." ¿Pero no puede relajarse un poco ahora? ¡Doom Patrol tiene un 96% de aceptación en el sitio Rotten Tomatoes, él tiene grandes reseñas! "¿Las tengo? ¿Tengo buenas reseñas?", pregunta Dalton, y parece genuinamente sorprendido. Le digo que con su trabajo en esta serie está alcanzando a toda una nueva generación, y que más de 12 mil personas le han dado like al clip de YouTube con su mejor escena (el vals espectral) en Penny Dreadful. "¡Wow! Estoy sentado en mi pequeña oficina en Los Angeles y escucho eso y... bueno. Wow".

Con Doom Patrol, dice Dalton, "actuar se vuelve un patio de juegos para la imaginación. Podés ir tan lejos como tu mente elija ir. Hay tanta libertad..." Y si Dalton pudiera elegir un superpoder, ¿cuál sería? Se lo ve aburrido cuando dice: "¡Perspicacia!". Pero, graciosamente, el ex 007 se anima mientras mira por encima de mi hombro. "En realidad", dice y hace un guiño, "podría poner esa ropa en la lavadora o ayudar a arreglar la aspiradora... quiero decir, ¡siempre puedo pasar un poco la aspiradora!" Y otra vez la carcajada.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.