La República Popular China se proclamó el 1° de Octubre de 1949 tras la victoria militar del Ejército Popular de Liberación, liderado por Mao Zedong, sobre el invasor japonés primero y las fuerzas nacionalistas del Kuomintang, comandadas por Chiang Kai-shek, después. Pero China existía  desde 2500 años antes de la Revolución. Hagamos un poco de historia.
Sobre el final del sangriento período de los Reinos Combatientes (480 a 220 A.C) el emperador Chin-sheh Huang-ti (246-210 A.C) logra unificar el actual territorio chino y centralizar el poder estatal en la dinastía Qin. Años antes, mientras prestaba servicio como funcionario del pequeño estado de Lu en el noreste del país, Kung Fu-tzu o Maestro Kung (Confucio, 551-479 A.C) estableció un sistema ético que regía las relaciones sociales en el marco del amor al prójimo y el respeto por los semejantes.
Confucio vivió en un tiempo de duras luchas entre estados feudales y sus preceptos surgen de la preocupación por la anarquía e injusticias de la época, buscando la cohesión social. El Confucianismo vuelve a las fuentes de las tradiciones ancestrales como respuesta socio–política a la violencia y corrupción. Tiene una liturgia que no es de origen religioso, sino que proporciona una dimensión particular a todos los actos de la vida colectiva. Respetuoso en extremo de la legitimidad de la pirámide social, se erigió a lo largo de la historia china en el fundamento de la autoridad de las clases gobernantes.
A partir del siglo II AC y hasta la caída de la última dinastía en 1911, el Confucianismo fue la ideología oficial del Imperio, con la cual se seleccionaba y educaba a los administradores del Estado. La adhesión de los estratos dirigentes al Confucianismo unificó por siglos los hábitos intelectuales y las prácticas administrativas. 
Durante la primera década del siglo XX se agudiza el desmoronamiento de la dinastía Manchu a causa de la creciente miseria de los campesinos y la penetración en  territorio chino de potencias extranjeras, dando paso a la República presidida por Sun Yat-sen.
Como respuesta al retraso económico y al sentimiento de pérdida del orgullo nacional se alzaron voces de intelectuales liberales, como Liang Qichao (1873-1929) y Yan Fu (1853-1924), que propiciaban la apertura de China al mundo y una modernización al estilo occidental (como ya lo había hecho Japón en la Era Meiji) alejándose, en cierta manera, de las raíces de la cultura china tradicional.
Hacia 1921 irrumpió, al principio débilmente en núcleos urbanos de obreros, estudiante e intelectuales y luego arrolladoramente entre los campesinos, una nueva corriente ideológica, también proveniente de Occidente: el Marxismo.

Superar el subdesarrollo


Nacionalistas, reformistas y revolucionarios perseguían, por distintos caminos, una misma meta: superar una centuria de subdesarrollo, aislamiento y humillación nacional mediante una China fuerte, próspera y respetada por la comunidad internacional.
Tras el triunfo de la Revolución se dieron los primeros pasos para la transformación de una sociedad agraria atrasada y devastada por las guerras en un Estado Socialista. En los años 50´, con la ley de reforma agraria, se distribuyeron entre los campesinos 46 millones de hectáreas sobre un total de 110 millones y comenzó el 1° Plan Quinquenal (1953-1957), según el modelo soviético de prioridad de la industria pesada, piloteado por Liu Shaoqi y su colaborador Deng Xiaoping. 
La incipiente industrialización generó una elite técnica, mayoritariamente formada en Moscú, y una clase obrera privilegiada en relación a las masas campesinas. Simultáneamente, se presentaron dificultades de asimilación cultural con las minorías nacionales, que persisten hasta la actualidad. Si bien la abrumadora mayoría de la población china es de la etnia Han, un 8 por ciento pertenecen a las minorías uigur, zhuang, tibetanos y alrededor de 55 etnias más, que ocupan el 64 por ciento del territorio del país y tienen importante presencia en zonas fronterizas.
Aunque  la cúpula dirigente del Partido Comunista Chino estaba unida  por su firme adhesión al marxismo-leninismo, mantenía en su seno un delicado equilibrio de fuerzas, algunas veces antagónicas, a causa del diferente sustrato cultural de sus miembros, ya sea por su origen social o su experiencia de vida personal. Esas visiones contrapuestas sobre cómo construir el Socialismo en China, hicieron eclosión tras el fracaso económico del Gran Salto Adelante (1958-1961) y luego, con mayor virulencia, durante  la Revolución Cultural (1966–1976).
En mayo de 1958 el presidente Mao Zedong, en ese entonces el dirigente más conocido en Occidente y con más predicamento en el PCCh, lanza el Gran Salto Adelante y en agosto de 1958, las Comunas Populares (comunas agrarias de grandes dimensiones, constituidas por miles de familias). El Gran Salto Adelante tenía dos objetivo principales: sacar rápidamente al país del subdesarrollo (planificaban alcanzar en 15 años el nivel de desarrollo económico de Inglaterra) y adquirir independencia tecnológica y económica de la Unión Soviética.
En la cúpula dirigente se alzaron algunas voces críticas por los cambios radicales en  la organización de la economía, como la del Mariscal Peng Dehuai, veterano de la Larga Marcha y comandante de las fuerzas chinas durante la Guerra de Corea, pero en la Conferencia de Lushan (agosto 1959) los  maoístas denuncian el “oportunismo de derecha” y la “ideología revisionista” y Peng Dehuai es desplazado, pasando a ocupar el Ministerio de Defensa un incondicional de Mao, el General Lin Biao.

Fracaso

La improvisación y voluntarismo excesivo de las reformas, algunas calamidades naturales y la brusca retirada de los expertos soviéticos a consecuencia del cisma ideológico con la URSS, produjeron un colapso total de la economía que terminó en una hambruna generalizada (según la mayoría de las estimaciones provocó la muerte de entre 10 y 20 millones de personas). El estrepitoso fracaso del Gran Salto Adelante hace que Mao quede relegado a un segundo plano y dirigentes más moderados, como Liu Shaoqi y Zhou Enlai asuman la conducción del país, priorizando las consideraciones económicas sobre la pureza ideológica.
La vuelta al orden del aparato productivo se traduce en el desmantelamiento de las comunas, el relanzamiento de los contratos colectivos en la agricultura y en medidas de economía mixta a fin de incentivar la producción. La valoración de la eficiencia económica por sobre la lucha de clases se hace evidente con la famosa humorada de Deng Xiaoping: “no importa el color del gato, lo importante es que atrape ratones”. 
Pero la pelea de “rojos” versus “expertos” continúa. Desde 1962 a 1965 Liu Shaoqi controla las instancias políticas y económicas, mientras que Mao se circunscribe a actividades culturales. En 1963 lanza la “Campaña de Educación Socialista” con el fin de recrear la mitología revolucionaria, exaltando la abnegación de los campesinos y criticando el “espíritu capitalista” de algunos cuadros del PCCh.
Revolución Cultural
Hacia 1966 los acontecimientos se precipitan y las  facciones en pugna se enfrentan abiertamente. Mao mueve los hilos de la Revolución Cultural a través de su esposa Jiang Qing y Lin Biao, promoviendo las actividades de los Guardias Rojos contra el grupo de funcionarios  que responden al Presidente Liu Shaoqi y al Secretario General del  PCCh Deng Xiaoping. Se enfrentan la espontaneidad revolucionaria de la juventud con el conservadurismo de los cuadros medios y altos del Partido; los impulsos anarquistas de los Guardias Rojos contra la disciplina intrínseca del Ejército Popular de Liberación.
Durante la Revolución Cultural se lanza una vasta y agresiva campaña contra los intelectuales y la gente de las ciudades, con vista a ensalzar el trabajo rural tradicionalmente desvalorizado por el Confucianismo.
La resistencia armada que cuadros del PCCh oponen a los Guardias Rojos en muchas localidades, llevan al país al borde de la guerra civil. En 1967 un movimiento de rebelión contra el poder central se desarrolla en la Provincia de Sichuan y en las ciudades de Canton y  Wuhan,  poniendo en estado de secesión  parte del centro- sur de China. 
Mao solicita al Primer Ministro Zhou Enlai la intervención formal del EPL para que restablezca el orden y controle a la extrema izquierda. A fines de 1968 se disuelven los Guardias Rojos, aunque la mayoría son incorporados al EPL.
En abril de 1969 tiene lugar el IX Congreso del PCCh con más de la mitad de la dirección partidaria fallecidos, en prisión o desterrados. Liu Shaoqi muere en prisión, en 1969, a consecuencia de una neumonía que no recibió la debida atención médica y Deng Xiaoping es enviado a la Provincia de Jiangxi, a trabajar en un remoto taller de reparación de tractores. En 1971 Lin Biao cae en desgracia frente a Mao y muere en un confuso accidente de aviación junto a su esposa e hijo, cuando trataban de escapar a la URSS o a Taiwan.

Reconstrucción

Entre 1971 y 1976 China atraviesa un período de convalecencia. Si bien nominalmente la Revolución Cultural sigue vigente, comienza una lenta reconstrucción del PCCh y del Estado. Los imperativos económicos de la normalización del país, la apertura del diálogo con los Estados Unidos (diplomacia del ping pong), la vuelta a la arena internacional y el acceso de China al Consejo de Seguridad de la ONU ponen en el centro de la escena al Primer Ministro Zhou Enlai, quien había salido indemne de las purgas de los Guardias Rojos.
El prestigio y los logros políticos y económicos de Zhou Enlai facilitan la reinserción de algunos de los dirigentes defenestrados durante los años más tormentosos de la Revolución Cultural, el más significativo para los sucesos posteriores fue la rehabilitación de Deng en febrero de 1973, luego de seis años de destierro.
En agosto de 1973 se celebra el X Congreso del PCCh y Deng es promovido al 3° rango de la jerarquía oficial, Vice Primer Ministro, reflejando el compromiso político entre la tendencia revolucionaria  y las aspiraciones de los sectores reformistas. 
De la Revolución Cultural surgió una sociedad debilitada en el plano económico y escaldada por las aventuras revolucionarias. En enero 1976 fallece Zhou Enlai  y en septiembre 1976, Mao Zedong. Deng Xiaoping inicia entonces el “socialismo con características de mercado”, lanzando más reformas económicas y la apertura al capital extranjero. 
Sus sucesores de la 4° generación de dirigente, Jiang Zemin, Hu Jintao y Xi Jinping continúan la línea establecida en XIV Congreso del PCCh (agosto 1992) “la construcción de una economía de mercado socialista con armonía y desarrollo científico”. Una nueva era se abre para China y el mundo, comienza la 2° Larga Marcha, esta vez hacia el Siglo XXI

* Ingeniero.