“Llegó el momento de probar la dureza de sus hojas”. “¡Tengan cuidado que esto está caliente!”. “Muy inteligente en el corte y el temple”. Las frases podrían aplicarse a cualquier reality de competencia. La diferencia de Desafío sobre fuego (History) es que sus participantes crean objetos filosos que pueden abrir en dos cualquier sustancia. “Los herreros deben forjar armas capaces de cortar, tajar y rebanar”, explica el presentador Michel Brown. Todo ello en un festival de chispas y llamaradas, el ruido metálico contra el yunque y el testeo final de lo que se hizo a mil grados centígrados. Un regodeo en el que naranjas, maniquíes o chapones son despedazados con placer tarantinesco. Este martes a las 22.35, la señal de tevé paga estrenará la tercera temporada de la versión latinoamericana del envío.

La fórmula está caliente. Ocho concursantes -en este caso de Brasil, Argentina, México y Colombia- se someten a las pruebas contra reloj, el jurado y el nervio propio de la competición. En esta edición, deberán recrear, por mencionar algunas pruebas, la daga de la tribu un pueblo nómade africano, un machete asiático y el pugio que utilizaban los soldados de la legión romana. El capítulo que abre esta temporada, sin dudas, rompe un tanto el esquema: se trata del cuchillo de astronauta. Objeto que la NASA le entregaba a sus navegantes espaciales en caso de que tuvieran que forzar la apertura de la escotilla de la cápsula y “contaba con un mango hueco para almacenar elementos esenciales de supervivencia”, se cuenta en el repaso didáctico. En otro episodio van a tener que replicar el icónico y dramático objeto que Arnold Schwarzenegger empleó en Comando. Un cuchillo de 26 centímetros, concebido por Jack W. Crain, de bordes triangulares capaz de desollar al Aconcagua.

“Empezamos con un pedazo de acero, hierro o maquinaria a desarmar y seis horas después tenemos una pieza de cuchillería excepcional. Gran parte de la magia del programa es que todo lo que vemos es real”, asegura Gerardo Brandy, uno de sus productores. Y también está el componente hipnótico. Según el jurado Mariano Gugliotta, las demostraciones buscan darle “vuelo y show”. Es posible que las cámaras en cámara lenta, el enfoque sobre el biselado y la fragua, la fundición del metal como una goma volcánica, el empleo de las tenazas, martillos y guantes ignífugos, hayan establecido un nuevo género: el erotismo facón o, por qué no, la lisa y llana pornoherrería.

El mayor cambio de esta tercera temporada, según los involucrados, pasa por pruebas más complejas e innovadoras. Otra novedad es la incorporación de la primera participante mujer al programa. Nada menor para un arte empalagado de masculinidad pero de una camaradería infrecuente para este tipo de envíos. También se suma como jurado Doug Marcaida, miembro estable del panel original. El especialista en combate cuerpo recalca la mayor diferencia entre ambas versiones. “Hay cierto sabor que es exclusivo de Latinoamérica. Tiene su propia cultura incluso cuando se trata de hacer armas blancas”. Según el filipino hay un instinto en los competidores de la región en no seguir las instrucciones de los libros. Gugliotta también apunta al arraigo cultural de este oficio. “Específicamente en Argentina hay un dato que es muy gráfico, es uno de los pocos lugares en el mundo donde te podés comprar un cuchillo en un aeropuerto. Regalar un cuchillo es un acto de cariño. Si vas a París y sacás en un restaurante tu cuchillo para comer probablemente llamen a la policía. Si sacás tu navaja en Buenos Aires, México o Bogotá para comer a nadie le asombra tanto”.

La chispa del envío data de 2015, derivó en un spinoff y una franquicia que constatan el suceso global (la versión latina es la primera luego de la estadounidense). Más que un programa de cuchillos, entonces, es un tramontinapalooza de facones, sables y que, por suerte, no tiene entre sus invitados a John Gomes. En 2017, este residente de la ciudad de Cohoes quiso forjar una espada en un barril de fuego al aire libre. No tuvo las precauciones necesarias, provocó un incendio destructor y fue sentenciado a un año de cárcel. ¿Su defensa? Había estado mirando Desafíos sobre fuego.