A rendir merecidas loas a la modesta, democrática, bienhechora papa, domesticada en los Andes hace unos 8 mil años y recién llevada a las Europas a mediados del siglo 16, está dedicado el concurso Potato Photographer of the Year. Primero en su tipo, se jacta la organización, que en su edición inaugural, circa 2020, le ha colgado el listón a diez variedades fotográficas que ponen de relieve algunas de las miles de variedades del noble tubérculo, de probadas virtudes nutricionales. “Modos únicos y originales, creativos, de retratar la papa a través del arte y la artesanía de la fotografía”, era lo que buscaba el benemérito jurado británico, liderado por los expertos Martin Parr, Paul Hill y Angela Nicholson (fundadora, dicho sea de paso, de la sorora plataforma She Clicks), que decidió estrenar la mentada iniciativa -de convocatoria global- a sabiendas del interés que podía suscitar la versátil y ubicua estrella culinaria. Parte de su inspiración, de hecho, es la imagen sobre fondo negro de una patata que el irlandés Kevin Abosch vendió cuatro años atrás a precio desorbitante: un millón de euros.
Entre las imágenes destacadas en la competencia, dos obras de la artista Amy D’Agorne, oriunda de Yorkshire, llegaron al top ten: Tight Market Specifications, autorretrato donde, a la usanza de mujeres de pueblos originarios peruanos, se la ve con finas rodajas de papa cual máscara facial; encima, impresa una sucesión de frases que remiten al oscuro universo de la agroindustria. Y también 2030, postal distópica de un futuro nada distante, donde el cambio climático y la escasez de alimentos lleva a ciudadanos a cultivar sus propios alimentos. Apple of the Earth es el nombre que diera la fotógrafa y diseñadora Jodie Krausé a su propuesta: un Adán y una Eva contemporáneos que sostienen una ponme de terre, léase “manzana de la tierra”, como llaman los franceses a la papa, que ejerce aquí de presagio: el comienzo de un nuevo mundo. La cautivante composición de la fotógrafa y chef Tova Krentzman de un grupo de personas “juntas pero muy solas” pelando patatas en confinamiento también le valió mención especial. Sucedió ídem con Potato Slug, la solitaria papa que luce “como un cruce entre foca y unicornio”, capturada por Laure Gibault.
“Por fin… una visita a la peluquería al final de la cuarentena”, fue el epígrafe con el que el fotógrafo y microbiólogo inglés Ray Spence acompañó a su pic End of Lockdown, donde imagina los brotes de una papa cual frondosa cabellera, a punto de ser cortada por hábiles manos de coiffer. Germinó la ocurrencia: por su imaginativo enfoque, en clave humorística, se hizo del primer premio. De cerca le siguieron las ya mencionadas, además de una toma del tubérculo con forma alienígena; perfectas papas fritas coronadas con una abundante ración de mayonesa; humanos en plena cosecha; una patatita con forma de cara sonriente ya en boca, a punto de ser devorada… Para gustos, los colores; en fin.