Cuando parece que la calma llega, que los personajes empiezan a ponerse en su lugar y los nudos narrativos se desatan, un nuevo hecho irrumpe para dar vuelta la trama y sorprender con otro factor desestabilizador. Esa es una de las características más atractivas de la serie Ozark, que tiene tres temporadas y ya es de las más vistas en esta cuarentena en Netflix. Todo comienza cuando Marty (Jason Bateman) se compromete a irse a vivir con su familia al pueblo pegado al lago de Ozark, en Missouri, y lavar dinero para el narcotráfico. Lo hace para salvar su vida, no porque esté convencido. A partir de ahí, empiezan a sucederse un hilo de sucesos conectados que atrapan hasta el final abierto de la tercera temporada.
El drama que alimenta la historia está basado en la familia de Marty compuesta por él, su mujer Wendy (Laura Linney), su hija y su hijo. Y en la supervivencia de ellos cuatro, cuanto más criminales se vuelven más cerca están de salvar sus vidas. Los ejes de la historia son los personajes femeninos, los hombres terminan siendo satélites que giran alrededor de ellas. Las más importantes son Wendy y Ruth (Julia Garner). Wendy aparece como una mujer temerosa, acatando lo que su marido le dice sin poner muchas objeciones pero con el paso de los episodios se va transformando en una mujer capaz de enfrentar al narco más peligroso de México con tal de salirse con la suya y de generar el poder que le permita lograr sus objetivos.
“¿Sabés que quiere Wendy?”, le pregunta el líder del cartel a Marty. “Ella quiere tenerlo todo”, contesta. Su personaje se fundamenta en la frialdad, la valentía y cierta emotividad que la vuelve humana. La relación con su marido recuerda un poco a la de los Underwood en House of Cards, la unión sentimental deviene matrimonio por conveniencia empresarial en la que los dosluchan entre sí para ganar. Como con Frank y Claire, Wendy termina ganando más poder y convirtiéndose en la que lidera la familia. El otro gran personaje femenino es Ruth, que se termina adueñando de la serie entera. Se trata de una mujer marginal, con una vida triste, en una relación tormentosa con su padre que está preso y sale de la cárcel y sin ningún bien material que le brinde un poco de confort. Todo en ella es desesperanza, crudeza, firmeza y determinación.
Ruth se convierte en la matriarca de una familia que vive en casas rodantes y que todo el pueblo relaciona con delincuentes. Ella se hace amiga de Marty y se convierte en su mano derecha, quien es capaz de manejar sus negocios mientras él se pasea haciendo sociales. Los personajes no se encasillan en la dualidad buenos-malos, otro gran logro de la serie. Todos tienen matices que los vuelven reales, lo que complica la generación de empatía, pero refuerza la oscuridad. Otros grandes personajes son Helen, la abogada del narco que es un canal de contacto entre él y la familia de Wendy, y Darlene, que parece volverse la más mala hasta que el amor maternal la enternece.
En Ozark no hay contemplación ni golpes bajos, no hay condescendencia ni giros previsibles, lo que se muestra es la radiografía de una realidad que refleja la forma de vida de cierta clase social estadounidense, como ese club de strippers al que todo el mundo va sin cuestionar; o esos jóvenes que andan en lanchas y se cagan en todo, como en una isla del más puro capitalismo.