Hermano
Darío Fantacci y Pedro Mancini / Panxa Comics/Festival Editorial
¿Se puede contar la locura, la esquizofrenia, desde dentro? Fantacci y Mancini intentaron eso. Lo atinado del retrato sólo lo podría juzgar un esquizofrénico. Como historieta, la dupla logra un relato ajustado, que algunos calificarían de “experimental” aunque en rigor sólo expone una búsqueda simbólica para transmitir el desajuste que sufre el personaje. Lo “raro”, para una mirada excesivamente tradicional, son los pasajes alucinados, los símbolos flotantes. La narrativa, en cambio, es puntillosa y bien estructurada. Aquí no hay rupturas ni devaneos en la composición de las páginas. Más bien Mancini hace un esfuerzo deliberado por clarificar el orden de las experiencias del personaje.
El patito Saubón
Carlos Nine / Hotel de las ideas
El Hotel de las Ideas parece dispuesto a saldar varias de las grandes deudas que la industria editorial local tiene con su propia historieta. La multipremiada (Angoulême incluído) El patito Saubón es una de ellas. Probablemente la mejor historieta de Carlos Nine en tanto que tal, Saubón condensa lo esencial del Nine dibujante y del Nine que reflexionaba sobre su sociedad. Con el pato vendedor casa por casa de cepillos, Nine expone las miserias humanas, las limitaciones del sistema y –también– las limitaciones de los esfuerzos por combatirlo. El patito Saubón es de lo más surrealista de su obra, no desde lo onírico, sino desde lo sensual tal como lo proponía la vanguardia del ’20.
Cobalto
Pablo de Santis y Juan Sáenz Valiente / Hotel de las Ideas
Uno de los méritos que podrá arrogarse la Fierro en los años por venir es habilitar la dupla De Santis–Sáenz Valiente. Juntos, De Santis ofrece mucho de lo más creativo de sus guiones y Sáenz Valiente se interna en terrenos siempre atractivos para el dibujo. En Cobalto el guionista revisita los policiales, esta vez con un agente semi–retirado que vuelve a las calles para desentrañar una conspiración en torno a un letal veneno que vuelve la piel cobalto. A la trama urdida con astucia y los personajes bien tramados, Sáenz Valiente agrega un trabajo poderosísimo y donde confirma su virtuosismo para trabajar los colores. El tomo se completa con dos historias cortas en distintos registros gráficos.
Viejos canallas
Carlos Trillo y Domingo Mandrafina / Grupo Belerofonte/LocoRabia
En Viejos canallas Trillo y Mandrafina revisitan uno de sus trabajos más fructíferos: Spaghetti Bros. El original narraba los años de juventud y madurez de cinco hermanos italianos plagados por la desgracia y la vileza (casi siempre, propia). En las dos novelas gráficas de este tomo la dupla narra lo mismo, pero contado desde la perspectiva de un sobrino que busca los recuerdos familiares para escribir “la próxima gran novela norteamericana”. Prueba cabal del oficio de la dupla, el relato se sostiene de principio a fin, pero lo cierto es que no aporta mucho a la saga original, más allá de alguna anécdota repleta de iniquidades de alguno de los hermanos Centobucchi y el dibujo de Mandrafina.