La pobreza alcanzó al 30,3 por ciento de la población en el segundo semestre de 2016 y la indigencia se ubicó en 6,1 por ciento. Así lo informó ayer el Indec. El organismo precisó que hubo 8.277.085 individuos pobres en los principales centros urbanos de país y unos 1.657.221 en condición de indigencia. El centro de estadísticas oficial aseguró que la cifra no es comparable con publicaciones anteriores y siguió sin difundir una serie con datos de pobreza para los últimos tres años, en los que el indicador había dejado de publicarse. Desde distintos centros de estudio criticaron la intención del Indec de no empalmar hacia atrás la información, puesto que se desconocen las cifras oficiales de cuántos nuevos pobres se generaron en el primer año de gestión de Mauricio Macri. Las mediciones privadas, por ejemplo la de la Universidad Católica Argentina, registraron que 1.500.000 personas pasaron a formar parte de la población pobre y unos 600.000 individuos se sumaron al segmento de los indigentes en 2016. El Gobierno había prometido en campaña un objetivo primordial de pobreza cero, pero las políticas regresivas en materia de ingresos, el desajuste de la inflación y el desplome del mercado interno incrementaron la vulnerabilidad social.
El documento del Indec detalló que la mayor parte de las tensiones para el bienestar de la población se registraron en el conurbano bonaerense, en donde hay 4.090.129 personas pobres y 950.881 indigentes. En la lista sigue Gran Córdoba, con 617.924 pobres y 164.762 indigentes, Gran La Plata, con 207.593 y 41.266 y Gran Neuquén, con 100.874 y 10.455. Del total de pobres de los principales centros urbanos, un 32,8 por ciento tiene hasta 14 años, un 28,3 por ciento se ubica en el rango de 15 a 29 años, un 30,5 por ciento entre 30 y 64, y 3,4 por ciento arriba de 65. Las familias indigentes tienen un promedio de ingresos de 3324 pesos, cuando la canasta básica de alimentos, según el Indec, se ubica en 5548 pesos. Esto implica que deberían aumentar sus ingresos un 40,1 por ciento, sin que suba la inflación, para poder salir de la indigencia. Las familias pobres ganan en promedio 8789 pesos al mes, contra una canasta básica total de 13.945 pesos, por lo que debería subir un 37 por ciento sus ingresos para abandonar la pobreza.
Las cifras del segundo semestre de 2016, por recomendación del organismo, no pueden compararse con indicadores previos. “Con este informe se reinicia la serie semestral de pobreza e indigencia. Los mismo no deben ser comparados con los del segundo trimestre de 2016 antes difundidos, dada la diferencia de los períodos contemplados”, indicó el Indec. Aclaró que los datos publicados para el segundo trimestre del año pasado, cuando la pobreza ascendió al 32,2 por ciento, fueron una excepción. El organismo a cargo de Jorge Todesca mencionó además que no hará públicos datos para años anteriores al 2016. “Por la emergencia estadística, se dispuso que las series publicadas con posterioridad al primer trimestre de 2007 y hasta el cuarto trimestre de 2015 deben ser consideradas con reservas”.
La decisión de no publicar hacia atrás las estadísticas despertó las críticas de distintos especialistas. El Centro de Economía Política (CEPA) difundió ayer un documento en el cual se asegura que hubo una intención política detrás de la insistencia de Todesca en no reconstruir la serie. “Los cambios metodológicos del nuevo Indec fueron deliberados y tuvieron la finalidad de impedir el empalme hacia atrás de las seis de pobreza e indigencia, permitiendo soslayar el salto en la cantidad de individuos pobres del último año”. El informe agrega que se pretendió deslegitimar la reducción de la vulnerabilidad social de los últimos años, cuando la inversión pública social permitió igualar oportunidades y avanzar a contramano del discurso de recorte actual.
Los indicadores privados permiten tener una dimensión del efecto de las políticas recesivas para la población. Las estimaciones de la UCA precisan que la pobreza cerró en 32,9 por ciento el 2016, agregándose el año pasado cerca de 1,5 millones de nuevos pobres y 600 mil indigentes. La institución aseguró que “las medidas de ajuste económico y la rezagada inversión privada y pública, entre otros factores, agravaron el escenario de crisis, más recesivo y adverso en materia de empleo y poder adquisitivo para amplios sectores sociales”. Agregó que “si bien este shock habría sido mucho más fuerte durante el primer semestre, la situación no se habría revertido durante la segunda parte del año. El proceso generó mayor deterioro laboral y en los ingresos de los sectores medios bajos informales, así como una profundización de la indigencia en los sectores más vulnerables”.
La economía cayó al 2,3 por ciento y este año el Gobierno insiste que se volverá a crecer. Se informó una suba de la actividad económica del 1,1 por ciento en enero respecto de igual mes del 2016 (ver aparte). Poco importa que la economía crezca si el avance de la vulnerabilidad social y la distribución regresiva del ingreso del 2016 se mantiene o sigue en aumento.