Tu libro dedica un espacio importante a explicar qué significa el término CIS. Al comienzo incluís un glosario donde explicás qué es el cisexismo. El libro funciona como un análisis muy esclarecedor de cómo el cisexismo atravesó la construcción de la ley de aborto legal.

Fue una decisión editorial trabajar en términos pedagógicos ese concepto. En general se habla de violencia cuando hay un transfemicidio o travesticidio, pero no se hace la misma lectura cuando hay una violencia sobre la subjetividad o la historicidad de la comunidad travesti trans no binarie. El cisexismo es una práctica de violencia naturalizada que se puede resumir como la jerarquización de las personas cis sobre las personas trans, el hecho de pensar que las personas cis son más verdaderas, más reales, más deseables que las trans. En esa jerarquización se distribuyen una serie de privilegios de manera desigual, y eso se expresa en accesos materiales, en poder permanecer en una universidad, acceder a un sistema de salud que no patologice tu cuerpo. Es fácil indignarse ante un travesticidio, pero de pronto cuando una persona cis le dice a una persona trans: “No se te nota que sos trans”, ¿qué pasa ahí? ¿A la gente cis no se le tiene que notar lo cis y a nosotrxs sí? La gente te hace ese tipo de comentarios, y ahí hay una violencia subjetiva que va erosionando nuestra vida.

En el camino hacia el Congreso, la ley sufrió modificaciones a su redacción, y para “incluir” a los varones trans y personas no binaries se agregó el término “cuerpos gestantes”. Vos problematizás esa supuesta “inclusión”.

Había 10 u 11 proyectos de ley y se consensuó uno. El proyecto que tratan lxs Diputadxs no es el de la Campaña, si bien tiene buena parte de su espíritu. La Campaña había incluido en el artículo 10 la aclaración de que la ley también afectaba a las personas que se acogen a la Ley de Identidad de Género, sin siquiera decir “esta ley incluye a varones trans y personas no binarias”. El resto del proyecto solo enunciaba “mujeres”. Entonces las masculinidades instalamos el problema de no ser nombrados como sujetos de derecho. Cualquier proyecto de ley pasa por una comisión técnica, y tal como estaba planteado el proyecto de la Campaña, iba a ser rechazado porque colisiona con el derecho garantizado por la Ley de Identidad de Género. Por eso, nos “incluyeron” muy entre comillas, y en el texto quedó: “mujeres y personas con capacidad de gestar”. Ambos términos funcionan como sinónimos, y esto da por tierra con nuestra transmasculinidad, porque no somos un sinónimo de la experiencia de ser mujer. No sería un problema si nos pusiera a todxs en igual lugar, pero si dice “mujeres y personas con capacidad de gestar” está jerarquizando sujetxs de derecho. Cuando vos no le decís a unx médicx que pueden venir chabones trans a abortar, esa persona no se prepara ni profesional, ni psíquica ni políticamente para alojar a un tipo embarazado. Los chabones trans abortamos, pero al llegar a la guardia para pedir la ILE, en medio de una urgencia, no te vas a poner a discutir tu derecho a la identidad, y así se termina jerarquizando la vulnerabilidad.

¿Cuál debería haber sido el texto de la ley?

Si lo que el estado prohíbe es el aborto, la ley más feliz es la que legalice el aborto para cualquier persona que pueda gestar. Y además, la lógica identitaria tiene sus límites, porque mañana puede aparecer una persona con otra identidad y por ahí y la dejamos afuera.

Ese borramiento de las masculinidades trans revela el prejuicio que existe acerca de nuestra sexualidad, como si no pudiéramos quedar embarazados porque solo cogemos con mujeres cis, ¿no?

Sí, porque les resulta imposible que exista un chabón trans marica que quiere coger con chabones cisgénero, y se borra esa experiencia vincular, amatoria y de práctica sexual de nuestras comunidades. Se asume que si transicioné y soy varón, solo voy a querer estar con mujeres. Y ahí mismo se vuelve a asumir que “mujer” es solo mujer cis. Entonces estaría la posibilidad de que tenga un encuentro sexual con una mujer trans y en función de eso requerir un aborto. De nuevo aparece ese límite de la imaginación heterosexual operando para normalizar la sexualidad de todes.

El análisis que vos hacés parte de estadísticas de quienes hablaron en las audiencias públicas en el Congreso, y combinás los datos de la exclusión de personas trans con la selección de personas con estudios universitarios. ¿Cómo decidiste organizar estos datos?

Empecé a tomar los datos para el libro por el enojo, para sostener discusiones en redes sociales. Anoté el dato de los estudios, porque cuando una persona participa de la audiencia pública manda un curriculum. Y de ahí salió que más del 87 por ciento de las personas que expusieron tenían por lo menos una carrera de grado. Es decir que se jerarquiza a la ciudadanía que ha accedido a una forma de saber que el estado reconoce como la válida y es el saber académico. Para nuestro colectivo esto es una forma de exclusión, porque de las personas travestis y trans que expusieron, que fueron solo 4 de 847 en total, una es una megaestrella, que es Florencia de la V, y de las otras tres, dos tenían carreras de grado, sin desmerecer lo que a esos compañeros Blas Radi y Claudia Vázquez Haro les debe haber costado sostenerse dentro de la academia. Nosotros tenemos un saber que es comunitario, por eso podemos definir ciseximo, transfobia, transodio, y por eso hemos podido poner palabra y cuerpo a toda la lucha, pero el estado solo validó a personas sobrevivientes de la academia, que sabemos que es clasista y cisexista, racista, y mil límites más.

¿Qué le dirías a manifestaciones transexcluyentes como la de J. K. Rowlling? ¿De qué manera se le responde una declaración así a una famosa mujer cis como ella?

Por un lado vengo con la idea de que es inviable universalizar las experiencias. Los feminismos son siempre situados. Aquí dimos una respuesta inequívoca pero el diálogo que tenemos acá no se puede transferir a la experiencia en Estados Unidos. Desde la vuelta a la democracia es inviable pensar al feminismo local sin las lesbianas, sin las trans, las bsiexuales, y un montón de movimientos que han puesto en tensión el carácter biologicista que viene del norte global. Nuestro movimiento lgbt, en los últimos quince años y desde siempre, ha avanzado mucho en esa discusión y eso ha interpelado al feminismo. Una persona como la autora de Harry Potter que es referente de muchas generaciones y que tiene capacidad de llegar a millones de personas, como no la que tiene ninguna persona trans del mundo, genera un sentido, entonces hay que salir a responder, pero tratando de dimensionar nuestra propia historia feminista, que converge alrededor de la identidad, a causa de la nefasta herencia que recibimos de la dictadura y los 30000 compañeres desaparecides. Y tenemos toda una tradición alrededor del derecho, y las alianzas entre los movimientos travestis y trans y lgbt y los feminismos. Eso hace que nuestra situación sea diferente a la del resto del mundo. Hace cinco años cuando se hizo el primer paro mundial feminista era el Paro Internacional de Mujeres. Después construimos otros sentidos yendo a las asambleas, debatiendo el nombre, discutiendo con las pocas TERF que se animaron a levantar la voz, e inmediatamente hubo alianzas que dieron por tierra esos intentos. Lo mismo pasó con el Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans y No Binaries. Lo primero que hay que ver es qué responden las personas trans de esos lugares, porque si no, vamos por encima de esa experiencia.

¿Cuál es el futuro de Ley de legalización de aborto?

La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito presentó el proyecto que es “el proyecto que está en la calle”. Cae de nuevo, en el artículo 3, a nombrar “mujeres y personas con capacidad de gestar”. En la fundamentación del proyecto, en el 99.9 por ciento, habla solo de mujeres, sigue teniendo ese sesgo biologicista. El proyecto del Ejecutivo no es público aún. Ojalá solo diga “personas con capacidad de gestar”. Y eso no es invisibilizar a las compañeras, es importante ser claro. El estado no prohíbe el derecho de las mujeres sino la autonomía corporal y si bien esta autonomía recae sistemáticamente sobre quienes se identifican mujeres, no por eso no recae en quienes no nos identificamos como tales. Pero si el proyecto del ejecutivo dijera que es para cualquier persona que quiera abortar pero a la vez admite la objeción de conciencia, será un proyecto que va a seguir siendo más malo que el de la Campaña.

¿Cómo te imaginás el debate que se viene? ¿Te parece que su aprobación es hoy sólo una cuestión de tiempo?

No es políticamente deseable para los feminismos que esta discusión se dé en este contexto de virtualidad sin que podamos estar en la calle discutiendo todo como lo hacemos siempre. Si en 2018 se logró la media sanción, fue porque éramos un millón de personas en la calle. En Senadores a más de unx le tembló el pulso al tocar el botón. Por ahora, tenemos que militar el cumplimiento de la ILE en todo el territorio, el cumplimiento de la ESI, y bancar a un escenario donde podamos discutir como pares. Y aunque mañana salga el aborto por decreto en las mejores condiciones, igual vamos a tener que seguir militando el cumplimiento, antes durante y después de la ley.