“Yo soy admirador del género, de los grandes compositores y artistas que tuvimos y tenemos, pero también soy curioso y me gusta experimentar con cosas”, señala el salteño Oscar Lajad cuando habla de Tango Corrupto, el espectáculo con el que hace temporada desde hace años en Villa Carlos Paz (donde resultó multipremiado) y gira durante el resto del año. El showman salteño trastocó la propuesta del tango for export en el que revistó durante años y, un poco para su propia sorpresa, la pegó. El resultado es un show festivo que suena a tango clásico, que se empilcha de exportación, con músicos de gran técnica (dirigidos por Darío Petruzio), coreografías espectaculares (ahí están Rosalía Álvarez y Nicolás Tobares), una faceta queer y una elección de repertorio que hace buscar las antorchas a los más ortodoxos del tango. Después de una breve temporada veraniega, la pandemia vino a truncar la gira por las provincias que planeaban Lajad y compañía. A cambio, emitirán por streaming durante cuatro días ese espectáculo. El ciclo comienzo hoy (viernes) a las 22 y se extenderá hasta el lunes, con entradas que se consiguen en la plataforma Alternativa Teatral.
Quien se conecte esperando “los clásicos del 2x4” saldrá desorientado. Ni “Garúa”, ni “Nada”. Lajad canta “La cobra”, “No te creas tan importante”, “Despacito” y “Supercalifragilisticoexpialidoso”, entre otros. En versiones anteriores del show aparecían “Sobreviviré” (sí, la de Gloria Gaynor), “Beso a beso” y hasta “Corazón con agujeritos”. Toques por momentos kitsch, pero que tienen un impacto enorme en el auditorio, más aún si el espectador se sienta en la butaca desprevenido.
“Quería hacer algo distinto dentro del género, yo venía cantando en espectáculos de tango, los típicos for export y me aburría”, recuerda la génesis del proyecto, hace ocho años. “En el tango es muy difícil que se jueguen a hacer cosas nuevas, entonces los cantores siguen con los mismos tangos de hace 50, 60, 70 años. Me gustaba el desafío de tomar la letra de canciones populares de otros géneros y vestirlas de tango”.
Aunque muchos colegas de las bandas actuales del tango pasan por el rock y lo reversionan, Lajad eligió otro camino. Así, toma temas de la bailanta, del cancionero infantil de distintas épocas, del pop ochentoso y hasta clásicos, pero de la música disco. “Con el rock nacional pasa que si bien el género es distinto, la temática es muy cercana al tango, y sobre todo al comienzo buscaba el contraste”. Tampoco le interesaba aportar una sonoridad con otros instrumentos. Su formación es rigurosamente tradicional: piano, violín, contrabajo y bandoneón. “Queremos sonar lo más tradicional posible y que el ingrediente moderno sean las canciones”, plantea.
Si el tango tradicional tiene el mandato de la nostalgia, Tango Corrupto cumple con esa premisa. Pero esa apelación al barrio de la infancia y la juventud aparece en las canciones: Gaby, Fofó y Miliki, Xuxa, Chiquititas. “El repertorio le llega a varias generaciones, algunos crecieron con estos temas, otros ya eran adultos pero igual se ven involucrados”, explica el cantor. “La clave es la sorpresa y creo que eso gusta de nuestro show, la gente no sabe qué va a venir y está atento, anticipándose”, reflexiona Lajad.
Otro factor central que distingue a Tango corrupto es su estética. La puesta “a lo casa de tango” es una formalidad. Pero hay algo en el actuar de Lajad –que ya arranca con su maquillaje y su traje brilloso- y en la elección del repertorio que conforma un discurso bien alejado del taura arrabalero y machito cuchillero que deviene queer. Pero según explica su alma mater, este camino se dio naturalmente. “Ya el show va contra muchos prejuicios al hacer temas que no tienen nada que ver, que resultan irreverentes para el tanguero ortodoxo, nosotros somos transgresores en eso”, considera.
“También se da con las canciones que cantamos, como el himno gay de Gloria Gaynor, pero también temas de Madonna o Lady Gaga, que ya de por sí tienen una temática medio ambigua en elecciones de vida y sexuales, temas que el tango en su cancionero tradicional casi no tocó porque los temas de la sociedad del momento eran otros”, reflexiona. “Hacer esto nos puso en otro lugar, como las milongas gay o queer, y ahí usan mucho nuestras canciones para coreografías, por ejemplo. Pero Tango corrupto es un show abierto para todos, de ayer, de hoy, hombres, mujeres y lo que las personas se definan ser. No tenemos rótulos, la música es universal”.