La primera “víctima” oficial fue Mempo Giardinelli. Cuando la pandemia de Covid-19 llegó para cambiar las reglas de convivencia y los modos de trabajar los proyectos artísticos, el fotógrafo y profesor de literatura Alejandro Meter, argentino que vive en Estados Unidos desde los 13 años, decidió esquivar la parálisis con un proyecto: retratar escritores de manera remota. Lo llamó a Mempo y le contó de Postales del confinamiento, una serie fotográfica de autores latinoamericanos en diversos rincones del mundo. Los retratos despliegan la anómala belleza que destila lo que parece viejo. Las imágenes digitales presentan un aspecto de baja resolución por la suma de varios lentes y capas de vidrio que se interponen entre el retratado y la toma final. A la fotografía inicial de Mempo, se fueron sumando las de Claudia Piñeiro, Ana María Shua, Fernanda García Lao, Guillermo Saccomanno, Juan Sasturain, Kike Ferrari, Margo Glantz (México), Elmer Mendoza (México), Daniela Tarazona (México), Myriam Moscona (México), Sonia Chocrón (Venezuela) y Eduardo Halfon (Guatemala), entre otros.
Meter (Buenos Aires, 1971) se comunica con los escritores por teléfono o por correo para comentarles el proyecto e invitarlos a participar. El día de la sesión fotográfica los contacta por Zoom con una computadora que tiene conectada a un proyector. Desde allí proyecta la imagen sobre fondos de cartón, madera, vidrio o plástico y hace la toma fotográfica con su cámara. Los retratos ofrecen una perspectiva de cómo se vive el encierro o el aislamiento en sus diferentes etapas y circunstancias.
Desde la ciudad de San Diego (California), el fotógrafo y profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de San Diego, aclara que no busca “documentar” ni “hacer un registro” de los escritores en pandemia. Lo que quiere es evocar una sensación y captar una atmósfera de la época. “Quería ir más allá de lo obvio, es decir, que no fuera una mera captura de pantalla. Estuve más de dos semanas haciendo pruebas con familiares y con amigos muy cercanos. Ensayé varias veces, pero no quedaba conforme con los resultados. Estaba trabajando con un proyector y un fondo liso (blanco), que también me parecía como muy básico; me di cuenta de que necesitaba algo acorde a la baja calidad que exhibían las fotos. Fue así que empecé a probar con diferentes materiales que tenía en casa: pedazos de cartón, madera, plásticos, y, por fin, me empecé a amigar con esa aparente mala calidad. Me pareció que esas fotos captaban mejor la realidad que estamos viviendo, una realidad pixelada, fuera de foco, desprolija”, plantea Meter a Página/12.
Al principio no estaba muy seguro y confiesa que estuvo “al borde de tirar la toalla varias veces”. El primer escritor con quien trabajó fue con Nicolás Ferraro. “Él conoce muy bien el tipo de iluminación que me gusta porque fue una de las personas con quien vengo colaborando en la Biblioteca Nacional para una muestra de escritores de género negro que estaba por realizarse justo por estos días (ahora postergada, obviamente). Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, las fotos no quedaron del todo como quería. Otra vez borrón y cuenta nueva, hasta que por fin pude encontrar lo que buscaba. Ahí comencé a llamar a varios escritores amigos y mi primera ‘víctima’ oficial fue Mempo, a quien conozco desde hace casi veinte años y a quien también considero un amigo”, recuerda Meter.
Las fotos de Meter han aparecido en diversos medios de América Latina, Estados Unidos y Europa. Podría hablar varias horas de los fotógrafos que tiene como referentes. Si tuviera que hacer una lista breve, incluiría a Philippe Halsman, Richard Avedon, Duane Michals, Nadav Kander y Frank Ockenfels, con quien estudió en California. “Aunque nunca me propuse dedicarme a fotografiar escritores, fueron una serie de casualidades o coincidencias que me llevaron por ese camino, justo cuando sentía que había una gran desconexión entre mi trabajo académico y mi fotografía. Retratar escritores me permitió seguir haciendo las fotos que yo quería y que mayor satisfacción me daban sin tener que abandonar el mundo académico”, explica el fotógrafo y profesor. “La conexión entre la fotografía y la escritura es muy fuerte. Lo que más me llama la atención es la manera en la cual se maneja lo que se dice y lo que no se dice en ambas, es decir, la tensión que a veces se genera, por ejemplo, en la escritura, entre los silencios y las palabras. En la fotografía esos silencios, para mí al menos, están en las sombras, en ese diálogo entre los claros y los oscuros”, precisa Meter.
¿Cómo está impactando la pandemia en el arte de la fotografía? ¿Qué pasa con las limitaciones que implica mantener la distancia social, el uso de mascarillas o barbijos? ¿Cómo aprovechar o capitalizar estas restricciones? La palabra restricción se asocia inmediatamente con Oulipo, grupo de experimentación literaria fundado en 1960, formado principalmente por escritores y matemáticos de habla francesa, que buscan crear obras utilizando técnicas de escritura limitada. El escritor argentino Eduardo Berti, que vive en Burdeos (Francia), es miembro del Oulipo desde 2014. “No tengo pensado retomar los retratos en persona hasta que sienta que puedo hacerlo sin arriesgarme ni poner en peligro al prójimo"; advierte el fotógrafo. "La asociación con el grupo Oulipo es muy buena porque nos invita a pensar qué ocurre en el arte ante ciertas limitaciones como las que estamos padeciendo. Mi proyecto se encuentra precisamente en esos límites que nos obligan a pensar nuevas formas de crear y que, de alguna manera, terminan transformando nuestro proceso creativo”.