Charo Bogarín hace un freno en su concierto y mira había abajo, en dirección a una pantalla que tiene delante suyo. Se dispone a leer mensajes de agradecimiento, pedidos de canciones y comentarios simpáticos sobre el recital que está sucediendo en vivo y en directo desde el estudio El Pie. Pero sin público presente en el lugar. “Gracias por los mensajes porque la verdad es que acá no tenemos aplausos. Entonces yo me imagino esa tribuna colmada de gente y aplaudiendo”, dice la cantora formoseña y mueve las manos con histrionismo. “Y espero que ustedes del otro lado estén tomando un matecito, un vinito, una cervecita, algo que les levante el espíritu y les haga también mover los piecitos al compás de mis canciones", desea Bogarín y, charango en mano, continúa con su concierto, acompañada en escena solo por un sonidista, un stage, dos camarógrafos y el actor Juan Palomino.
La modalidad de conciertos por streaming –transmitidos a través de una plataforma digital vía internet- no es algo nuevo, pero se convirtió en la actualidad en un fenómeno cultural a nivel global. El aislamiento social que muchos países adoptaron como medida para prevenir los contagios de Covid 19 frenó la actividad de recitales, obras teatrales, cines, bares culturales y boliches, entre otras disciplinas en salas con público presente. En el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), una de las más pujantes en materia cultural del país, no suceden acontecimientos en vivo –en su formato tradicional- desde mediados de marzo. Por eso, los artistas y trabajadores del sector tuvieron que reinventarse y encontrar nuevas formas de comunicar y sostener la actividad.
Apenas comenzó la cuarentena en el país, se multiplicaron en las redes sociales –Instagram Live y Facebook Live, sobre todo- las transmisiones musicales en tiempo real. Es decir, conciertos caseros, gratuitos y espontáneos sin demasiada producción que los artistas realizaban desde sus casas a través de su celular para no perder contacto con su público y para acompañar con algo de belleza en un contexto cargado de tristeza e incertidumbre. En mayo, la Legislatura porteña empezó a analizar un protocolo para la apertura de estudios de grabación y salas de ensayo para la realización de discos y, especialmente, la transmisión de recitales virtuales con la posibilidad de mejorar la técnica en materia de sonido e imagen. Y a mediados de junio, se aprobó un protocolo a nivel nacional para el desarrollo de actividades musicales sin público y con grupos reducidos de personas, con el respaldo del Ministerio de Cultura de la Nación.
De este modo, hace un par de meses la actividad musical entró en una nueva etapa. Si bien los primeros días de agosto se aprobaron en San Juan y Salta rigurosos protocolos sanitarios que permiten la vuelta de los espectáculos artísticos con público, lo cierto es que en ninguna de las otras regiones del país está permitido realizar shows con espectadores en el mismo espacio. En Buenos Aires, el retorno a los escenarios “reales” es una realidad aún distante. Sin embargo, afloraron en los últimos dos meses diversas plataformas digitales que permiten a los músicos y músicas independientes brindar conciertos de manera profesional, incluso con entrada paga. Ticket Hoy, Ticketek, Entrada 1, Passline y Zoom se posicionaron como las principales plataformas preparadas para este tipo de transmisiones monetizadas.
Por supuesto que este contexto emergente trae aparejado una infinidad de reflexiones, inquietudes, incomodidades y discusiones sobre cómo llevar a cabo un concierto por streaming de la mejor manera, cuáles son/serán sus efectos culturales a mediano y largo plazo, si es un formato que llegó para quedarse, si se trata de una posibilidad efectiva para sostener la industria cultural, y qué virtudes y limitaciones presenta el entorno digital, entre otros asuntos hoy sobre la mesa. Porque, además, no hay una única forma de realizar un streaming. Se trata, claro, de un formato adaptable, interactivo y dinámico, no fijo. En definitiva, la clave de todo es lograr la belleza artística y la conmoción. Y entender que el streaming es un modo distinto de vincularse con la música, pero no va a reemplazar a los conciertos presenciales.
Si de contenido artístico se trata, hay tantas maneras posibles de desarrollar un concierto virtual como la creatividad, las posibilidades técnicas y los recursos económicos del artista se lo permitan. A lo largo de estos meses, los artistas optaron por varias modalidades: transmitir un concierto en directo (en tiempo real y con alta o baja interacción con el público); producir y grabar previamente el concierto y luego transmitirlo en simultáneo (lo que se suele llamar “falso vivo” o “enlatado”, sin interacción con el público) o proponer una modalidad mixta (una parte grabada y otra parte en vivo), como hicieron Los Reyes del Falsete en Sesiones Xirgu a través de YouTube, jugando incluso con la estética del videoclip y un minucioso trabajo de edición cinematográfico.
El músico uruguayo Jorge Drexler fue uno de los músicos que mejor supo aprovechar los recursos de la virtualidad y la potencialidad simbólica de la imagen. Y el concierto por streaming de Caetano Veloso junto a sus hijos el viernes 7 de agosto para celebrar su cumpleaños 78, seguido en vivo por millones de personas alrededor del mundo, seguramente será recordado como uno de los eventos musicales de 2020. Y Luciana Mocchi, por ejemplo, realizó un show en Sala del Museo, en Montevideo (Uruguay), con público presente pero que se pudo ver por streaming en Buenos Aires y en todo el mundo. La presentación de un disco de un músico o música independiente, en la actualidad, se realiza a través de un live streaming. Lo mismo sucede con festivales mainstream como el Cosquín Rock , que tuvo su edición online, de hecho, la semana pasada. Para la mayoría de los artistas, la “nueva normalidad” es virtual, con todas las tensiones que eso implica.
Virtudes y limitaciones
“Lo primero que me llamó la atención como espectador al comienzo del aislamiento social fue la generosidad de los artistas para con la comunidad de ofrecer su arte, pero también me preocupaba cómo todos regalaban ese contenido sin pensar en cómo monetizarlo”, apunta Racu Sandoval, productor y gestor cultural. “Por un lado, lo que sucede es que el mundo de la producción integral de conciertos fue a buscar una herramienta que ya existía, el streaming, porque fue la única solución para poder construir contenidos que de alguna manera interpelen a la gente”, analiza el comunicador, gestor cultural y manager Carlos Sidoni. “Lo que estamos viendo son formatos más ‘tradicionales’ y otros que trabajan con el grabado y la posproducción. Y creo que el streaming va a ir adquiriendo nuevas formas de pararse arriba del sistema. Formas que ya existen pero que todavía no exploramos, porque teníamos puestos todos los recursos y la atención en el formato tradicional”, apunta Sidoni.
Para Sidoni, la comunidad artística y la industria cultural aún poseen un “profundo desconocimiento sobre la existencia de esta modalidad y su manejo”. Por eso, ahora los equipos de trabajo tienen que contemplar con un montaje audiovisual, algo que ya sucedía ocasionalmente pero que “no estaba pensado como producto”. De alguna manera, esta modalidad permitió la reactivación del sector, porque entraron en juego técnicos de imagen y sonido, pero aún sus efectos económicos son insuficientes. “Los live streaming por el momento no alcanzan para sostener a la industria, son apenas un paliativo promocional y eventualmente financiero. Pero creo que sí llegó para quedarse en tanto y en cuanto hemos descubierto que un streaming promocionado casi igual que un concierto tradicional en una ciudad única ahora puede multiplicar la cantidad de tickets vendidos. Porque ahora un artista puede llegar a una cantidad de público que no hubiera podido verlo si, por ejemplo, no se iba de gira”, rescata Sidoni sobre la posibilidad de trascender públicos y fronteras que permite un recital virtual. “Creo que se abre una unidad de negocio para explorar y más en un contexto en el que no podemos trabajar como antes”, dice.
Juan Parodi, director teatral y asiduo espectador de eventos culturales por streaming, dice que “habría que preguntarse si estamos preparados técnicamente para sostener muchas transmisiones en vivo en simultáneo”, dice en torno a unas fallas de la plataforma de Ticket Hoy, que se saturó antes de un espectáculo de Martín Bossi. “Me parece interesante la combinación de disciplinas que permite el streaming y también nos pone ante el desafío de pensar la imagen”. “Me parece interesante en este formato es cuando el artista entiende el punto de vista, el ojo de la cámara, cuando entiende la mirada, la conexión con el que está en la casa viéndolo”, resalta Parodi.
Nuevos desafíos
“Yo considero que los conciertos son como ceremonias, no es que la gente me viene a ver a mí, sino que entre las dos partes estamos juntos en ese espacio-tiempo por un motivo mayor y más importante que es la música. Entonces, esta situación de tocar para una cámara, con la interface y el dispositivo tecnológico de por medio es algo que no me termina de cerrar del todo”, apunta la cantautora y guitarrista Loli Molina. “Entiendo que es lo que hay y está bien. Pero no deja de ser raro. Creo que no compiten un concierto presencial con un streaming, son cosas distintas. Tenemos que trabajar y esta industria se tiene que reactivar”, resalta.
Para la cantora Charo Bogarín, quien acaba de realizar un live streaming desde El Pie y dará otro el 5 de septiembre desde la plataforma del Teatro Roma de Avellaneda, “fue todo un desafío lograr superar el hecho de estar solita y sin público y a su vez con la gente del otro lado esperando a ver con qué se iban a encontrar”. “Brindarles la calidez de lo presencial no es fácil pero tampoco fue imposible. Traté de darle un valor agregado a la gente, que está acostumbrada a ver un montaje casi teatral de mis shows”, dice Bogarín, quien propuso un show con una escenografía y calidad técnica cuidada. “Hubo un poquito de nervios por que la transmisión saliera sin fallas, por como está hoy de colapsado el uso de las redes; pero fue muy bien todo y son cortes ni interrupciones”, rescata sobre su experiencia. “Y creo que logré traspasar la barrera de lo físico y presencial”.
Por su parte, la cantautora Cata Raybaud dará un show a través de su página web este sábado a las 20. “En relación a estar tocando en vivo sin público presencial creo que será una experiencia muy extraña y completamente nueva para mí que me nutro mucho del vínculo real, pero es un gran desafío atravesar la pantalla y llegar a sus casas y corazones y soy amante de los desafíos. Traté de imaginar un repertorio acorde, ‘in crescendo’ para esta oportunidad”, cuenta Raybaud. “Creo que es una herramienta que tenemos ahora en este contexto hostil y desafortunado que estamos viviendo a nivel mundial. Puede ser muy redituable para algunes, para otros algo redituable y para otros para nada redituable. De la misma manera que con el vivo para les diferentes artistas”, entiende la cantautora.
Para Noelia Recalde, música entrerriana afincada en Buenos Aires, la modalidad de streaming es un territorio de conflicto para el arte. Al menos, a ella le genera incomodidad. “Prefiero pensar en que este formato es una aventura, que puede ser interesante y hasta seguramente pueda acercarnos, pero de otra forma y no como única forma”, sostiene Recalde. “Ya la palabra me pone en jaque. ¿Por qué se instala en Argentina otra palabra en inglés? Siempre la balanza inclinando para el lado menos favorable para nosotrxs mismxs”, dice. De todos modos, este sábado a las 22 hará una transmisión en vivo para colaborar con “gente querida y para tener la experiencia”, a través del canal de YouTube del centro cultural El Galpón de Haedo .
“Me estoy preparando como suelo hacer para estar absolutamente predispuesta a lo que tenga que suceder, voy a cantarle a las personas sensibles que abrazan mis canciones, voy cantarle a mis amigxs del mundo y a mi familia, claro. Es lo mínimo que puedo hacer, cantar”, resalta Recalde. “Pero he de decir también que quiero poner sobre mi propia mesa todo lo que estuve pensando acerca de estos conciertos. Tengo el debate súper abierto conmigo misma, es amplio, sincero, exagerado, molesto, leve, ambiguo, irrisorio, desconcertado y necesario”, remata. Según el cantautor Adrián Berra, quien realizará un streaming el jueves 20 de agosto a las 22 en la sala Río Arriba (Córdoba) a través de Ticket Hoy , el streaming “no va a reemplazar al concierto en vivo y eso permite bajar las expectativas y entregarse a la experiencia de algo nuevo”.
-¿Qué cosas se tienen en cuenta a la hora de pensar y preparar un recital que será transmitido a través de una plataforma digital?
Cata Raybaud: -Para mí fue un mundo nuevo ponerme al día con los aspectos técnicos. Al mes de la cuarentena me invitaron de Selina a hacer un live streaming y lo hice desde casa. Esa fue mi primera experiencia y mucho ayudó que hace unos años me estoy armando el home studio y cuento con lo básico necesario. Antes de esta situación "pandémica" no tenía conocimiento acerca de cómo hacer streamings. Soy autogestiva al ciento por ciento y eso me lleva a estar alerta y pendiente de las novedades de herramientas y recursos que tenemos al alcance les artistas y aprendiendo constantemente. Elegí hacerlo desde un estudio de grabación y contar con la mejor calidad de audio y video y la virtualidad me dio la oportunidad de tener invitadas internacionales ya que para internet las fronteras no existen. Y eso me parece muy flashero.
Adrián Berra: -Yo estuve trabajando mucho en el guión para generar un show cálido e íntimo. En este contexto está bueno construir desde el detalle, porque de alguna manera estamos todos en primera fila y todos podemos ver lo mismo. No tengo las herramientas para realizar una gran producción, pero me parece bueno revisar mucho la parte técnica para exponer las canciones en un formato amable. Cuidar la parte técnica para que las canciones lleguen de la mejor manera al espectador y sin interferencias. No tiene por qué ser un show frío, uno se emociona también a través de una pantalla cuando ve una entrevista, un video, un DVD o una película. La obra antecede al formato y lo importante es conectar desde la honestidad y la sinceridad. Me parece muy interesante también que no haya aplausos, porque muchas veces es sentido el aplauso pero muchas veces es automático en los conciertos, está instaurado. Y me parece lindo trazar un continuum entre una canción y otra, y que nada interrumpa. Es una decisión estética.
La pantalla como escenario
Daniel Cross es músico y gestor cultural español. Hace varios meses ideó hace dos semanas una plataforma para realizar streamings de músicos de Iberoamérica: El Susurro . Han pasado artistas como Javier Maldonado (Buenos Aires), Esteban Monge (Costa Rica) y Alejo García (España). “La evolución ahora pasa por darle un valor a todo nuestro trabajo de creación y composición. Por eso, desarrollamos esta plataforma con entradas pagas para reivindicar nuestra profesión. Y eso nos obliga a tener un nivel de calidad en todos los aspectos: calidad de audio e imagen, retransmisión, puesta en escena y contenidos. Estamos aprendiendo a hacer todo esto”, dice Cross. “La experiencia de un streaming a través de una pantalla no tiene nada que ver con un show en vivo, que es algo irreemplazable. Pero si se ofrece una buena experiencia multimedia puede tener muchas ventajas”, entiende el español. Los conciertos de la plataforma se transmiten por única vez, la mayoría en directo, y no quedan alojados en la plataforma. “No es necesario que haya un aforo reducido para que no se sature la transmisión, pero sí necesitamos saber cuántas personas van a estar conectadas. Pero hay que tener previsión, porque por cada persona que ve el show necesitas un gigabit de ancho de banda“, explica Cross sobre los aspectos técnicos.