La prensa española destrozó a Diego Simeone porque su equipo perdió con el Leipzig. “La racanería se paga” tituló Marca con una foto del entrenador del Atlético Madrid agarrándose la cabeza. Racanería, palabra que acá usamos poco, es sinónimo de amarretismo, mezquindad, pero nunca se utilizó semejante término cuando con planteos similares el equipo consiguió buenos resultados.
Es más, el jueves bien pudo haber ganado el Atlético si ponemos la mira en dos jugadas que se dieron en el segundo tiempo. En una, un remate del Leipzig que se iba afuera, rebotó en un defensor y fue gol; en otra, un tiro del Atlético que iba adentro rebotó en un defensor y se fue afuera.
Todo demuestra, una vez más la importancia del azar y la falacia de que no existen los merecimientos en el fútbol. Si se hubiera dado al revés, si la del Atlético entraba y la del Leipzig se iba afuera ¿en Marca iban a hablar de racanería? Ni loco. Porque allá como acá se cuecen las mismas habas tóxicas en aguas resultadistas. Los análisis no parten del juego sino de los resultados. Si ganas jugaste bien, si perdés jugaste mal.
Simeone mismo es parte de este mecanismo perverso de bronces y condenas. Dijo antes del partido que “ganar no es lo importante, es lo único”. Un mensaje cuestionable desde donde se lo mire. Que se juegue para ganar es una obviedad, no se conoce de nadie que en este nivel profesional plantee que no importa el resultado. Claro que importa, pero la cuestión está en los medios, en la forma en que se buscan los objetivos.
Maquiavelo nunca dijo eso que se resume como “el fin justifica los medios”, pero dejó escrito algo parecido en El Príncipe hace quinientos años: “En las acciones de los hombres, y particularmente de los príncipes, donde no hay apelación posible, se atiende a los resultados. Trate, pues, un príncipe de vencer y conservar el Estado, que los medios siempre serán honorables y loados por todos; porque el vulgo se deja engañar por las apariencias y por el éxito; y en el mundo sólo hay vulgo, ya que las minorías no cuentan sino cuando las mayorías no tienen donde apoyarse.” Y eso de “ganar es lo único” se parece bastante a lo del fin y los medios. Es como decir “hay que ganar como sea”.
Diego Simeone ha logrado muy buenos resultados con el Atlético. De hecho consiguió más títulos que Luis Aragonés el técnico más venerado en la historia y mejor porcentaje de puntos. En los últimos años ganó poco, pero llegó a dos finales de la Champions y eso también hay que anotarlo en la lista de logros. Claro que si se dice que “lo único que importa es ganar”, ya dejan de tener sentido esos méritos.
Puede gustar o no cómo plantean los partidos los equipos de Simeone y esa es materia de discusión y de polémica. Pero lo que no se puede negar es el efecto nocivo de su discurso. El es un personaje público, sus mensajes le llegan a los jóvenes y provocan confusión. Ganar como sea, en el fútbol y en la vida es peligroso para los demás y hasta autodestructivo. Porque cuando decís esas cosas y perdés, quedás muy expuesto, indefenso, a merced de un periodismo salvaje, vacío de contenido.