No hace falta recibir ocho goles para consumar un papelón. Este sábado fue el turno del Manchester City de Josep Guardiola, que cayó 3-1 ante Olympique Lyon y se despidió, una vez más, de manera tempranera de la Champions League. Desde que el entrenador catalán llegó al equipo propiedad del magnate emiratí Sheikh Mansur bin Zayed, suma tres salidas en cuartos de final y una en octavos en el certamen europeo. Por el lado de los franceses, un equipo sin nombres rutilantes y que venía de sacar de competencia nada menos que a la Juventus de Cristiano Ronaldo, los espera el temible Bayern Munich en semifinales, a disputarse el próximo miércoles también en Lisboa (el otro duelo será entre París Saint-Germain y Leipzig, el martes).

Los franceses impusieron condiciones desde el inicio, a pesar de estar en una considerable inferioridad presupuestaria con respecto a los ingleses (un decir, ya que en Manchester jugaron sólo dos ingleses). La telaraña en el mediocampo pergeñada por el DT Rudy Garcia, con sobrepoblación de jugadores y una notable labor del francés/argelino Houssem Aouar, criterioso a la hora de manejar la pelota, funcionó. Sobre todo en la primera parte, ya que en el complemento, sólo se trató de aguantar y contragolpear.

El amplio favoritismo con el que llegaba Manchester al duelo se sustentaba no sólo en el tamaño de la billetera (según el sitio Transfermarkt, el plantel inglés está valuado en mil millones de euros contra los 358,75 millones del equipo francés, mientras que en las últimas cuatro temporadas los de Guardiola incorporaron por 777 millones y vendieron por 250 millones, ante las compras de 260 millones y salidas por 395 millones de los galos), sino que se justificaba también en el rendimiento. El City venía de ser subcampeón en la Premier, y marchaba invicto en la Champions, con seis triunfos y dos empates (20 goles a favor, 6 en contra). En tanto, Lyon había finalizado séptimo en la liga francesa y con poco rodaje (el torneo no se reanudó tras el parate), mientras que acumulaba tres triunfos, dos empates y tres derrotas en el certamen europeo (11 a favor, 10 en contra).

Pero, durante 90 minutos y aunque cada vez menos, no hay antecedente que valga. A falta de nombres de fama internacional, la mejor opción de los franceses estaba en realizar velozmente las transiciones una vez recuperada la pelota, que perteneció a Manchester en un 70 por ciento del tiempo. Así, a los 23 minutos, llegó el 1-0 de Lyon, tras un rápido contraataque que, rebote va, rebote viene, quedó en la zurda del marfileño Maxwel Cornet, quien aprovechó que el arquero Ederson estaba adelantado y colocó de gran manera la pelota junto al primer palo desde fuera del área.


En desventaja, los de Guardiola se fueron acomodando en el campo de juego y acorralaron a Lyon contra su área. Tuvieron la pelota pero carecieron de ideas para su explotación: a través de centros y tiros llegaban sus mejores opciones, topándose con una gran tarea del arquero portugués Anthony Lopes, de 29 años y con toda su carrera en el equipo francés, quien fue fundamental para salvaguardar el batacazo de los suyos.

Recién en el complemento, el City pudo vulnerar a Lopes. A los 69, Sterling desbordó dentro del área y metió el pase al medio para de Bruyne, que con un derechazo preciso de cara al arco puso el empate. La cosas volvían a la normalidad y la remontada inglesa estaba al caer. La tuvo Sterling: solo y sin oposición de cara al arco recibió un centro y mandó la pelota a las nubes. Insólito. Pero no tanto como lo que vendría poco después.


Con Manchester volcado al ataque, sobraban los espacios en el fondo inglés. Lyon mando a la cancha a Moussa Dembelé, su goleador en la temporada pero que no había marcado todavía en la Champions. Cuatro minutos después de su ingreso, Dembelé quedó mano a mano con Ederson y puso el 2-1 a los 78. La jugada tuvo que ser revisada por el VAR (al igual que el 1-0), ya que el City había tirado nuevamente el achique y la habilitación era dudosa. En suma, Dembelé habría pisado al último defensor y lo sacó de carrera para irse solito. Finalmente, nada de eso sucedió a consideración arbitral y el Lyon volvía a estar al frente. 

El 3-1 no tardó en llegar. A los 86, Ederson, de gran juego con los pies pero dubitativo con las manos, dio un rebote incomprensible y habilitó a Dembelé, quien a los pescador puso su segundo tanto en la cuenta personal. Desde hacía rato que Guardiola se tomaba la cabeza, se arrodillaba en el piso, e intentaba descifrar qué estaba pasando en Lisboa. Pero tras el tercer gol, ya no había mucho para hacer más que lamentar una nueva decepción europea en su carrera.

El lamento de Guardiola

Desconsuelo mediante tras la sorprendente eliminación, Guardiola se lamentó en conferencia de prensa por no poder enfrentarse a un "fantástico" Bayern Munich, a la vez que dio a entender que seguirá en el club inglés, con el que tiene contrato hasta junio de 2021.

"Es una barrera que se nos está complicando, pero la superaremos. Este grupo la superará", sentenció el entrenador catalán en referencia a la mala racha que acumula en el certamen. "Ahora nos vamos de vacaciones pero volveremos pronto. Tenemos que levantar el ánimo del club otra vez. Sé que una vez, con Manuel Pellegrini (en 2016), llegamos a las semifinales. Algún día romperemos esa barrera", finalizó.

Curiosamente, aquella campaña bajo la conducción del chileno fue la que antecedió la llegada de Guardiola a Manchester. En la Champions 2015/2016, los de Pellegrini derrotaron a Dinamo de Kiev en octavos (3-1 global), a París Saint-Germain en cuartos (3-2) y fueron eliminados por Real Madrid, luego campeón, en semifinales (0-1).

Con Guardiola, las salidas del City fueron en octavos en 2016/2017, ante el Mónaco de Radamel Falcao y Kylian Mbappé (6-6 y menos goles de visitante), y en cuartos de allí en adelante: frente a Liverpool en 2017/2018 (1-5) y con Tottenham en 2018/2019 (4-4 y menos goles de visitante.