(Desde Santa Fe)
Quedó preso el ex funcionario del Frente Progresista, Agustín Andereggen, que le prometió al padre de un kinesiólogo de Rafaela de 30 años que “se les venía un tsunami” y su vida “iba a ser imposible” en la ciudad, si su hijo no pagaba una supuesta deuda de 200.000 dólares que le exigía un grupo integrado por el abogado y referente socialista y otros siete imputados en la investigación. En una audiencia de medidas cautelares de 7 horas y 49 minutos que terminó el sábado a la madrugada, el juez José Luis Estévez ordenó la prisión preventiva de Andereggen y de otros dos acusados en la causa por tres meses, hasta el 18 de noviembre. Y dispuso la libertad con restricciones de los otros cinco: a cuatro de ellos, a cambio de una fianza de 700.000 pesos a cada uno, y al último sin fianza, pero con las mismas restricciones que el resto. El final de la audiencia fue impactante. El padre de la víctima relató su encuentro con Andereggen, en la oficina de éste, donde le dijo que “había sido ministro” del gobierno de Miguel Lifschitz y le explicó que “no iba judicializar la deuda. Esto va por otro camino, conozco los métodos, la forma y la gente…”. “Los demás son perejiles, pero yo no”, le planteó. El testigo documentó ese diálogo, con micro cámaras y su entrada al estudio con dos cámaras más que tiene en su camioneta, que quedó en la puerta. El hecho ocurrió el viernes 31 de julio, a las 14. A la medianoche, (“a las 0.22”, dijo) estaba en su dormitorio cuando escuchó tres disparos que atravesaron la ventana del frente de su casa. Y a la mañana, se enteró que la patota había entrado en el consultorio de su hijo, donde encontraron un mensaje sobre una vieja caja fuerte: “Estás muerto”.
La investigación está a cargo del fiscal de Delitos Complejos de Rafaela, Martín Castellano, quien en la audiencia imputativa del jueves acusó a Andereggen y a los otros dos imputados --que quedaron presos-- por los hechos del 31 de julio: supuestas “amenazas coactivas” –-el primero-- que fue el encuentro en la oficina del ex funcionario y “privación de la libertad”, “daño simple” y “amenazas calificadas” en concurso real, en el segundo, que fue la entradera al consultorio del kinesiólogo. Por los balazos aún no hay imputados.
Andereggen oficiaba como delegado del ex ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro en el Nodo Rafaela, una estructura que el gobernador Omar Perotti desmanteló en el arranque de su gobierno. Era coordinador de Seguridad en la zona oeste y responsable del Centro Territorial de Denuncias. Lo designó Lifschitz en el cargo, con el aval de Pullaro, pero otras fuentes consultadas por Rosario/12 dijeron que tenía un fuerte soporte político en la Casa Gris.
En la audiencia del jueves, el fiscal describió diez hechos que les endilgó a los ocho imputados en la causa, entre el 27 de julio y el 1º de agosto. Los cinco que quedaron en libertad son investigados por supuestas “amenazas coactivas” a la familia de la víctima, su padre, su madre y dos hermanas, más otros dos allegados.
El padre del kinesiólogo relató cómo fue la escalada. El viernes 31 de julio, a la mañana recibió un mensaje de Andereggen, que lo citaba a su oficina. “Tengo cámaras en la camioneta, adelante y atrás. Y dos mini cámaras, que graban tanto videos como audios. Tomé las precauciones”, dijo. La hora de la cita era a las 14. “Llegué al estudio y me pregunta si tengo alguna novedad. Le digo que ni mi hijo ni yo teníamos ese dinero”.
“Me dijo: ‘vamos a dejar el teléfono acá'”, en el ingreso del despacho. “El también deja su celular y le muestro el mío para que sepa que no estaba grabando”.
“Ingresamos y ahí fue cuando me tiró toda la chapa (política). Me involucraba a mí, como si yo fuera cómplice de mi hijo”.
--Mire, doctor, le digo toda la verdad. Todo lo mío está en blanco, no tengo nada que esconder.
“Y ahí ocurre algo que me llamó la atención. Me dijo que él había sido ministro" del gobierno anterior. Él insistió que desconocía la deuda de su hijo. Le habían mandado la foto de un pagaré, “que era del 6 de julio, con vencimiento el 22 de julio. La reunión fue el 31. Le digo: ‘doctor, es de ustedes la decisión. ¿El documento está vencido? Sí está vencido, pero está en los términos de la mora de cualquier deuda, más en este tiempo”.
“El me contesta: ‘No, esto no lo voy a judicializar. Esto va por otro camino, conozco los métodos y la forma y la gente…” –relató el testigo.
Andereggen le dijo que “había estado con la persona que maneja los casinos en Rafaela. "Ese dinero no ingresó a los casinos”.
--¿Como es eso, doctor –-le respondió.
--Sí, ese dinero no ingresó a los casinos. Ese dinero está en Rafaela y lo tienen ustedes -–lo acusó.
--Bueno, le digo, si usted sabe dónde está el dinero, vaya y búsquelo. Es muy simple.
Andereggen le dijo que tenía 48 horas para que le entregara 20.000 mil dólares”. Y fue ahí cuando le prometió que “se les venía un tsunami. Ustedes no van a poder vivir en Rafaela. Yo sé cómo moverme”.
“En un momento se ve que expresé una sonrisa y él me dijo: ‘¿Qué? ¿Se está riendo?’
--No, son los nervios –intentó tranquilizarlo.
--Tienen 48 horas. Si no aparece ese dinero, no sabe en la que se mete. Ustedes eligieron mal.
El testigo dijo que no entendía: “Usted dice que lo elegimos mal. ¿A qué se refiere?
--Los demás serán perejiles, pero yo no. A mí me van a pagar y voy a recibir ese dinero, como sea. Fueron textuales palabras de Andereggen”, dijo el testigo.
“Ahí se terminó la reunión”.
Ese mismo viernes, el testigo llamó a la Fiscalía para hacer la denuncia. “Eran las ocho de la noche. La última llamada la hice a las 24. “Me había dejado muy intranquilo esa situación. Me llamó mi hijo que había recibido amenazas en su celular. Me fijo en mi teléfono y todas las llamadas no identificadas no las atiendo. Yo también había recibido esas llamadas y no sabía de quién era”.
Antes de acostarse consultó con un abogado para que lo guiara. Era allegado de Andereggen. La respuesta lo sorprendió: “Mirá, no me quiero comprometer. Hasta acá llegué”.
“Me voy a dormir. Y a las 0.22 escuché tres disparos en el frente. Me quedo quieto” para los atacantes “crean que la casa estaba deshabitada. No pude dormir en toda la noche. A la mañana, vio tres perforaciones en ventana del frente y restos de madera caída en el interior. Llamó a la Fiscalía y al 911. "Las balas se encontraron adentro de la habitación. Se pasó un límite. Y se comenzó a cumplir todo lo que me había dicho el doctor Andereggen”, finalizó.