Si algo demostró la pandemia es que la actual forma de producción de alimentos lleva al mundo a un callejón sin salida. Mientras se dan debates globales y geopolíticos, en Rosario, el ingeniero agrónomo y pionero de la Agroecología Antonio Lattuca considera que es el momento oportuno para replantear el uso de los terrenos periurbanos, y así mejorar al mismo tiempo la alimentación y la tierra. “Estamos en condiciones de empezar un proceso en el corto plazo, por lo menos en todos los sectores periurbanos, para producir sin utilizar agroquímicos. Tenemos la técnica y los insumos, hace falta una voluntad política. Y es necesaria la formación, porque hay un montón de lugares donde los agricultores, ya sea quienes hacen horticultura o el que hace cereales, no conocen otra manera. El mayor problema ha sido que nosotros, los profesionales, hemos sido quienes hemos contribuido a este modo de producir que es industrial y en realidad no es verdadera agricultura”, considera Lattuca, decidido a desmontar los mitos que descalifican a la agroecología a partir de la escala, de la calidad de la producción o la consideran una “moda”.

El tema es emergente. El presidente de la Cámara de Diputados provincial Miguel Lifschitz presentó esta semana un proyecto de producción agroecológica en sectores periurbanos basada en la experiencia del Programa de Producción Sustentable de Alimentos en Periurbanos, que se desarrolló durante su gestión. Unos días antes, desde el Movimiento Evita, la diputada provincial Lucila de Ponti y el concejal de Rosario Eduardo Toniolli plantearon una iniciativa conjunta para instalar un Parque Agrario Metropolitano en terrenos ubicados entre Pérez y Soldini. El gobierno nacional creó la Dirección Nacional de Agroecología, en la misma dirección.

Los terrenos a ocupar en este tipo de producción son los que están alrededor de las ciudades, y hoy son utilizados para emprendimientos inmobiliarios o para el cultivo de soja, con el uso de agrotóxicos. “Hay todo un debate sobre este tema, se formó un grupo en Inta Oliveros, sobre el tema de los cinturones verdes y el tema es que para lo periurbano tendría que haber un ordenamiento territorial en los municipios. Ese espacio debería tener una norma especial, que no es urbano ni rural”, considera Lattuca, quien apuesta a “un proyecto nacional” pero también requiere protagonismo de los gobiernos provinciales.

La propuesta es cambiar una lógica para mejorar el suelo y generar una producción sustentable. “La agricultura industrial usa tecnología de mercado, o sea que el productor compra todo y nosotros desde la agricultura ecológica, que es la rama productiva de la agroecología proponemos una tecnología de insumos, donde desde la semilla hasta los preparados, el compostaje, todo lo puedan hacer los mismos agricultores o también otros agricultores asociados, pero que todo el proceso esté en manos de los mismos agricultores”, explicó Lattuca. La base de la propuesta es que esta forma de producción se resuelve “de forma no contaminante”.

Según los datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en la Argentina la población consume la mitad de las verduras mínimas requeridas para una dieta equilibrada. “La ingesta de frutas y verduras por habitante es insuficiente, ya que apenas se superan los 200 gramos por persona por día, un nivel por debajo del nivel mínimo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (400 gramos diarios por persona)”, dice en el sitio oficial de ese organismo.

“Para abastecer a toda la ciudad necesitamos mucho más de lo que producen las huertas urbanas y tampoco alcanza con lo periurbano, porque el cinturón hortícola de Rosario se fue achicando a partir de la agricultura industrial y por los desarrollos inmobiliarios, se fue desplazando por el valor cada vez más alto del uso de la tierra. La soja también influye, porque muchos horticultores dejaron de producir porque les convenía más alquilar el lugar para hacer soja”, especifica Lattuca, que fue coordinador del Programa Municipal de Agricultura Urbana lanzado por Rosario en 2002, pionero en América Latina y reconocido internacionalmente. Lattuca fue también asistente técnico del Programa de Producción Sustentable de Alimentos en Periurbanos que en tres años trabajó con 23 gobiernos municipales, logrando reconvertir el 30 por ciento de la superficie productiva de 93 agricultores, tanto extensivos como intensivos. “Como resultado de la implementación de esta iniciativa hoy existe capacidad para abastecer a más de 65 mil personas con hortalizas libres de agroquímicos”, informa la página de la red “De mi tierra” en la red social Facebook.

Uno de los ejes de la agricultura ecológica es mejorar el suelo, lo que requiere una inversión inicial que, según Lattuca, podría hacerse a través de un fondo rotatorio creado por el Estado. “Habría que hacer un proceso de mejora en lo extensivo, que se podría hacer con lo que se llama hoy cultivos de cobertura o abonos verdes, con un fondo rotatorio para los agricultores que empiecen a hacer el cambio y después, estos agricultores, una vez que hayan estabilizado el suelo, al segundo año, podrían empezar a devolverlo para que otros agricultores empiecen a producir de esa manera. Por un lado, tenemos los abonos para mejorar el suelo y después los preparados ecológicos que son para fortalecer a la planta, porque las plantas como nosotros se enferman o son atacados por insectos cuando están débiles. Por un lado el compostaje y por otro lado los preparados estos que son insumos que se hacen en base a plantas, que son muy económicos y no contaminantes, se pueden degradar”, detalla cómo empezar el proceso en los terrenos que están alrededor de las ciudades. La otra pata es la necesaria asistencia técnica para acompañar estos procesos.

Lattuca afirma que con esta propuesta ganan “todos”. “Los agricultores, la tierra y la gente que tiene hambre. Podrían utilizarse todas las tierras que están ociosas para producir alimentos con valor agregado”, plantea y subraya que “las verduras ecológicas son completas, además de que tienen mayor contenido de materia seca, por eso duran más tiempo, las verduras hechas en forma química están infladas, tienen más contenido de agua, por eso duran menos. Cuando ya se llegó a la mejora, son de mejor aroma, mejor color y mejor sabor. Al ser completas, tienen todos los micronutrientes que no tienen las que produce la agricultura industrial”.

Entre las ventajas, el ingeniero agrónomo repite que “hoy no se ven los daños, pero los pagamos entre todos. Muchas de las enfermedades que tenemos después las pagamos en los hospitales. Eso sería una mejora de toda la población. Es proceso de cambio importante pero posible”.