¿Ciencia para quién y para qué? ¿Ciencia para Bayer y más transgénicos o para campesinos y soberanía alimentaria? ¿Para explotar litio o para los pueblos originarios? ¿Para las farmacéuticas o para la salud del pueblo? Son algunas de las preguntas (y respuestas) que atraviesan la revista “Ciencia Digna”, que acaban de publicar académicos de diez países de la región. Es impulsada por la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina (Uccsnal) y retoma el legado del embriólogo Andrés Carrasco. Dos características son el trabajo junto a movimientos sociales y la crítica al modelo científico hegemónico, vinculado al sector privado y al extractivismo.
“Ciencia digna” es el nombre de la revista que acaba de publicar la Uccsnal, integrada por académicos de Argentina, Perú, Ecuador, Paraguay, Brasil, Uruguay, México y Costa Rica, entre otros países. De 82 páginas, una decena de artículos y libre descarga desde el sitio uccsnal.org. “La instrumentalización de las leyes naturales para la acumulación del capital”, tituló el artículo la ecuatoriana Elizabeth Bravo, donde analiza cómo la biología molecular es funcional al modelo transgénico. “Territorio y salud entre los pueblos awajún y wampis”, de Susana Ramírez Hita, aborda las políticas públicas en Perú y su impacto ambiental y sanitario en pueblos indígenas.
“Del daño genético a la vida digna”, es el artículo firmado por Stella Benítez Leite, que da cuenta del impacto negativo de los plaguicidas y discute las decisiones ético-políticas de la ciencia al servicio de empresas. En “resistencias a la bio-economía”, Florencia Arancibia da cuenta del modelo global de explotación de bienes comunes y de las luchas territoriales frente a los agrotóxcos. Por su parte, Rafael Lajmanovich escribió el artículo “consecuencias del modelo transgénico”, donde analiza lo perjudicial del extractivismo agrario e insta a la urgente reconversión hacia la agroecología.
Desde Paraguay, Marielle Palau escribió “territorios en disputa, agronegocios versus agricultura campesina”, donde explica el accionar empresario-gubernamental “con su lógica de despojo y crisis civilizatoria” y la necesidad de construir alternativas. Alicia Massarini, editora general de la revista, publica “¿Tecnociencia de mercado o ciencia digna?”, donde cuestiona al modelo científico hegemónico en América Latina y, por otro lado, describe la ciencia desde los márgenes, junto a los movimientos sociales, que no se erige como verdad suprema sino como un conocimiento más, dentro de una ecología de saberes.
La Uccsnal se creó el 16 de junio de 2015, fecha de nacimiento de su ideólogo, Andrés Carrasco, el investigador del Conicet y director del Laboratorio de Embriología Molecular de la Facultad de Medicina de la UBA. En 2009, Carrasco dio a conocer en este diario una investigación en la que confirmó que el glifosato era letal en embriones anfibios, y advirtió que era extrapolable a lo que podía suceder en humanos.
Carrasco, que falleció en 2014, provocó un quiebre en la discusión sobre el modelo agropecuario. Nunca un científico de su talla había sido tan tajante respecto al glifosato. Recibió el apoyo de familias de pueblos fumigados, movimientos campesinos y asambleas socioambientales. Y padeció el ataque de las empresas del agronegocio, medios de comunicación que publicitan el agro transgénico y del propio exministro de Ciencia, Lino Barañao. Académicos de renombre le dieron la espalda. “Silencio cómplice”, los definía Carrasco a muchos de sus pares.
La revista “Ciencia digna” de la Uccsnal retoma su legado. Al inicio lo cita textualmente: “Hay pruebas científicas del impacto de los agrotóxicos. Pero sobre todo están los pueblos, que son la prueba viva de la emergencia sanitaria. Es imprescindible que todo proceso de generación y aplicación de tecnologías en la sociedad sea convalidado por la licencia social y ambiental correspondiente, fruto de procesos participativos que tengan como eje el respeto por las culturas, los territorios, los mecanismos de decisión y los sistemas sociales locales”.
El prólogo del número uno de la revista fue escrito por Damián Verzeñassi, del Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario: “Desde la Uccsnal se busca amplificar las voces de quienes consideran que la ciencia tiene sentido si está al servicio de la naturaleza y de los pueblos. Una ciencia que asume su posicionamiento ideológico, ético y político como un punto de partida para pensar críticamente, incluso sus propias estructuras. Una ciencia que no se subordina al mercado, ni acepta las presiones de corporaciones, ni de gobiernos para pensar y/o actuar”.
La Unión de Científicos se presenta como una articulación de académicos e investigadores de distintas áreas que proponen una reflexión crítica sobre los procesos científicos y tecnológicos, sus productos e impactos, al mismo tiempo que reivindica los saberes de campesinos, pueblos originarios y organizaciones socioambientales.
“El conocimiento científico es siempre parte de un proceso social, atravesado por tensiones, conflictos e intereses, y donde los sistemas científico-tecnológicos son también generadores de riesgos sociales y ambientales. Consideramos imprescindible desarrollar análisis integrales y críticos de los desarrollos científicos”, explican desde la introducción de la revista.