Nacido en La Carlota, Córdoba, al terminar la carrera de medicina en el 93, se radicó en Orán siguiendo los pasos de su hermano, también médico. Fue gerente del Hospital Eva Perón de Hipólito Irigoyen, y del San Vicente de Paúl, el nosocomio público más importante del departamento.
En 2005, junto a su hermano, Gustavo González, se dedicó a la parte privada y juntos fundaron una clínica en la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán, en el norte de la provincia.
En diálogo con Salta/12, Pablo González confió que la política llegó a su vida para quedarse en el año 2011, cuando ingresó al Senado provincial acompañando al Partido Renovador de Salta, que en ese momento seguía los pasos degobernador, Juan Manuel Urtubey.
En 2016, una vez renovada su banca, renunció al tradicional partido salteño por considerar que era “un sello urtubeicista”, y conformó un bloque con quienes a la postre serían parte del espacio político de Gustavo Sáenz.
“No estaba de acuerdo en cómo se estaba manejando el partido en esa situación encabezado por Cristina Fiore y todo el larismo” (referencia a Marcelo Lara Gros, ex intendente de Orán).
González criticó duramente, y aseguró que fue parte de su ruptura con el oficialismo, la utilización del Fondo de Reparación Histórica. Para el actual intendente, “fue el peor negocio político y económico de los oranenses en los últimos 12 años, entre las obras que no llegaron y el agregado que cada vez que se solicitaba una nueva obra contestaban que para eso estaba el bendito fondo”.
Esto significó que "el 30% de Orán al día de hoy no tenga red de agua potable, un porcentaje similar tampoco acceda a las cloacas y hayamos tenido una ciudad con un crecimiento demográfico importantísimo y que no tiene una planta depuradora de líquidos cloacales y vive con un basural a cielo abierto que es una vergüenza. Sumada a otras tantas carencias de infraestructura básica y habitacional”, sostuvo.
Analizó positivamente las gestiones de Alberto Fernández, “tuvo las agallas para avanzar con la cuarentena y hacerle entender a la población de su importancia”, y de Gustavo Sáenz, “que heredó una deuda muy importante y, sin embargo, pudo sobrellevar de buena manera esta pandemia”.
A pesar de esas consideraciones, aseguró que la circulación de personas en la frontera “no se resuelve con más gendarmes”, sino aceptando el problema y reconociendo la realidad que hoy transita Bolivia en cuanto al desabastecimiento, por lo que hay que pensar en generar protocolos que regulen la comercialización para que la gente no cruce por el río sino por un puente y con todos los controles de bioseguridad.
-¿Cómo llega a la política? ¿Se imaginaba ser intendente?
-Yo volvería atrás en el tiempo, analizando la forma de hacer medicina que yo tuve en otros momentos de mi vida. Cuando fui gerente del Hospital Eva Perón desarrollé un trabajo muy fuerte en lo que era la medicina social a través del Programa de Atención Primaria de la Salud (APS). En ese momento llegamos a tener 100% de cobertura de atención primaria en la ciudad.
Trabajamos mucho también con la salud materno infantil y la desnutrición, eso hizo que el Hospital pasara a ser muy bien considerado en toda la provincia por sus índices. Eso motivó que luego me trajeran al San Vicente de Paul, pasando de un nosocomio de complejidad dos a uno cuatro, en ese momento considerado el segundo de la provincia por la cantidad de empleados.
Ahí también hice un trabajo muy importante de fortalecimiento hacia afuera, que hasta ese momento trabajaba a demanda, con la gente yendo hacia el Hospital. Implementé una fuerte presencia en los barrios con los agentes sanitarios y los referentes de la comunidad.
Después ya a partir del 2006 me aboqué a desarrollar mi empresa pero sin desvincularme completamente de lo social y barrial, siempre iba a los centros de salud de los barrios a atender gratis. Lo que generó que se me considerara una posible figura que emergía desde la medicina.
En 2011 cuando me ofrecieron, en realidad había una figura de caudillismo peronista muy fuerte con Froilán Pedroza en ese momento, que ya había sido diputado y presidente de ese cuerpo y luego senador e iba por la reelección. Por lo que en realidad era más hacerle fuerza a esa figura para que no fuese tan abrumadora su victoria. Creo que ni quienes pensaron en mi persona pensaban que podía ganarla.
Considero que me ayudó mucho mi presencia en muchos pueblos del departamento, como Urundel, Colonia Santa Rosa, Pichanal, Embarcación, Irigoyen, Aguas Blancas, a todos lados yo me iba cuando estaba en el sistema público con mi equipo de electrocardiograma a atender gente que si no tenía que ir hasta los hospitales. En esa elección gané la senaduría por solo 500 votos gracias a Orán, Hipólito Irigoyen y Colonia Santa Rosa.
-¿Y cómo llega a su candidatura a intendente?
-Bueno, mi trabajo fue creciendo, en 2015 gané mucho mejor, yo había instalado una oficina de la senaduría en Orán, fui el primer legislador en hacerlo en la ciudad, y ahí atendía constantemente a la gente. Luego puse a funcionar el llamado móvil de la salud que lo armé y planifiqué para llevar atención en todos los barrios.
Al día siguiente de haber retenido mi banca, dije que en 2019 iba a ser intendente, y fui constante con eso hasta llegar a ser hoy el jefe comunal. Además yo siempre sostuve que no sería más de dos períodos senador y cumplí.
-¿Piensa hacer lo mismo como intendente? ¿No más de dos gestiones?
-Y, hoy pienso en otro período sí, pero porque ya llevamos casi un año y no arrancamos con esta situación de crisis que vivimos, que no nos permite mostrar las bondades de la gestión en condiciones normales. Pero bueno, todo en la vida y en la política es muy dinámico y a veces hay cuestiones que pueden condicionar ese anhelo.
-¿Cuál era la impronta que usted quería imponer en la ciudad antes de la pandemia?
-Que sea una ciudad segura, limpia, moderna y sustentable, saludable, inclusiva y participativa. Esos eran los principales ejes a través de los cuales diseñamos un gabinete incorporando una nueva Secretaría de Salud y de Seguridad vinculadas a esos ejes.
Obviamente también queremos generar una bisagra en la ciudad y la región vinculada a poder resarcirnos en cuanto a la deuda social que tenemos en manera de infraestructura básica, es decir, agua, cloacas, excretas y residuos. Así como promover un desarrollo productivo que nos permita crecer como región para brindar valor agregado a las riquezas tan importantes que tiene Orán, pero que hoy sólo se limita a la extracción de la materia prima.
En materia de recolección de residuos tenemos todo tipo de proyectos y yo visité cuanta ciudad haya avanzado en la recolección diferenciada. Porque también significa obtener recursos, generando gas, electricidad. Vamos a trabajar mucho en la cultura de clasificación en origen y queremos mejorar los sistemas de recolección y traslado de la basura, con un destino final eco responsable.
-¿Y cómo describiría su gestión durante la pandemia? Teniendo en cuenta la aparición de casos y el crecimiento exponencial en toda la zona.
-Hay que analizar dos cuestiones, una vinculada a la pandemia en sí, que consiste en un trabajo muy intenso para detectar los casos sospechosos y establecer rápidamente sus círculos de contacto para lograr aislamientos seguros, y de esa manera cerrar las vías de contagio.
Eso hace que Orán esté hoy en una fase epidemiológica tres cuando Tartagal, Bermejo y Jujuy están en cuatro. Es un esfuerzo muy grande porque somos una ciudad de abastecimiento y con un movimiento muy fuerte todos los días.
La cantidad de casos nuevos nunca supera el 15% del total, con lo cual el trabajo que se está haciendo es bueno, lo óptimo sería no tener casos, pero en este contexto logramos no saturar los sistemas de atención en salud.
Hoy la terapia intensiva de adultos tiene un 60% de ocupación, la pediátrica un 20, la sala de moderados un 70% y la sala pacientes leves también un 70% de ocupación.
Pero en cuanto a la gestión municipal en sí, estamos garantizando el alumbrado, el barrido y la limpieza, no se puede pretender más en este momento. A su vez tenemos la cadena de pago garantizada tanto para los empleados como para los proveedores.
Ya en marzo acordamos con los gremios un aumento salarial y venimos caminando con tranquilidad en ese sentido, bregando para darle a los 2.000 empleados de nuestra ciudad todo lo que necesitan.
-El gobernador publicó un video denunciando cómo cruzan personas desde Bolivia para comerciar o, según él, hacerse atender y cobrar subsidios ¿cómo se resuelve esa tensión en fronteras como las nuestras teniendo en cuenta la cercanía de Aguas Blancas con Bermejo?
-No creo que haya que tomar una sola medida, cuando uno analiza los por qué y los cómo, puede ver un hilo conductor para ir buscando soluciones.
Decir que la frontera está cerrada lógicamente no es pensar que el problema está resuelto, el video es elocuente. Pero me parece que lo que se debe hacer es primero aceptar el problema, dimensionarlo y buscar que aunque se produzca ese movimiento, sea controlado.
Es decir, se pueden establecer protocolos para que se produzca la circulación pero con los marcos de bioseguridad para quienes vienen a Aguas Blancas, que en más del 90% tienen un fin comercial, por la falta de abastecimiento serio que tiene Bolivia.
Entonces hay que brindar un protocolo para que esa gente no pase por el río, pase por un puente, pero bajo un estricto control y con una frecuencia determinada. De esa manera, también se puede regular la oferta de este lado y controlar lo que hoy se está haciendo de manera totalmente ilegal.
Esa para mí es una medida que reconoce lo que está pasando, porque lo peor que nos puede pasar es esconder la tierra debajo de la alfombra.
Poner más gendarmes no lo va a solucionar, porque es una frontera a cielo abierto con el cauce de un río que une ambos lados. Y si no, fijate la eficacia del muro de Donald Trump, siempre va a haber movimiento.