De marzo a esta parte, con la nueva realidad marcada por la pandemia del coronavirus, las escuelas debieron modificar sus planes de estudio e incorporar, de la noche a la mañana, nuevos conceptos y métodos de enseñanza y presencia. La radio comunitaria, por su parte, transformó parte de su grilla y se volvió un actor central en este escenario. Según el Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO), más de la mitad de sus emisoras asociadas, distribuidas a lo largo y ancho del territorio nacional, trabaja con docentes y alumnos para transmitir contenidos y acercar a las partes en estos tiempos de aislamiento social, preventivo y obligatorio.
Si bien una importante cantidad de radios comunitarias ya se vinculaba de alguna manera con colegios, jardines o instituciones de enseñanza en general, este rol se potenció en los últimos cuatro meses, de acuerdo a un reciente estudio difundido por FARCO.
Las radios comunitarias informan, acompañan, entretienen, difunden programas educativos, y brindan un espacio al pluralismo y la diversidad de voces. Además de compartir las producciones de “Seguimos Educando”, iniciativa lanzada por el Ministerio de Educación de la Nación para facilitar y promover el acceso a contenidos educativos y bienes culturales hasta tanto se retome el normal funcionamiento de las clases, las escuelas producen sus propios programas en una importante cantidad de radios comunitarias de todo el país.
¿Cómo es que la radio comunitaria sirve de enlace entre la comunidad y la escuela? ¿En qué consiste su acompañamiento? Y dada la evidente importancia de la radio comunitaria para garantizar el pluralismo informativo y la diversidad de actores en el sistema mediático de nuestro país, ¿cuál es la situación de las radios comunitarias hoy?
Larisa Kejval es doctora en Ciencias Sociales, magister en Comunicación y Cultura y licenciada en Comunicación. En abril asumió como directora de la carrera de Ciencias Comunicación de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Es autora de “Truchas” (2009) y “Libertad de antena” (2018). Cristina Cabral, entretanto, es vicepresidenta de FARCO y comunicadora de Radio Encuentro y Entv, canal de televisión digital abierta de Viedma, Río Negro.
En 2019, Kejval tuvo a su cargo la coordinación del Relevamiento de los Servicios de Comunicación Audiovisual comunitarios, populares, alternativos, cooperativos y de pueblos originarios en la Argentina, realizado por once universidades nacionales.
“La pandemia vino a exponer de manera brutal situaciones que ya se padecían, como la desigualdad digital y de conectividad que atraviesa a todo el país”, observa Kejval. En este sentido, y con respecto al estudio del año pasado, resulta que “de las 289 emisoras –radios en su mayoría-, el 12 por ciento de las radios relevadas no tenía conectividad a internet, es decir, medios de comunicación que no poseen conectividad”. Indudablemente, “este es un dato que ilustra las profundas desigualdades en el acceso a Internet de nuestra sociedad y de toda América latina, habida cuenta de que aproximadamente entre el 40 y el 50 por ciento de los habitantes de América Latina no tiene acceso a Internet”, indica.
En muchos sitios, agrega Cabral, “la radio comunitaria es el único medio local; en esos casos, las emisoras sirven de canal no solo para transmitir contenidos específicos de los planes de estudio a los alumnos y sus familias, sino también para sostener los vínculos humanos, para organizar campañas ante las necesidades específicas de cada escuela como puede ser, por ejemplo, la recolección de alimentos y el acercamiento de materiales para los estudiantes que no tienen Internet y los precisan”.
Educar, contar, estar, desde y gracias a la radio
En tiempos de cuarentena, una importante cantidad de radios comunitarias se han transformado en puentes entre la comunidad y la escuela. Al observar el rol que desempeñan las radios comunitarias en contextos difíciles, de algún modo, vemos “que se actualiza el rol que este tipo de emisoras jugaron siempre en la trama de sus comunidades o en la trama social en su conjunto”, aclara Kejval. En este sentido, “siempre que en una localidad o en una comunidad se presentó un conflicto ahí estuvieron las radios comunitarias”. Cabral coincide: “el trabajo articulado entre radios comunitarias y escuelas y jardines precede al aislamiento, aunque en algunos casos se fortaleció considerablemente”. En sintonía, Kejval señala que estos lazos no son nuevos, sino que tienen una historia muy larga: “el vínculo entre docentes, estudiantes y radios comunitarias antecede a este momento, más allá de que ahora aparezca potenciado y resignificado. Lo que es interesante de la radio comunitaria es que se dan vínculos mucho más accesibles, cercanos, donde el estudiante no es pensado solo como un receptor pasivo sino que es pensado como sujeto de derecho con capacidad de tomar la palabra y expresarse”. La vinculación de la radio comunitaria con los procesos educativos “tiene que ver con un profundo compromiso con procesos de transformación de las desigualdades sociales que atraviesa nuestro mundo y con un profundo arraigo en las comunidades o en los territorios en las que se insertan”, concluye.
Además de los programas que ya se venían haciendo con escuelas y espacios educativos, “a partir del aislamiento nacieron muchísimas actividades que van desde programas, aulas abiertas por radios, campañas y micro programas”, precisa Cabral. Estas propuestas, subraya, “tienen en el centro la defensa del derecho a la educación y del derecho a la comunicación como algo que van absolutamente de la mano”. No sorprende, entonces, que “en pocos días se hayan inscripto sesenta radios de la red de FARCO para transmitir el programa “Seguimos Educando”, considera.
La radio comunitaria luego de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual
Las radios comunitarias son espacios que a lo largo de los años han crecido y se han fortalecido. “La ley de Servicios de Comunicación Audiovisual fue una conquista, y los artículos inscriptos en esa ley son muy importantes; significó imprimir de un carácter democrático a la comunicación en la Argentina y derogar la vieja ley de radiodifusión de la dictadura cívico miliar”, sostiene Kejval. Sin embargo, y en función del pasado inmediato, “las radios comunitarias también han padecido el desmantelamiento de las políticas públicas orientadas a fortalecer al sector en los años de la gestión anterior. Y la pandemia las encuentra de ese modo con serios problemas de sostenibilidad”, lamenta. Por eso, en pos de un sistema de medios de comunicación diverso y plural, se requiere de “un fuerte rol del Estado justamente para garantizar la diversidad y el pluralismo en el sistema mediático”.
En esta línea, Cabral rescata la importancia de la norma, en tanto que impulsó la creación de una importante cantidad de emisoras comunitarias. No obstante ello, “es necesario un mayor acompañamiento para la legalización de los medios comunitarios y una democratización de la publicidad oficial, dado que en los últimos cuatro años solamente un dos por ciento de todos los medios comunitarios tuvo algún tipo de publicidad oficial”, advierte.
En paralelo a la relevancia de contar con políticas públicas que favorezcan el desarrollo de la radio comunitaria, distintos actores del sector comunitario están trabajando sobre un proyecto llamado iniciativa para el fomento de la pluralidad y diversidad informativa, tendiente a construir una legislación que garantice el pluralismo informativo y la diversidad de actores en el sistema mediático de nuestro país.
De Ushuaia a La Quiaca
De un extremo a otro del país, la red FARCO tiene 120 emisoras asociadas. De ese total, hoy más de la mitad dedica parte de sus espacios en el dial para transmitir contenidos pedagógicos, a la par de afianzarse como enlace frente a las diversas necesidades que plantea la realidad de cada comunidad.
Maitén Cañicul es parte del colectivo de FM Pocahullo (91.1), una radio comunitaria ubicada en San Martín de los Andes, Neuquén, con casi treinta años de existencia. Comunicadora mapuche, Cañicul cuenta que desde el decreto de cuarentena obligatoria la radio no paró: “al principio colocamos en la grilla el programa “Seguimos Educando” y, más tarde, las producciones de las comunidades educativas locales”.
De las primeras radios comunitarias de la Argentina, Pocahullo tiene una fuerte presencia en proyectos vinculados con lo comunitario, la defensa de los derechos humanos y la interculturalidad, y la visibilización y las reivindicaciones del Pueblo Mapuche. Como lugar de encuentro y de búsquedas, siempre pero fundamentalmente en este contexto, “la radio otorga espacio a las organizaciones de la economía popular, que armaron módulos alimentarios para que los vecinos se acerquen a pedir, preguntar o buscar cómo solucionar sus necesidades básicas”, explica Cañicul.
En la otra punta del país, La Voz del Cerro Radio Comunitaria trabaja con el mismo compromiso. Daniel Chauqui es comunicador y coordinador de la radio, en el Cerro Las Rosas, un barrio periférico de San Salvador de Jujuy.
Desde el FM 92.1 del dial la radio brinda capacitaciones en aspectos culturales, comunicativos y educativos. De sus iniciativas participan jóvenes, mujeres y vecinos de los barrios cercanos de la ciudad, en el que se abordan problemáticas barriales que se articulan con los contenidos de los programas.
Desde la radio, detalla Chauqui, “encaramos proyectos solidarios para responder a las inquietudes de las comunidades. Hemos trabajado con la comunidad educativa y todavía seguimos transmitiendo todos los días los contenidos del Ministerio de Educación de la Nación”.
La Voz del Cerro impulsa además actividades artísticas culturales para jóvenes y niños de los barrios relacionados con aprendizajes en producción en medios de comunicación (gráficos, radiales, audiovisuales y digitales) y artísticos expresivas como estrategias válidas de inclusión socio-educativa a través de la producción socio-cultural.