La poeta uruguaya hubiera cumplido hoy un siglo de vida. Fue una de las figuras clave de la llamada Generación del 45, que renovó las letras en Uruguay, junto a Ángel Rama, Emir Rodríguez Monegal, Ida Vitale y Mario Benedetti, entre otros. 

Nació en Montevideo, hija de un poeta inédito. A la par de su carrera como escritora, se dedicó a la enseñanza secundaria hasta el golpe de Estado de junio de 1973. También estudió música. 

La carrera literaria de Vilariño comenzó en 1945. La Suplicante fue su primer libro, seguido dos años más tarde por Cielo Cielo. También escribiría ensayos sobre poesía, como los que dedicó a Antonio Machado y a Julio Herrera y Reissig en los años 50. Y se dedicaría a la traducción de obras del francés y del inglés, entre ellas Hamlet y Macbeth, de Shakespeare.

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Vilariño mantuvo un relación sentimental con una de las figuras más relevantes de la literatura uruguaya del siglo pasado: Juan Carlos Onetti. Se conocieron en un café de Montevideo, en una reunión de los integrantes de la revista Número, entre los cuales estaba Benedetti. “Esa misma noche me enamoré de él. Me enamoré, me enamoré, me enamoré”, diría ella más tarde.

A lo largo de los años mantuvieron una relación atormentada: él estaba casado. Vilariño recordaría: “Había un hombre que llegaba a mi casa sin aviso, a cualquier hora, cerrábamos las puertas y las ventanas. Se detenían todos los relojes. Ya no sabíamos si era de día o de noche o si era sábado. Nos transformábamos en enemigos, en parientes, en desconocidos”.

A mitad de los 50, Onetti dio por finalizado su tercer matrimonio. Aunque siguió viendo a Vilariño, se casó con quien sería su última esposa, Dorothea Muhr. Con el paso del tiempo, Vilariño y el autor de Juntacadáveres dejaron de verse, aunque mantuvieron correspondencia. Se dedicaron libros. "A Juan Carlos Onetti", se lee en los Poemas de amor; "A Idea Vilariño", al comienzo de Los adioses

La poeta colaboró con varios músicos, entre ellos Daniel Viglietti, para quien escribió "A una paloma", y Alfredo Zitarrosa, que musicalizó "La canción y el poema". También escribió dos canciones para Los Olimareños: "Los orientales" y "Ya me voy pa' la guerrilla". Mientras tanto publicaría otros poemarios, como Nocturnos y No.

Vilariño se reinsertó en la vida cultural uruguaya al terminar la dictadura. En 1985, al regresar la democracia al país, obtuvo la cátedra de Literatura Uruguaya en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República.

Murió el 26 de abril de 2009, en Durazno, a los 88 años, tras una intervención por una obstrucción intestinal. Tres semanas más tarde moriría Benedetti. En 2000 se publicó su Poesía completa y cuatro años después recibió el Premio Konex Mercosur, con el que se reconoció su influencia fuera de las fronteras de Uruguay. 

El crítico Rodríguez Monegal reconoció la magnitud de su obra al proclamar: "Algún día seremos recordados como los contemporáneos de Idea Vilariño".