En un futuro cercano.

Un tiempo de esperanza y conflicto.

Roy: He dormido bien. Ocho punto dos horas. Sin pesadillas. Estoy tranquilo, estable. Estoy listo para partir. Estoy centrado en lo esencial y excluyo todo lo demás. Sólo tomaré decisiones pragmáticas. No me permitiré distracciones. No permitiré que mi mente se distraiga en cosas irrelevantes. No dependeré de nadie ni de nada. No me permitiré ningún error. Pulsaciones en reposo: 47. 

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Voz off máquina: Su evaluación psicológica ha sido aprobada. Le recordamos que deberá realizar los controles de seguridad.

Viernes 17 de julio de 2020. Abro los ojos en la oscuridad. Miro el teléfono y faltan quince minutos para que suene la alarma. Estoy muy nervioso. Me voy a hacer una película a Uruguay. En medio de la pandemia. Justo cuando la cantidad de infectados, igual que el amor en la canción, sólo crece y crece. Tengo miedo de que no me dejen embarcar. Tengo miedo de extrañar demasiado. Tengo miedo de que a mi hijo le pase algo mientras no estoy. Tengo miedo de no poder volver a casa.

En la hipnotica y existencial Ad Astra Roy McBride debe viajar a los confines de la galaxia para encontrar a su padre que se fue hace 26 años en busca de vida extraterrestre. Clifford, el padre de Roy, está amotinado en Neptuno mandándose una cagada tras otra, y poniendo en peligro al Planeta Tierra y a todo el Sistema Solar.

Mientras Roy viaja hacia el infinito y más allá para encontrar a su padre y salvar al mundo, yo me despido de mi hijo y de mi novia para actuar en una película de terror y salvar nuestra economía. La NASA no sólo elige a Roy con la esperanza de que pueda convencer a su padre y traerlo de vuelta. También lo elige por su temple: ha demostrado que en situaciones extremas, en donde su vida corrió peligro, sus pulsaciones jamás superaron los setenta latidos por minuto.

Buquebús. Primera Clase. Tomé 1 mg de Rivotril, gotas de CBD, flores de algo que me dió mi novia y un chorro de un gotero que en la etiqueta dice Rescue Remedy. También me fumé un porro en el balcón de casa antes de salir. Alejarme de las cosas me da miedo. Alejarme de las personas que quiero me da terror. Cierro los ojos y pienso en Roy. Pienso que no tuvo hijos y que dejó al amor de su vida para salvarnos a todos. Invoco a McBride. Los pasajeros viajamos separados. Los tripulantes están vestidos con trajes baratos de astronautas. Antes de subir al buque nos hisoparon a todos. No sé qué habrá sido de los positivos. Los negativos, todos a bordo. Tomo tres gotas más de rivotril, tres más de CBD y hago fondo blanco con el Rescue Remedy.

Me tomo las pulsaciones. Cien latidos por minuto. Tan lejos de Roy. Para ir al baño hay que levantar la mano y un astronauta te acompaña. Me bajo el cierre del jean y todo el baño se llena de olor a porro. Logré esconder en mi bragueta dos flores prensadas por las dudas. No confío en los uruguayos. Mucha humildad, mucho cannabis, muy progres pero la última vez me dejaron a pie. Sin porro. Como puedo vuelvo a mi asiento.

Escucho un ruido de motor, suena como una turbina. Una chapa que golpea. Alguien llora, no sé si es un nene o un perro. Abro los ojos. Me pesa el cuerpo. Tengo la boca seca, empastada. Son las once de la noche y el barco acaba de estacionar en Montevideo.

Levanto de la cinta mi valija naranja y una caja grande cartón que me dieron los productores. Pasan por el scanner. “¿Qué lleva ahí, señor?” me pregunta la mujer policía, señalando la caja. Le digo la verdad, que no sé bien qué hay pero que debe ser algo para la película que estoy viniendo a filmar. Me mira y llama a un policía grandote y pelado que usa un barbijo que le queda chico. El tipo sin saludarme ni mirarme me pregunta en tono firme qué tengo ahí. Sin perder la calma le respondo lo mismo que le acabo de decir a su compañera. El policía resopla y con un cutter viejo que saca del bolsillo abre la caja, rompiéndola. Para sorpresa mía y de todos los presentes el policía uruguayo levanta un puñado de vísceras, un intestino delgado de utilería. También hay treinta pares de lentes de contacto de color rojo. Silencio. La gente nos mira. Ahí caigo. Le explico que voy a filmar una película de género y que esas tripas en realidad son mías: en un momento de la película me hieren en el abdomen y se me salen para afuera. Los lentes son para los actores que hacen de zombis. Me mira. Sonríe cínico. Me hacen abrir la valija y la mochila. Lo único que me falta es que me encuentren el porro. Tiemblo, intento disimular. No lo logro. Desesperado busco el contacto del productor uruguayo y lo llamo. Cuando me atiende giro levemente y le doy la espalda al policía, que toma este gesto como una ofensa imperdonable. Ahora sí que se pudrió. “Con este colega ninguna consideración”, grita el policía. Y agrega: “Revisalo todo, es un maleducado”. Como a Roy en Marte, parece que no me van a dejar seguir. Cagué.

Adentro de la oficina pienso por última vez en Brad y le pido ayuda a la Virgen de Itatí. Me hacen sacar la campera y vaciar los bolsillos. Ahora sí. Cagué en serio. Estoy mareado. Veo que todo se mueve lento y no escucho. Como si el sonido estuviese muteado. Me cuesta respirar. Los policías me rodean. En esta habitación falta el oxígeno. No hay forma de escapar. Se abre la puerta. Es el productor uruguayo.

Me salva la campana. Estoy adentro. Alla voy. A filmar una película en medio de una pandemia. Hacia lo desconocido. Hacia las estrellas.

Estaban Lamothe nació en Ameghino, en 1977. A los 18 años se Instaló en Capital Federal, trabajó de mozo y de pintando casas. A los 24 empezó a estudiar teatro primero con Cristian Drut y luego con quien fue su maestro, Alejandro Catalán. Trabajó en teatro, cine y televisión, entre sus obras de teatro se destacan Foz, de Catalán, y Algo de ruido hace y El tiempo todo entero ambas de la compañía El Silencio, que integraba junto a Romina Paula, Esteban Bigliardi, Pilar Gamboa y Susana Pampin. Participó de más de 20 películas, entre las que se destacan El estudiante, de Santiago Mitre; El 5 de Talleres de Adrian Biniez, Historias extraordinarias de Mariano Llinás y Villegas de Gonzalo Tobal. Protagonizó varios programas de televisión, actualmente también dirige. Su primer cortometraje, El bosque, se puede ver en cinear.com