“Susana querida! No quería dejar de escribirte y agradecerte x estos años. Una grosa total!! Muchas gracias x todo”, le escribió Darío Nieto, el secretario privado de Mauricio Macri, a Susana Martinengo, la ex coordinadora de documentación de la Casa Rosada, el día que dejaban el gobierno. Nieto fue finalmente citado a indagatoria en la causa por el espionaje ilegal por decisión del juez Juan Pablo Augé y a pedido de los fiscales Cecilia Incardona y Santiago Eyherabide, por haber participado en una cadena de transmisión de información producida “en infracción” a la ley de inteligencia, que –además— pudo haber tenido entre los destinatarios finales al propio expresidente, según se desprende de algunas conversaciones.
Nieto había dicho que no conocía a Martinengo. Ella, que ya había sido indagada, negaba una relación cercana con el joven secretario, que no se condice con su mensaje de despedida. Martinengo volverá a ser indagada, también como nexo clave para canalizar hacia la Casa de Gobierno informes de Inteligencia sobre la comunidad mapuche y movilizaciones al Congreso vinculadas con la reforma previsional, entre otros temas. También fue citada la cúpula de la Agencia Federal de Inteligencia, que encabezaba Gustavo Arribas, considerados organizadores de un asociación ilícita junto con el exjefe de operaciones Alan Ruiz y el exjefe de Contrainteligencia, Diego Dalmau Pereyra.
El juez Augé se basó de manera íntegra en el dictamen presentado esta semana por los fiscales Incardona y Eyherabide, que tienen delegada la investigación, y que plantea la existencia de una asociación ilícita, que realizó tareas en violación a la ley de inteligencia y cuyos integrantes incumplieron sus deberes. “Entendemos que se utilizó la estructura de la Agencia Federal de Inteligencia para practicar espionaje político de un gran y variado número de personas, algunos de ellos opositores políticos al gobierno liderado por Mauricio Macri y otros pertenecientes a su misma bandera política; pero claramente esta actividad sistemática de espionaje de contenido político se realizó torciendo la razón de ser de dicha Agencia Federal. El director Gustavo Arribas y la subdirectora Silvia Majdalani fueron los responsables institucionales a cargo de ejecutar el plan de inteligencia Nacional que llevaría delante la agencia”, escribieron los fiscales.
En el detalle de la citación a indagatoria, queda claro que ambos deberán responder como máximas autoridades y “responsables de dar órdenes” para los seguimientos y actividades de inteligencia ilegal sobre 18 personas. Algunas de las víctimas ya eran conocidas y se constituyeron en querellantes, pero otras son más novedosas y vuelven a acercar las sospechas hacia el propio Mauricio Macri, ya que entre los espiados sin ninguna razón legal están su hermana, Florencia Macri y su pareja, Salvatore Pica. Otros nombres que ya habían sido mencionados son Cristina Fernández de Kirchner, Graciela Camaño, Luis Barrionuevo, Waldo Wolff, Jorge Lugones, el camarista Martín Irurzun y el supremo Carlos Rosenkrantz, el periodista Hugo Alconada Mon, el exintendente platense Pablo Bruera, Horacio Rodríguez Larreta, Nicolás Massot, Emilio Monzó, el padre Paco Olveira, el intendente Jorge Ferraresi, Diego Santilli y José Luis Vila entre otros.
La cúpula de la AFI ya fue procesada por el espionaje al Instituto Patria y a Cristina Fernández de Kirchner, al igual que Alan Ruiz, exjefe de operaciones. Sobre él, la fiscalía precisa ahora que “manejaba el modo y la forma de concretar el cometido criminal”, sostiene la acusación. Explica que “anteriormente, quien detentaba el poder sobre este grupo de espías era Diego Dalmau Pereyra (...) y fue quien ordenó varias de las tareas de espionaje aquí investigadas”. Ellos también serán indagados por las mega maniobras de de espionaje, al igual que el grupo de exespías que estaban nucleados en distintos grupos de WhatsApp como “Super Mario Bros”, “Pilar”, “Argentina”. Por ahora no hay fecha para las indagatorias, que el juez Augé decidió que se harán, esta vez, de manera remota.
El día que fue allanado su domicilio en Palermo, Nieto protagonizó una escena bizarra, cuando se atrincheró en su auto, se puso a mandar mensajes desde su celular y, todo indica, a borrar WhatsApp y otros textos de su aparato que, además, imploraba a la policía que no le quitaran. La cuestión del teléfono agravó la situación de Nieto. Los fiscales, desde el vamos, afirman que como “jefe de Martinengo” recibió de ella “informes vinculados a la comunidad mapuche y a las manifestaciones frente al proyecto de ley de movilidad jubilatoria”.
Ofició, dicen, como “canal subsidiario de la transmisión de la información producida en violación a la ley de inteligencia” por dos de los agentes imputados, Jorge “el Turco” Sáez y Leandro Araque. Ambos, además, tenían, según mostró la fiscalía, tenían una relación muy estrecha con Martinengo. Sáez y Martinengo tenían algunos proyectos personales que compartían. Se llamaban con total confianza “Susi”, “Turquito”, se encontraban a comer y tomar café. Ella, además, tenía interés particular en conseguir contactos para lograr una candidatura en territorio bonaerense, por lo que hasta se contactó por medio de los espías con Rafael Di Zeo, líder de la barra de Boca.
Pero los investigadores plantean que ella jugaba a varias puntas. Le daba información a Nieto que le proveían los espías (además de Sáez, Leandro Araque), y hacía su juego. La comunidad mapuche, por ejemplo, fue foco de interés del gobierno de Macri por diversos motivos, empezando por las protestas por la propiedad originaria de la tierra y, en este caso, al gobierno le importaban supuestos “negociados con YPF”. La funcionaria, para la fiscalía fue un “canal secundario de la circulación de información obtenida ilegalmente”.
En el caso de Nieto, un aspecto que lo compromete es que se recuperó material borrado de su teléfono. En su “block de notas” tenía mensajes que le había enviado a “Mauricio” y que para los fiscales demuestra que “conocía especialmente el entramado ilícito que aquí se investiga, y por supuesto a Susana Martinengo”. Los mensajes, además, fueron enviados cuando empezaba a crecer la investigación sobre el espionaje ilegal en Lomas de Zamora.
En uno del 19 de junio se mostraba como una suerte de guionista para lograr la impunidad: “Mauricio, me llamó Cristian (Ritondo)-seguramente porque la Turca lo llamó-.Hizo hincapié en que falta un relato, que estos tipos habían estado en la Metropolitana, nosotros los llevamos a la AFI y nadie se hace cargo ni hay explicación para eso, que alguien tiene que tomar el tema Alan Ruiz (no sabe si es de la Turca, de Patricia o de quién) para que desmienta todo, la aparición de Martinengo (sobre esto le pasé algo de info). Pero que lo que falta es un relato y una historia coherente de todo, que no basta con que la Turca diga que es todo mentira y no se haga cargo. Y me dijo que en la Comisión (Bicameral de Inteligencia) hace todas las preguntas que le pasan”.
Así planificaban, con letra de Nieto y Ritondo, cómo debía ser “el relato” para justificar el espionaje ilegal y la presencia en la AFI de un enorme grupo de agentes que venían de la Policía Metroplitana, cuando Macri era jefe de Gobierno. En otro mensaje, diez días antes de la detención de Martinengo, daba el libreto sobre lo que había que decir acerca de ella, minimizando su relevancia en la estructura y su cercanía al núcleo presidencial.
Para los fiscales y el juez “las órdenes que impartieron” desde la cúpula de la AFI a sus agentes y las actividades que ellos realizaron fueron justamente las que la propia ley prohíbe realizar, esto es, obtener información, producir inteligencia o almacenar datos sobre personas, por el solo hecho de su raza, fe religiosa, acciones privadas, u opinión política, o de adhesión o pertenencia a organizaciones partidarias, sociales, sindicales, comunitarias, cooperativas, asistenciales, culturales o laborales”. A lo largo de la descripción de los hechos, son varios los agentes que dicen “esto lo pide la 8” (la señora 8, en alusión a Majdalani) o “esto viene del 5” (por Arribas) . También mencionan de manera menos lineal “al 1”, es decir, Mauricio Macri, que además como expresidente era quien definía la política de inteligencia.
Los espías, según describieron los fiscales, hacían el espionaje ilegal así: “a través de instalación de puestos de observación en los domicilios de residencia de algunas de las víctimas y/o en sus lugares de trabajo; registro de esas observaciones mediante fotografías; recolección y recopilación de información a través de la utilización de diversas fuentes (públicas y privadas); realización de seguimientos mediante vehículos de la propia AFI; participación encubierta en actividades de carácter político, entre otras maniobras”
Incardona y Eyherabide sostienen que claramente se hizo espionaje “político” y toman como paradigmático el caso de Cristina Fernández de Kirchner por ser, entonces, una de las principales dirigentes opositoras. También señalan que tenían clara la ilegalidad de sus actos. De hecho cando siguen a Waldo Wolff algunos advierten que se cuiden y "que no pase lo mismo que en el Instituto Patria", donde los autos de la AFI fueron detectados fácilmente.
Los fiscales dijeron: “Los servicios de inteligencia no son una “policía política” ni son una institución autónoma desligada del gobierno ni de los controles que sobre éste ejerce la sociedad democrática; es la diferencia entre unos servicios de inteligencia democráticos y unos servicios secretos que constituyen un “Estado dentro del Estado” y que funcionan sin ajustarse a ningún tipo de control legal ni democrático, situándose al servicio del poder político establecido para el mantenimiento del mismo”.