Hace 74 años, el 21 de agosto de 1946, y luego de un arduo debate sobre los derechos de la mujer, la Cámara de Senadores de la Nación aprobó el voto femenino. El proyecto de ley, impulsado entonces por Eva Perón, sancionado poco más de un año después, marcó el fin del debate que las organizaciones feministas y partidos políticos de entonces habían librado contra los sectores más conservadores de la sociedad.
Aquel debate contaba con algunos antecedentes. La primera mujer que votó en el país y en América latina fue la primera médica argentina, Julieta Lanteri, tras conseguir a través de un amparo judicial que se la incorporara al padrón electoral en 1911.
Más tarde, en 1921, el ala femenina del Partido Socialista promovió los ensayos de voto femenino con motivo de las elecciones municipales. Le siguió San Juan, que en 1927, luego de reformar la Constitución provincial, permitió la participación de las mujeres en la elección de cargos públicos.
La ley de 1946 consagró, de manera definitiva, el derecho de las mujeres a votar. El voto femenino había sido parte de la campaña electoral de Juan Domingo Perón. La iniciativa fue presentada el 1 de mayo de aquel año, impulsada por la Asociación Pro Sufragio Femenino.
Anteriormente, el socialismo había presentado en ambas cámaras proyectos que fueron cajoneados. Pero la iniciativa del incipiente peronismo le dio un impulso especial al tema. No solo contemplaba el voto femenino sino también el reconocimiento de los derechos políticos, deberes y oportunidades de la mujer en términos de igualdad con los hombres.
El proyecto chocó con los sectores más conservadores en las comisiones de la Cámara alta, pero finalmente se acordó su media sanción sobre tablas en la sesión del 21 de agosto de 1946, hace 74 años.
El texto fue girado a la Cámara de Diputados, donde finalmente fue aprobado poco más de un año más tarde, el 9 de septiembre de 1947. La ley 13.010 de “Derechos Políticos de la Mujer” superó a los proyectos similares planteados por la oposición.
Para celebrar su sanción, la CGT convocó a un acto el 23 de septiembre en la Plaza de Mayo. Allí, la primera oradora, Eva Perón, con un ejemplar de la ley en su mano afirmó: “Mujeres de mi patria, me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama nuestra victoria”.
"Aquí está resumida en la letra apretada de pocos artículos una historia larga de luchas, tropiezos y esperanzas –añadió-. Por eso hay en ella crispaciones de indignación y sombras de amenazadores, pero también alegre despertar de auroras triunfales. Esto último traduce la victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional.”
El voto femenino universal y obligatorio finalmente se concretó cuatro años más tarde, en la elección del 11 de noviembre de 1951, que le dio la reelección a Perón, y en la que Evita votó desde la cama de un hospital, ya enferma.
La ley consagró formalmente la participación de las mujeres argentinas en el ámbito político y puso al país en igualdad de condiciones con otros países, entre ellos Uruguay, Rusia, Noruega y Australia.